Detrás de las palabras "Modern Warfare" se esconde algo más que una saga. Se aglutina un estilo, una época, una historia, una comunidad, un fenómeno, un sentimiento, una cultura, unos recuerdos, unas amistades… Para muchos, significa esa saga con la que se adentraron por primera vez a un juego multijugador, con la séptima generación de consolas, y para otros, supone incluso sus juegos favoritos de todos los tiempos. Por todo esto y más, es innegable que Modern Warfare es una de las propiedades intelectuales más importantes de la historia del videojuego. Categórico. Marcó el presente y futuro de los shooters en primera persona y su influencia ha sido transmitida a cientos de juegos. Toda esta grandeza se traduce en una pesadísima responsabilidad con la que afrontar otro juego en la saga que llevara el subtitulo de "Modern Warfare". Sin embargo, desde Infinity Ward se nota que han percibido esa mayúscula responsabilidad como ilusión y han depositado en esta obra todo su cariño, pasión y dedicación. Estamos ante un acontecimiento histórico. Estamos ante el regreso de la mejor saga bélica.
No era tarea fácil. Call of Duty llevaban años siendo, en vez del espejo en el que reflejarse, un gran imitador. Cuando salió Titanfall, añadieron sus saltos en Advanced Warfare; cuando Battlefield 1 volvió al pasado, ellos a la Segunda Guerra Mundial; y con el fenómeno Battle-Royale, lo apostaron todo por el Blackout en Black Ops 4. Se sumaban a la tendencia que veían conveniente y eso se sostenía con un gunplay que seguía siendo realmente divertido. Fórmula respetable, pero quizás carente de la ambición exigida. Ahora esto cambia, hay un giro en el rumbo, hay una ambición bien medida y calculada, para seguir sintiéndose reconocible pero añadir muchos elementos que rozan la revolución en la fórmula.
Equilibrio perfecto entre innovación y pasado
Esta revolución milimétrica comienza con la campaña, que no solo vuelve, sino que lo hace rozando un nivel impresionante, nunca antes visto. Para lo bueno y para lo malo, es la campaña más adulta, compleja, cruda y explícita que jamás se ha hecho. No ha quedado libre de polémica, ya que recrea, desde su ficción, el conflicto actual en Siria entre Estados Unidos, Rusia y el propio país sirio, aunque este país se llame Urzikistán en el juego. Esto tiene muchas implicaciones, ya que significa que el juego muestra los horrores más desagradables de un conflicto actual, queriendo madurar así en su forma de narrar la guerra y de los sentimientos que ésta nos evoca. Las armas de destrucción masiva, los refugiados, el terrorismo en Occidente… Todo esto se muestra sin pelos en la lengua y puede herir algunas sensibilidades con determinadas secuencias muy explícitas, violentas e impactantes.
Algunos lo han interpretado como una falta de respeto a lo que se está viviendo actualmente en el país sirio, una banalización del sufrimiento de mucha gente en la más rabiosa actualidad, pero también se puede ver como un videojuego que, en su condición de producto cultural de masas, quiere transmitir un mensaje, una reflexión, una crítica, unos matices. Si queremos que el videojuego crezca y madure como obra cultural, se le debe pedir este tipo de atrevimientos, aunque eso lo haga más incomprensible y menos disfrutable para cierto público. Sumado a este contexto tan complejo, tenemos un argumento aceptable y unos personajes verosímiles que evolucionan lo justo pero necesario para mantener nuestro interés y no desentonar.
El mítico capitán Price vuelve a destacar sobremanera en el reparto y nos liderará en unas misiones que también destacan positivamente, ya que consiguen innovar bastante con respecto al habitual diseño de niveles lineales en los que hay que arrasar, limpiar una zona de enemigos y disparar sin preguntar. Las misiones de infiltración y sigilo nocturno son, sin duda alguna, las fases más estimulantes, intensas y memorables, porque vuelven a aglutinar, en apenas secuencias de unos pocos minutos, toda la carga ética, moral y crítica de la historia, sumado a que las nuevas mecánicas de infiltración lo favorecen y potencian. Algo tan simple pero efectivo como poder abrir las puertas lentamente o solo una franja nos otorga un gran abanico de posibilidades, además de poder apoyar el arma en superficies horizontales o verticales para ganar en estabilidad y coberturas. Historia, madurez, mecánicas y diseño de misiones confluyen de la mano para desembocar en la mejor campaña de la historia de un Call of Duty. Son 6 horas absolutamente brillantes, que alcanzarían la perfección de haber sabido mantener el ritmo y haber tenido unos personajes más carismáticos y complejos.
