El mercado de los videojuegos para smartphones es uno altamente complejo por sus características y por el público al que va dirigido. Esta es una serie de condicionantes que provocarían que la estructura de los títulos que aparecen en dispositivos móviles estuviera ligada a una sola fórmula, la cual, además, sufre el agravante de que es poco probable que funcione en otras plataformas. Hablamos, por poner un ejemplo, de que estas aplicaciones normalmente suelen estar destinadas a aquellas personas que quieren utilizar los videojuegos como forma de distracción, en lugar de hacer que sean el eje central de su tiempo de ocio; aunque bien es cierto que, como siempre pasa en esta vida, existen ciertas excepciones. Una serie de casos en los que un título que nace bajo los límites del mercado móvil da el salto a consolas, tal y como ha ocurrido con Growtopia.
Esta propuesta, ahora apadrinada por Ubisoft, intenta llegar a nuevos usuarios al encontrarse disponible en otros dispositivos pero, ¿qué tal se adapta su estructura jugable a la experiencia que ofrecen las consolas? Acompáñanos en nuestro análisis de Growtopia para obtener una respuesta a esta pregunta y, sobre todo, para saber cuáles son las luces que ensalzan su propuesta y las sombras que la eclipsan.
Lo primero que llama la atención a la hora de ponerle las manos encima a Growtopia a través de un mando tradicional tiene que ver con que resulta muy complicado olvidar que fue ideado originalmente para móviles, algo que se nota a raíz de un sistema de control que es menos intuitivo de lo que nos gustaría. Y, si decimos esto, no es porque la combinación de botones que hay que emplear a la hora de jugar sea complicada, sino por el hecho de que la interfaz y algunos atajos a ciertos menús recuerdan que el título no fue diseñado inicialmente para ser controlado con un mando.
Y es que, aunque lo cierto es que, tras un par de horas esto no supondrá un mayor problema, los sistemas de juego con los que cuenta la obra también apuntan constantemente a la fórmula típica seguida por algunos videojuegos para móviles. Una caracterizada por el grindeo y por los largos tiempos de espera a los que nos expone; un hecho que, si bien es el pan de cada día en smartphones (dado que la inercia a la hora de jugar se basa en mirar de vez en cuándo el móvil para dedicar unos minutos al juego), va en contra del ritmo de juego que suele experimentarse con una consola, donde los tiempos que le dedicamos a lo que estamos haciendo son más largos y cuentan con menos interrupciones.
Una de las mecánicas principales más destacables de la estructura jugable de Growtopia tiene que ver con la construcción. De esta manera, el título nos permitirá crear nuestro propio mundo para erguir estructuras en él a través de diferentes materiales. La cosa es que, a pesar de que podremos hacernos con ellos más adelante por otros métodos, la manera primordial de obtenerlos girará en torno a un único sistema: plantar semillas de las que estos recursos crecerán para que los cosechemos.
Las más básicas las podremos obtener rompiendo bloques que haya en nuestro mundo, sin embargo, y teniendo en cuenta que este estará desierto en un principio, aquellas que nos otorguen los materiales más raros deberemos comprarlas en la tienda o hacernos con ellas mezclando dos semillas más comunes entre sí. Todo esto vuelve a generar fricciones con el ritmo de juego porque, cuanto mayor sea la rareza de estos recursos, más tiempo es el que ha de pasar para poder romper los árboles de los que crecen y añadirlos así a nuestro inventario (lo cual nos otorgará más semillas), llegando los materiales más raros a tardar más de dos horas en crecer del todo.
La suma de lo previo causa que las primeras horas de Growtopia sean unas en las que el jugador se ve forzado a grindear con regularidad en caso de que quiera acabar construyendo una estructura medianamente digna. Evidentemente, ello no supondría mayor problema de no ser porque el proceso acaba resultando repetitivo y poco estimulante. Y es que, pese a que ir descubriendo nuevas combinaciones de semillas para obtener materiales mejores sea algo que se siente como una recompensa, los largos tiempos de espera interfieren con el ritmo normal de la aventura.
