Mis primeras experiencias con el cine de terror resultaron en una consecuencia esperable para un chaval de 11 años con cierta querencia por la tranquilidad: no querer saber nada más del género. Sin embargo, no fue hasta el momento en el que vi ''Los extraños'', la cinta de terror realista dirigida por Bryan Bertino en la que unos desconocidos asaltan la casa de la protagonista, cuando ese rechazo hacia el género comenzó a diluirse para dejar paso a una cierta curiosidad morbosa. Una curiosidad que surgía de la idea de ver plausible el hecho de que, detrás de la ambientación agobiante y del ritmo opresivo de la cinta, hubiera una historia interesante detrás. Y precisamente con estas dudas en mente comencé a jugar a Intruders: Hide and Seek.
Una idea basada en que sería otro título más, en el que lo importante era presentarte por sorpresa un fotograma horrendo acompañado de un sonido estridente para atentar contra tus miedos más instintivos, en lugar de ofrecer una atmósfera que aportara algo más. Y qué alegría fue para mí descubrir que estaba completamente equivocado.
Cuando los desarrolladores de Tessera Studios, los creadores de Intruders: Hide and Seek, mostraron su propuesta durante el evento de presentación del juego, hicieron mucho hincapié en que querían ofrecer una experiencia cargada de tensión pero, al mismo tiempo, cercana al mundo real. Prestando especial atención a la intención de desplegar una narrativa que uniera todas las partes de la mezcla y que, además, resultase uno de los principales puntos fuertes del título. Y, tras haberlo completado, ciertamente podría decirse que lo han conseguido.
El punto de partida de Intruders: Hide and Seek es el de colocarnos en la piel de un chaval de doce años que se encuentra en la casa de campo familiar de vacaciones junto a sus padres y a su hermana. No obstante, en cierto momento unos intrusos asaltarán su hogar con el objetivo de... Y hasta aquí puedo escribir.
Y es que, si consideramos que la historia es uno de las mejores bondades del título, no lo es tanto por las sorpresas y los giros de guión que propone (que los hay) sino por lo orgánica que se siente con el resto del juego o, dicho de otra manera, por lo bien que se despliega mientras lo jugamos. De tal forma, es un elemento que cobra especial protagonismo en el título sin interponerse con el resto de sus partes.
La forma en la que el juego narra la historia está caracterizada por el uso de varias soluciones ingeniosas que evitan que caiga en los clichés más manidos de los juegos de terror. Estrategias que van desde el hecho de que el personaje al que manejamos sea un niño que no puede defenderse de forma directa contra los intrusos (elemento que desarrollábamos más ampliamente en nuestras primeras impresiones) hasta la idea de que los villanos tengan conversaciones entre sí en los que nos van dando información de lo que está ocurriendo.
Una información que se proporciona al jugador de manera indirecta y en las dosis acertadas. De este modo, los intrusos que asedian nuestra casa no son una mera excusa para plantarnos en la cara lo que está ocurriendo en todo momento, sino que son los agentes encargados de otorgarnos aquellas pistas con las que podremos hilar las partes de una trama que supera al personaje que manejamos. En Tessera Studios han sido hábiles a la hora de tener en cuenta la inteligencia del jugador y en verlo capaz de entender todo lo que ocurre sin que se lo den todo completamente mascado desde el principio.
En Tessera Studios son conscientes de que el punto más defendible de Intruders: Hide and Seek es su argumento, por lo que han desarrollado un sistema de juego simple pero efectivo que permite al jugador avanzar por él de forma sencilla. De esta manera, la mecánica principal consistirá en explorar la casa realizando pequeños objetivos (como, por ejemplo, acceder al ordenador de nuestro padre o encontrar unas pastillas para nuestra hermana) haciendo uso del sigilo, dado que los intrusos estarán patrullando el lugar y acechándonos en todo momento.