Una campaña atrevida y no exenta de polémica
Quizás os parezcan demasiadas líneas dedicadas al modo Campaña, teniendo en cuenta que el modo estrella es el multijugador, y de hecho, no hemos querido publicar el análisis hasta que hubiésemos jugado varios días con el juego ya a la venta, en busca de la experiencia más fidedigna posible. Una experiencia que consigue devolver a aquella época dorada de las entregas de pasada generación, pero solo en algunos modos. Las sensaciones más clásicas, satisfactorias y emocionantes se encuentran en aquellos modos cuyo tamaño de los mapas son reducidos, unos mapas con un diseño mucho menos simétrico y plano, que ofrecen más variedad de situaciones y sorpresas. Ahí es dónde Modern Warfare sigue luciendo un músculo que es imposible de igualar, ofreciendo duelos milimétricos, trayendo de vuelta las rachas de bajas, una equilibrada diferenciación en las armas y añadiendo un apartado visual absolutamente increíble y que nadie esperaba que se alcanzará en esta generación. Los más acérrimos jugadores de las entregas de la pasada generación, disfrutarán extremadamente con los modos más clásicos del juego.
No podemos decir lo mismo del modo Guerra Terrestre, el modo de 64 jugadores y que cuya escala no sienta tan bien a Modern Warfare. El diseño de los escenarios es menos imaginativo, no favorece tanto los enfrentamientos a distintas alturas, la presencia de edificios tan altos y grandes se traduce en muchos lugares vacíos y toda la acción concentrada en unos puntos, desaprovechando un mapa tan extenso que se puede recorrer en los vehículos, que no son demasiado agradables de manejar. Para añadir variedad, se agradece su presencia, sigue siendo entretenido, pero Modern Warfare siempre se desenvuelve mejor en distancias cortas, en movimientos de cadera, en el temor a cada esquina donde puede haber un enemigo. A mayor escala, la experiencia se diluye como un azucarillo.
Modern Warfare también se desenvuelve de maravilla en una personalización muy completa pero accesible, en la que las armas se pueden modificar a nuestro gusto, las rachas de bajas son diferenciales si las sabemos usar correctamente y la progresión está bien calibrada para fomentar que sigamos jugando y subiendo de niveles. Esto será todavía más potente cuando añadan el sistema de Pase de Batalla por temporadas y vaya llegando el nuevo contenido que se ha prometido que será totalmente gratuito para todos los jugadores. Por ahora, la opinión que tenemos del multijugador actualmente es prematura, viendo que el juego va a evolucionar en los próximos meses, pero los brotes no podrían ser más verdes, presentando un futuro ilusionante y lleno de horas de diversión.
El multijugador, que sea cara a cara
La tercera pata, aunque también la más endeble, es el modo Cooperativo, cuyas misiones son muy poco imaginativas y de con un diseño que deja mucho que desear. En su condición de modo menos importante, se han tomado esto demasiado al pie de la letra y se siente desaprovechado, como el modo Superviviencia, en el que se nos da el mínimo común denominador de esta clase de partidas: oleadas de enemigos que van mejorando su inteligencia artificial y en número. Poco más.
Salvo matices de mayor o menor tamaño, el grueso de la obra es sencillamente genial, una oda, una celebración, un regreso por todo lo alto. Call of Duty nunca se había respetado y querido tanto a sí mismo como con esta obra, que se siente auténtica, reconocible y rebosante de una personalidad única e inigualable, de la que nunca debe renunciar. Es la mejor entrega de la generación.
Han sabido interpretar la responsabilidad que suponía una nueva entrega de Modern Warfare con un juego que se respeta mucho más que anteriores COD, que sabe que aquí no hay lugar para la banalización y el experimento. Aquí se viene a disfrutar igual que hace 10 años, como si hiciera con las entregas de pasada generación. Se recupera las mejores sensaciones y sumando varias innovaciones que solo mejoran la experiencia. Call of Duty: Modern Warfare es la entrega que llevábamos esperando toda la generación.
Modo Historia
Gráficos
Modo Multijugador
Cooperativo
El apartado visual es una evolución impresionante
Los añadidos mecánicos aportan muchas nuevas situaciones
El multijugador vuelve por todo lo alto
El modo campaña es atrevido y arriesgado y valiente
En un principio, todo el contenido postlanzamiento es gratuito
El modo Cooperativo y Supervivencia son demasiado simples
Los personajes son correctos pero podían haber sido más complejos