Además de conseguir semillas rompiendo los árboles de materiales que hemos plantado, también obtendremos de ellos una serie de gemas que harán las veces de la moneda del título (las cuales pueden comprarse también con dinero real). Y, precisamente, gran parte del atractivo de Growtopia comienza a desplegarse cuando contamos con un gran número de ellas. No obstante, y teniendo en cuenta que más se nos darán conforme más raros sean los materiales que rompamos, lo cierto es que nuestros bolsillos se llenarán de forma considerablemente lenta durante las primeras horas, pero no sería un mayor inconveniente de no ser porque algunas de las funcionalidades que harán nuestra vida más fácil como, por ejemplo, una mayor capacidad de nuestro inventario, solo pueden obtenerse mediante ellas. Sin embargo, esto último no será la única función de estas gemas, dado que nos servirán también para comprar más semillas de otros tipos para acelerar el mencionado farmeo.
Por otro lado, y alejándonos de su jugabilidad, las gemas de Growtopia cuentan con una tercera función: la de hacernos con numerosos elementos cosméticos con los que personalizar a nuestro personaje. Unos que se encuentran bajo un precio quizás demasiado alto para aquellos jugadores primerizos, lo cual muestra que Growtopia es una de esas propuestas a las que hay que dedicar una enorme cantidad de tiempo para poder comenzar a acariciar algunas de sus mejores recompensas.
Si tuviéramos que destacar el punto que hace que Growtopia sea una experiencia que puede llegar a ser disfrutable a pesar de todo lo mencionado unas líneas más atrás, tendría que ver con su propia comunidad. Su población se muestra altamente activa y llega a construir y dar a luz auténticas genialidades, las cuales podremos visitar gracias a que los mundos de otros usuarios también son explorables. Y es que es aquí donde todo el grindeo enfatizado cumple su función; cuando podemos acercarnos a conocer a otras personas presumiendo de los trajes que hemos adquirido y de las construcciones que hemos alzado.
Aun así, y como suele ocurrir con frecuencia en los casos que centran su atractivo en ofrecer este tipo de experiencias, el sistema social que se ha generado dentro de Growtopia también posee ciertas sombras. Unas trabas que tienen que ver con la existencia de otros jugadores que quieren aprovecharse de los nuevos usuarios y de las gemas conseguidas con el sudor de su frente. En tal sentido, aunque haya un grupo de moderadores para mantener el orden y, sobre todo, para evitar estafas y engaños, lo cierto es que es inevitable sentir cierta incomodidad al empezar a hablar con otro jugador.
En términos diferentes, Growtopia posee un sistema de comercio entre usuarios que ha generado que se forme en el juego uno de esos entramados sociales donde es la propia comunidad la que establece las reglas del juego y no el juego en sí mismo. Esto resulta positivo al generar la sensación de que entras a otro mundo paralelo que está tan vivo como los usuarios que están al otro lado del globo pero que, al mismo tiempo, hace inevitable que sea necesario estar siempre atentos a cada interacción que llevemos a cabo con otros.
La versión para consolas de Growtopia es una de esas que provoca que sea tremendamente complicado olvidar de dónde viene para bien y para mal: por un lado, los largos tiempos de espera y las fricciones que genera su sistema de grindeo provocan una alteración del ritmo de juego que se siente extraña, y a la que cuesta acostumbrarse. Sin embargo, su componente social hace que sea una de esas propuestas a las que, como mínimo, merece la pena probar para poder tomar una decisión propia con respecto a ellas.
En esta ocasión, nos encontramos ante una de esas experiencias que se disfrutan más si solo pretendemos dedicarles algunos minutos de vez en cuando que si queremos sentarnos en el sofá para jugar a ellas largo y tendido. Todo ello haciendo que Growtopia genere la sensación de que es un título que se encuentra fuera de su propio contexto o, por lo menos, que encuentra dificultades a la hora de moverse en plataformas tan diferentes a aquellas en las que fue lanzado originalmente; mostrando que, quizás, parte de los problemas comentados aquí no dependan únicamente del propio producto sino del lugar en el que lo jugamos.