La última obra maestra de Christopher Nolan, Oppenheimer, destapa la historia moralmente ambigua tras el Proyecto Manhattan y la vida del científico que estuvo detrás de esta innovación científica de proporciones inimaginables. Nolan nos presenta un ambicioso largometraje que busca examinar la responsabilidad y el legado de J. Robert Oppenheimer, el genio detrás de una de las creaciones científicas más influyentes y aterradoras de la historia. Si bien la película aborda los dilemas morales de Oppenheimer y sus nobles intenciones, existe una historia sombría que se esconde tras la fachada y que merece nuestra atención.
La trama épica de Oppenheimer, que se despliega a lo largo de décadas, abarca un vasto conjunto de personajes, lugares y eventos históricos. Dada la magnitud de la narrativa y su duración de tres horas, es comprensible que ciertos hechos históricos hayan quedado fuera de la pantalla. Sin embargo, la esencia histórica presentada en la película pretende estar enraizada en la verdad; así que, cuando ciertos aspectos clave son omitidos, surge la necesidad de examinar cuáles son estos aspectos y cómo influyen en la narrativa de Nolan. Y es que, el enclave remoto de Los Álamos y el lugar de la prueba nuclear Trinity ocultan una historia más oscura de lo que Oppenheimer sugiere.
Las palabras de Cillian Murphy en el papel de J. Robert Oppenheimer, "Bienvenidos a Los Álamos. Hay una escuela de chicos que tendremos que requisar, y los indios locales vienen aquí para los ritos funerarios. Aparte de eso, nada en 40 millas en cualquier dirección", son las únicas pistas en las tres horas de película que arrojan luz sobre la ocupación anterior de Los Álamos. No obstante, estas palabras son engañosas.
En realidad, Los Álamos era mucho más que una simple escuela y un terreno para rituales. Fue el hogar de numerosas familias indígenas e hispanas. Aunque el número exacto de indígenas Pueblo desplazados sigue siendo incierto, se documenta que 32 familias hispanas fueron forzadas a abandonar sus hogares para dar cabida a Los Álamos. Algunas de estas familias apenas tuvieron 48 horas de preaviso, mientras que a otras se les desalojó bajo amenazas.
Los indicios sugieren que esta reubicación forzosa fue injusta y discriminatoria. A través de la expropiación forzada, que permitía al gobierno confiscar propiedades privadas sin el consentimiento del dueño, los colonos hispanos vieron cómo sus tierras eran adquiridas por meros 7 dólares por acre, en comparación con los 43 dólares por acre pagados por ranchos propiedad de estadounidenses blancos. Además, se tienen informes de destrucción de cultivos y viviendas, tiroteos al ganado y enfrentamientos racistas entre la policía militar y la población local. Las amplias tomas del árido paisaje desértico en Oppenheimer podrían llevar a creer que la zona de Los Álamos nunca albergó vida, pero la historia cuenta una historia distinta.
Es posible que el público no sepa que la explosión de la prueba Trinity en la película no tiene lugar en el aislado Los Álamos, una omisión que la película apenas aborda. La realidad es que esta prueba se condujo en la Cuenca de Tularosa, una región que albergaba casi medio millón de personas que habitaban en un radio de 150 millas y en cuyas vidas tuvo un enorme impacto. Mientras Los Álamos alardeaba de no tener "nada en 40 millas en cualquier dirección", la cuenca tenía habitantes a meras 12 millas de distancia. Cuando la bomba detonó, la ceniza radiactiva afectó a algunos residentes de la cuenca, mientras otros entraron en contacto con cultivos, ganado y agua contaminada.
Sorprendentemente, el gobierno estadounidense optó por no evacuar a los habitantes de la cuenca ni alertarles sobre los niveles peligrosos de radiación. En lugar de eso, se les informó que lo que habían presenciado era una simple explosión accidental de municiones. Las consecuencias para la salud fueron devastadoras. A corto plazo, la tasa de mortalidad infantil en la zona se disparó. A largo plazo, aquellos que vivieron cerca de la explosión, conocidos como "downwinders", continúan experimentando altos índices de cáncer. Incluso hoy en día, el gobierno evita aceptar su responsabilidad. A pesar de que las víctimas de las pruebas nucleares en Nevada han recibido compensaciones, las víctimas de la primera prueba nuclear aún esperan que se haga justicia.
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