¿Qué hace que unas películas se recuerden más que otras? ¿Su guion? ¿Sus actuaciones? ¿Su banda sonora? En muchas ocasiones ni el conjunto de todos esos factores consigue colocar a una producción notable en el espacio privilegiado de la memoria. Son los trucos más baratos y oportunistas los que traen al recuerdo cintas como "El planeta de los simios", "Psicósis" o "Chinatown". A veces encumbrando momentos puntuales del metraje, y a veces contextualizando el valor de todo un film, pero siempre con un elemento en el epicentro del efecto: el giro de guion. Llámese plot twist, vuelta de tuerca, o cubo de agua helada; este recurso impacta y deja una huella imborrable en el espectador. Dependiendo de su ejecución, revela la habilidad o la torpeza del escritor de turno, pero siempre le catapulta hacia la introspección de terceras miradas. Con "Ventajas de viajar en tren", Aritz Moreno cocina una cinta que eleva ese virtuosismo hasta cotas nunca antes vistas.
Seamos impertinentes
Los asistentes al último Festival de Sitges ya pudieron vibrar con el ritmo frenético que desprende esta adaptación de la novela de AntonioOrejudo. Es difícil, por no decir imposible, encontrar una definición cercana al mamotreto narrativo y visual que supone esta producción. Y eso es bueno. Lo que en un principio parece un encuentro casual de dos individuos en un viaje de tren, pronto se convierte en una montaña rusa de sorpresas a cada cual más bizarra. Moreno toca el humor negro, el drama, la acción, y hasta el thriller buscando siempre forzar la realidad hasta sus límites. Los elementos de ficción están presentes, claro pero siempre supeditados a historias personales narradas con pasión y gracia. Son las enfermedades mentales las aquí actúan como catalizadoras de unas ensoñaciones impactantes, que en el mejor de los casos, extraen la cara más desagradable del ser humano. El logro de la cinta, no obstante, no se encuentra en lo que hace, sino en lo que no hace. En la habilidad del cineasta para evadir la vulgaridad mientras se baña en toneladas de excrementos.
Hurgar en la demencia siempre ha derivado en experiencias cinematográficas desconcertantes, cuando no incómodas. ¿Qué otra cosa se puede esperar de la naturaleza viniéndose abajo? "Ventajas de viajar en tren" navega por lindes similares, pero no lo hace para perturbar o inquietar. Sus historias conectadas por personajes horquilla, buscan principalmente el entretenimiento desde la vergüenza ajena. Gárate (Javier Botet), los Urales de Úbeda, Rosa (MacarenaGarcía), Emilio (Quim Guitérrez), Helga (PilarCastro); todos ellos tienen en común la incapacidad para apegarse a ese artificio que denominamos “normalidad”. La vocación de luchar contra sus propios instintos para contentar a los demás. Son excéntricos de forma innata, y de esta misma se aprovecha el trabajo de Javier Gullón. Su libreto, podría haberse pedido en la infinidad de giros, personajes y situaciones de la novela original, pero en su lugar perfila un ajetreado e inquietante viaje. De esa espontaneidad por asumir la locura como herramienta narrativa válida, nace el juego de sombras chinas con el que engaña y subvierte. Ahora bien, no todo el campo es orégano.
Desventajas de viajar en episodios
Todo lo que aporta el formato antológico lo compensan sus defectos. Que ninguna de las historias se prolongue más allá de la media hora impide desarrollar de forma extensa y profunda a los protagonistas. No es, hasta bien avanzada la trama, cuando otro plot twist -no podía ser de otra forma- conecta cada relato en un solo cuerpo coherente. La barrera de entrada que tiene que superar el espectador para llegar hasta ese punto del metraje no es especialmente baja. Y es que, desde el minuto uno, Moreno apuesta por lanzar cientos de estímulos en pantalla. Por saturar hasta niveles insospechados, obligando a quien se sienta en la sala, a, o bien aceptar el absurdo y dejarse llevar sin cuestionar nada, o bien desconectar por completo de la experiencia. Pese a sus formas cómicas, y a su amabilidad visual para con el espectador, pronto queda claro que este trabajo no es para todo tipo de público. Quienes busquen aquí una puerta hacia el disfrute intelectual, se chocarán de frente con un laberinto de imposible resolución. De hecho, pese a que la cinta ofrece recursos para poder deducir e hilar, parece albergar intenciones amparadas en un entretenimiento mucho más banal.
La otra piedra que pone en el camino este compendio episódico es la inconsistencia. Por mucho esfuerzo depositado desde el reparto, y mucha homogeneidad visual cocinada desde producción, el film no escapa de la irregularidad. Todos sus relatos muestran un nivel notable e incluso sobresaliente, pero discerniendo entre ellos nos topamos con subidas y bajadas de calidad más que evidentes. El impacto viene en muchos momentos derivado del cambio de tono entre historias, y este no siempre se alcanza con una transición satisfactoria. Sí, como relatos individuales, el amor torpe y naíf entre García y Botet echa chispas; el maltrato psicológico y zoofílico con el que Gutiérrez somete a Castro transita lo intransitable; la pesadilla política militar que vive Luis Tosar se pega como un chicle. Pero manejan tramas tan distintas, y conclusiones tan particulares, que resulta complicado llegar al desenlace con una imagen conjunta del viaje. ¿Estamos ante una o muchas películas? Ernesto Alterio intenta dar respuesta empacando la experiencia durante la recta final, pero solo consigue añadir más caos.
Conclusión
Si la ópera prima de Moreno termina dejando un sabor más dulce que amargo es por todas y cada una de las pinceladas de genialidad que va dejando a lo largo del metraje. Por su acertadísimo humor, por el descomunal talento del reparto, y por saber saturar con constancia durante casi tres horas. "Ventajas de viajar en tren" no transita la perfección ni persigue agradar a todo aquel que se acerque a ella, pero supone un ejercicio de creatividad como hacía muchos años que no veía el cine español. Y es que, la verosimilitud está sobrevalorada.
Una historia se abre a otra, y esta a otra, y esta en otra... La novela de Antonio Orejudo llega a la gran pantalla de la mano del debutante Aritz Moreno, y lo hace avasallando. Cientos de estímulos se agolpan en un transitar de historias interconectadas que buscan la impertinencia para exprimir la comedia, el drama y hasta el thriller.
El guion es incluso más ingenioso que la novela que adapta
El extenso reparto y la calidad de cada una de las interpretaciones
Lo escabroso y descerebrado de algunas historias
Cierta irregularidad derivada del formato episódico
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