Super Mario Bros. Wonder es el ejemplo que con más facilidad se me viene a la cabeza cuando intento pensar en qué otros movimientos parecidos al anuncio de The Legend of Zelda: Echoes of Wisdom ha hecho Nintendo con respecto a sus grandes sagas con tal de revalorizarlas. Ambos juegos representan un cambio generacional; una nueva manera de entender las necesidades del medio sin abandonar las costumbres más importantes que han contribuido a construir un legado intocable a día de hoy.
En este mismo sentido, Echoes of Wisdom es un juego innovador, pero también muy tradicional; intenta ofrecer una premisa transgresora, pero valiéndose de algo que siempre ha estado presente en la saga. Es una obra que probablemente dé pie a muchas otras dentro de la franquicia y, al mismo tiempo, un producto referencial con respecto al pasado de The Legend of Zelda. Es, definitivamente, una prueba más de que Nintendo sabe mejor que nadie cómo posicionarse al mismo tiempo en presente, pasado y futuro.
La verdadera leyenda de Zelda (ahora sí)
La premisa principal de esta nueva entrega de la saga es que Link se hace un lado por motivos que no voy a desvelar aquí para no reventarnos nada y Zelda se ve obligada a adoptar el papel de protagonista. Y, aunque no es la primera vez en la historia que la princesa es un personaje plenamente jugable, Echoes of Wisdom, es la única ocasión en la que todo lo que hacemos en el juego recae sobre sus hombros.
Esto sirve como la excusa perfecta para que Nintendo explore las mecánicas tradicionales de The Legend of Zelda desde un punto de vista diferente al adaptar la aventura a las cualidades de la princesa, la cual siempre se ha caracterizado por ser una habilidosa usuaria de la magia que se encuentra presente por el reino de Hyrule.
En este mismo sentido, hay una mecánica principal en torno a la cual gira todo lo demás en Echoes of Wisdom: la posibilidad de replicar aquellos objetos que nos encontramos por el camino. Esto no implica que podamos copiar cualquier cosa que se nos cruce por delante, dado que los ítems que sí tengan esta cualidad aparecerán resaltados por un brillo especial, pero lo cierto es que hay varias decenas de enemigos y elementos del escenario que sí podemos añadir a nuestro inventario astral.
Esta habilidad única de Zelda permite que las dos mitades que componen siempre el núcleo duro jugable de la franquicia se tengan que afrontar de una manera diferente a cómo lo hacíamos con Link. Tanto es así que Echoes of Wisdom se siente como un juego de contrastes: el envoltorio que lo rodea todo; las mazmorras, la distribución de las aldeas, los entornos de las distintas tribus son similares a anteriores juegos. Por otro lado, la forma de combatir y de resolver los puzles se podría considerar como una aproximación totalmente diferente:
Los combates pasan de ser secuencias donde el uso de la espada y el arco de Link son protagonistas a convertirse en una especie de intercambio de invocaciones de enemigos. Los enfrentamientos contra las criaturas hostiles de Hyrule se resuelven al ponerlas frente a otras que ya hayamos copiado después de derrotarlas
Las mazmorras pasan de tener una única solución a tener varias que conviven simultáneamente siempre y cuando tengas las invocaciones de objetos y criaturas adecuados. Si bien es cierto que las opciones en este sentido no son infinitas, es probable que no resuelvas dos mazmorras similares de la misma manera si le das un poco al coco
Más clásico que Breath of the Wild y Tears of the Kingdom
En mis primeras impresiones de The Legend of Zelda: Echoes of Wisdom comenté que gracias a Dios no es un juego como Breath of the Wild o Tears of the Kingdom por aquello de que su principal objetivo no es hacer que te pierdas en una mastodóntica superficie de terreno cubierta por más de 25 tipos de coleccionables y tareas diferentes. Y, aunque algunas personas me tacharon de loco, esto es algo que sigo manteniendo después de haberme pasado el juego.
No necesitamos que todas las entregas de The Legend of Zelda sean Tears of the Kingdom por el mero hecho de que este último y los siguientes que vengan dejarán de ser especiales si Nintendo no intenta algo distinto con ellos. Quizás sea esa la posible razón que explique por qué Echoes of Wisdom es un juego mucho más contenido y tradicional: si Breath of the Wild es el océano, esta nueva entrega de la saga es como un cuento conservado dentro de una botella que vaga perdida surcando sus olas. O, dicho de forma mucho menos metafórica: si BOTW y TOTK duran más de 70 horas, Echoes of Wisdom te lo puedes acabar en menos de 20.
