La premisa de "Jurassic World:Battle at Big Rock" era sencilla. Mostrar cómo de conflictiva será la convivencia entre humanos y dinosaurios una vez que estos últimos han salido de su entorno controlado y se han esparcido por el planeta. Una problemática sugerida en el desenlace final de “El Reino Caído” que Colin Trevorrow ahora practica y desarrolla de forma muy correcta en tan solo ocho minutos.
La continuidad con la segunda entrega es total no solo en fondo sino también en forma. Del J.A.Bayona se valoró con fervor el detallismo que había depositado en la estética de corte terrorífico. Algo fundamental en el género, que marcaba claras líneas de diferenciación con el tono más comercial y naíf spilberiano del trabajo de Trevorrow. La saga viraba hacia un carácter mucho más oscuro y siniestro.
Más de lo mismo y bien
"Jurassic World: Battle at Big Rock" recoge con elegancia el testigo y nos sitúa en un pequeño campamento en mitad del bosque. Por la noche, claro. En solo unos segundos y gracias a una primera secuencia con la cámara en constante movimiento, se introduce al espectador como un miembro más de la familia protagonista. La decisión no es baladí sino que cumple una doble función. Por un lado nos acerca emocionalmente a ellos y a su entorno; por otro, rebaja al fan al terreno de juego a través de una alegoría en la que los personajes actúan como propios espectadores. Observan a las criaturas desde un marco externo.
Es ahí donde reside la potencia del cortometraje. Spielberg ya predicó con el cuento en 1993, y la cosa no ha cambiado un ápice desde entonces; los dinosaurios son los protagonistas. Un breve clímax que da título al proyecto y que sirve además como carta de presentación de una nueva especie que no habíamos visto hasta ahora, el Nasutoceratops, y de otra que vimos muy brevemente y de un tamaño mucho más reducido en la cinta de Bayona, el Allosaurus.
Artesanía prehistórica
El resto del corto apenas introduce nada nuevo, recalando en el esquema tantas veces representado por la saga; humanos escapando de ese terror inefable en forma de reptil prehistórico . Trevorrow hace gala de su experiencia en la franquicia atando al espectador mediante la tensión. Algo que consigue gracias, en parte, a unos efectos visuales de nuevo muy trabajados. Porque, si está bien resuelto, la experiencia hedonista y circense siempre resulta más asequible.
Conclusión
En definitiva, el cineasta padre de la nueva trilogía consigue amenizar la espera de los fans con un sencillo pero interesante corto que muestra cómo quedó el mundo tras lo acontecido en "Jurassic World: El Reino Caído" y que sirve de enlace con la última entrega de la trilogía, que se estrenará en 2021. Un movimiento comercial que de caer por el lado que espera la major, podría marcar un punto de inflexión en la industria.
Aunque no innova, "Jurassic World: Battle at Big Rock" es un producto conservador y efectista que logra el cometido para el que ha sido creado. El diagnóstico final es muy claro: el ser humano ya no está solo en la hegemónica cúspide del planeta. Un mensaje que queda recalcado en las breves escenas post-créditos, donde se muestra la intromisión de los gigantescos seres en situaciones cotidianas por todo el mundo. ¿Conseguirá el hombre volver a ser Dios?
Colin Trevorrow vuelve a la saga jurásica tras abandonarla temporalmente en la segunda entrega. El oscuro corto vuelve a sumergir a la franquicia en el género de terror y suspense que le otorgó Bayona. Así, el cineasta construye un breve pero correcto puente que sirva de conexión con el desenlace final.