La referencia suele ser buscada, pero en este caso era impuesta por el material. Con Studio Ghibli anclado el ocaso de su fundador, no resulta extraño ver a la industria del anime buscar su propia identidad en señas probadamente efectivas. Studio Ponoc es el caso más claro de la herencia espiritual que Hayao Miyazaki ha dejado en sus trabajadores (Honebayashi en este caso), pero también en el resto de compañías. No es difícil encontrar cintas que rimen visual o temáticamente con el estilo la familia Totoro, y menos complicado es ver por qué "The Wonderland" persigue más el rastro de este estudio, que las referencias literarias de las que debería haber bebido para escapar de la intrascendencia.
Keiichi Hara abandona el costumbrismo que tan bien supo interpretar de la archiconocida "Miss Hokusai", para volver al patio de juegos en el que tantos años cultivó sueños y esperanzas. Su nueva película, repleta de fantasía e imaginación, casa en lo formal con "Colorful", pero navega por aguas menos conocidas para el cineasta en lo material. No es, sin embargo, su mano la que deriva este film hacia lo infantil o convencional, sino la obra original de Sachiko Kashiwaba que adapta, "Chikashitsu Kara no Fushigi na"; un homenaje explícito al clásico "Alicia en el País de las Maravillas", del que además toma prestado el título.
No es la primera vez que el relato de la escritora llega a la gran pantalla. El propio Miyazaki ya tomó multitud de elementos prestados de ella para cocinar "El viaje de Chihiro" hace más de 15 años. Aquella terminaría convirtiéndose en la primera película nipona galardonada con un Oscar, pero "The Wonderland" dista mucho de la elegancia y la pasión que destilaba la producción de Ghibli. ¿Qué es lo que falla? Compartiendo orígenes, el trabajo de Hara reinterpreta la novela desde una posición mucho más conformista y plana. Un enfoque que apenas deja espacio para la reflexión, y que sentencia a la producción a un entretenimiento ligero para la audiencia más joven.
De entre lo convencional lo más convencional
El punto de partida es realista, pero el desarrollo pronto pasa a jugar con formas, colores y perspectivas. Akane (Mayu Matsuoka) es una niña de colegio que decide quedarse en casa durmiendo para evitar el acoso de sus compañeros de clase. Su madre, ama de casa, entiende la situación, y decide enviarla a hacer un recado a la tienda de su amiga Chi. Lo que desconoce la niña es que el encargo conlleva un viaje trepidante por un mundo de fantasía y leyendas en el que deberá cumplir un rol de salvadora. Hara parece así perfilar un tratamiento interesante de la presión social y el escapismo, pero solo lo parece.
Las aventuras de Akane por este universo terminan resultando ser una colección de elementos y lugares comunes del género, más que un estudio profundo de tintes socioculturales. La presencia de Pipo (NaoToyama) -un pequeño duende aprendiz de mago, y de Hipócrates (MasachikaIchimura) -un hechicero experimentado- encasillan el guion en un molde fantástico dependiente de tropos y clichés anquilosados. Un road trip que sigue paso a paso la receta del viaje del héroe, pero que en lugar de perseguir los matices derivados de la evolución de su protagonista, se queda con imágenes fijas de esa travesía. Desde ahí el cineasta dice adiós a cualquier tipo de perspectiva, tomando un sendero recto que tampoco discurre con mucho tesón.
Exuberancia a todo color
Como en toda aventura heroica, "The Wonderland" pone encima de la mesa el macguffin de turno que empujará a Akane a recorrer todo ese mundo; una maldición que ha secado poblaciones y campos, y que está extrayendo el color de todas las cosas. Se entendería así que el viaje atravesara pobreza, depresión y desesperanza, pero Hara no da su brazo a torcer y atraviesa el film con la primera de las muchas decisiones incomprensibles. Ignorando sus propias reglas del juego para exprimir la libertad que otorga la fantasía; inventando animales, pueblos y paisajes siempre desde la exuberancia y la alegría. ¿Cómo encaja eso con la urgencia que mueve a la joven? De ninguna manera. Todo lo que acontece en sus peripecias está condicionado por una arbitrariedad destructiva que hace imposible disfrutar de la experiencia sin caer en un visionado fragmentado. En la exposición y el lucimiento por el lucimiento.
Todo lo que no reluce en un interior, brilla en su exterior. Signal.MD ("Atom: The Beginning", "Net-juu no Susume") factura un apartado técnico notable que destaca con intensidad en el uso de la iluminación y ciertos efectos ambientales. Los diseños de personajes, pese a tender con alevosía hacia el preciosismo en sacrificio de la coherencia, ponen de relevancia el talento de Ilya Kuvshinov. Sí, Akane parece mucho más mayor de lo que es, y sí, su rostro poco o nada difiere del de su madre, pero imprimen fuerza y atractivo a cada una de sus apariciones en pantalla. Algo similar a lo que ocurre con la banda sonora, débil en carisma, pero efectiva para el clímax.
Conclusión
Con sus altos y sus bajos, resulta imposible salir de "The Wonderland" sintiendo una decepcionante apatía. Hara ha demostrado en el pasado su capacidad tanto para entretener a los más pequeños, como su capacidad para tratar temas más complejos y profundos. La inmersión que efectúa aquí en sus filias fantásticas no reproducen ninguna de esas fortalezas. La historia de Akane no resulta ser más que un pasatiempos sin poso alguno. Un viaje sobre la adquisición de confianza coartada por la presencia persistente de adultos, y por una falta de carisma en un género manoseado por muchos, pero entendido por pocos.
Keiichi Hara navega por aguas transitadas en un pastiche de tropos que lejos de innovar, a penas entretiene. Una cinta que hace de su irregularidad un molde para acoger el arte por el arte y el cliché por el cliché.