Precisamente en esto último es donde el título encuentra otra de sus grandes bondades, siendo esta la credibilidad en los comportamientos de los tres psicópatas que han puesto nuestras vacaciones patas arriba a la hora de perseguirnos. Y es que estos nos descubrirán tanto si escuchan nuestros pasos al correr, como al ver la luz de nuestra linterna encendida (con la que podemos orientarnos en los rincones más oscuros de la casa). Momento a partir del cual comenzarán a seguirnos para capturarnos, siendo estas persecuciones donde el juego ofrece las experiencias más tensas.
Para evitar que finalmente nos atrapen, podremos escondernos en ciertos armarios y muebles con la esperanza de que no nos descubran. No obstante, como hemos mencionado antes, los intrusos no se chupan el dedo y deberemos perderlos de vista antes de ocultarnos para escapar finalmente de sus garras dado que, si simplemente nos ven entrando en un cuarto y nos metemos en el único armario que hay en la habitación, irán directos a abrirlo y echarnos la mano encima (por decirlo de manera bonita).
Esta habilidad de los intrusos a la hora de perseguirnos generará los momentos de mayor tensión en el juego. Sin embargo, esta no desaparecerá en el momento de escondernos ya que Tessera Studios ha implementado una pequeña mecánica que aparecerá mientras estamos ocultos y que mantendrá el nivel de intensidad hasta que los enemigos abandonen la habitación en la que estamos. Así, mientras estemos dentro de uno de los armarios, deberemos agitar el mando en el momento indicado para que nuestro avatar controle su respiración y su ritmo cardiaco con el objetivo de no delatarse en el último momento.
Este sistema, que a primera vista parece simple, permite que la tensión en Intruders: Hide and Seek se mantenga durante largos periodos de tiempo, experimentando momentos más calmados y otros con picos más altos. Algo que provocaría una mayor inmersión del jugador en la experiencia que propone el título, dado que esa intensidad no aparece y desaparece como por arte de magia, sino que es algo que se encuentra presente en todo momento.
En las palabras que pudimos intercambiar con la gente de Tessera Studios durante la presentación del juego, comentaban que uno de los elementos que se han quedado fuera del título por cuestiones de presupuesto es un sistema de toma de decisiones que realmente influyera en el transcurso de la trama. De esta manera, prefirieron desechar la idea dado que implementarla habría supuesto agrandar el desarrollo más de lo que hubiera sido deseable. Una elección inteligente dado que Intruders: Hide and Seek ha salido con unas características técnicas y de rendimiento lo suficientemente buenas como para justificarla (a pesar de un bug puntual que sufrí durante mi partida en el que tuve que salirme del juego y cargar el capítulo en el que me encontraba para avanzar. Nada que no se pueda arreglar mediante un parche).
A pesar de ello, sí que es legítimo pensar que el título se antoja algo corto en su duración. Y no decimos esto por la idea de que una mayor duración representa una mejor propuesta sino por el hecho de que, tras completarlo, nos quedamos con ganas de saber más acerca de sus personajes. Algo que, por otro lado, también es una buena señal puesto que el hecho de que nos haya generado esta sensación de necesitar conocer más de lo que propone implica que algo han hecho bien. Obviando tal detalle, también es necesario destacar que Intruders: Hide and Seek cuenta con varios finales, lo cual fomenta su rejugabilidad en cierta medida.
Tessera Studios ha encontrado un buen punto con el que ofrecer una historia interesante narrada a través de una mecánicas eficaces. Una propuesta en la que el peso de sus bondades se sustenta sobre lo bien que han evitado los clichés narrativos del género, la fluidez con la que se despliega la información relevante para resolver el misterio que propone y en la fuerte presencia que cobran los intrusos. Por no mencionar que han sabido desempeñar un correcto manejo de la intensidad que caracteriza a la obra.
Intruders: Hide and Seek no es innovador en su sistema de juego ni se propone serlo, pero han logrado crear una experiencia donde la trama tiene verdadero peso y, sobre todo, donde la tensión no es un fin, sino una estupenda compañera del viaje.