En este sentido, el juego opta por un diseño de niveles y un tamaño del mapa que se asemeja más a las entregas anteriores a la gran revolución de 2017 de Nintendo. La distribución de los reinos sigue el mismo patrón, el transcurso de la aventura avanza en base a acciones similares y los ritmos a los que va ocurriendo todo comparten la misma cadencia. De esta manera, Echoes of the Widsom se conforma con no ser una revolución completa de The Legend of Zelda (una vez más), sino en un juego que experimenta con un concepto que varía bastante con respecto a aquello a lo que ya estábamos acostumbrados.
Esta delimitación más acotada del juego no quiere decir que sea un título menor en calidad: la exploración sigue siendo tan importante como siempre, los jefes finales se yerguen tan imponentes como en otros juegos y las mazmorras se antojan igual de laberínticas que en las entregas de toda la vida. Lo único que quiero decir con esto es que hay ocasiones en las que The Legend of Zelda: Echoes of Wisdom es como echar una vista hacia el pasado, pero a través del cristal del presente.
La exploración sigue siendo un punto clave: me lo he acabado y aún tengo la sensación de que hay varios aspectos principales del juego que ni siquiera he visto. Pero, por otro lado, no se ve en la necesidad de ahogarte en ningún momento con sus contenidos; las mazmorras son complejas, pero se dejan de experimentos para ofrecer un diseño de niveles más clásico; los puzles siguen siendo la mitad jugable del título y se pueden resolver de diferentes maneras, pero rara es la vez en la que te encuentres con uno y no sepas cómo resolverlo con probar un par de invocaciones.
Imperfecciones que lo dejan a décimas de ser sobresaliente
He estado las 18 horas que me ha durado el juego deseando ponerle un 9; con más ganas que nadie de elevarlo a la sección de obras incontestables del catálogo de Nintendo Switch, pero hay ciertas imperfecciones que lo dejan a unas décimas de conseguirlo. No quiero que esto se malinterprete: en realidad es un juego de la saga The Legend of Zelda bastante digno y esto teniendo en cuenta el papelón de intentar ofrecer algo diferente a Breath of the Wild y Tears of the Kingdom con tal de no quemar la fórmula.
Sin embargo, hay ciertas asperezas en lo jugable que no paraban de entrometerse entre mis deseos de ponerle esa nota y la que le he acabado poniendo en realidad. Algo que tiene que ver con un aspecto concreto de su jugabilidad: la usabilidad de las invocaciones y la interfaz de las mismas.
Hay ocasiones en las que los objetos de las invocaciones no se colocan justo frente a ti, sino en un lado, lo cual no viene bien en según qué puzles o secuencias de plataformeo
El inventario de invocaciones se vuelve un completo caos cuando empiezas a tener muchas, dado que se conforma de una única fila (es cierto que se pueden ordenar según tipos de objetos y enemigos, pero a menudo te verás a ti mismo guiñando los ojos en la tele buscando la que necesitas en concreto)
La inteligencia artificial de algunos enemigos es algo mejorable, provocando que a veces sea más efectivo volver a invocarlos donde quieres que ataquen que esperar a que hagan lo correcto por su cuenta
Conclusión
Hay veces en la vida en la que tantas áreas de la misma requieren tu atención al mismo tiempo que lo único que quieres es que lleguen las 10 de la noche y puedas tener acceso a ese extraño limbo nocturno que se crea después de cenar y antes de dormir; uno donde la desconexión es mucho más propicia si tienes a mano algo con lo que distraerte de esas manos fantasma que te agarran del músculo del corazón y te pegan tirones hacia varias direcciones a la vez.
En estos lapsos de calma a menudo hay espacio para que se acabe materializando en ellos un videojuego que te sea de utilidad a la hora de luchar contra tus demonios del día a día. Algo así me ha ocurrido con The Legend of Zelda: Echoes of Wisdom en las últimas semanas, donde el mero gesto de coger la Nintendo Switch con las manos se transformaba en un flujo en oxígeno insuflado directamente en mis pulmones. Después de haberlo completado para hacer este análisis, puedo decir que no es juego que me ha cambiado la vida, pero sí uno que ha estado ahí cuando necesitaba sentirme acompañado de una presencia tan benévola como la de la princesa Zelda.
Ese es el punto de partida de esta nueva entrega de la saga y quizás no tenga tanto que ver con que el cambio de protagonista se traduzca en una mera sustitución de un tipo de mecánicas por otras, sino por la posibilidad de jugar a un The Legend of Zelda más reposado, con esquemas más tradicionales y mucho más sencillo de abordar en el ajetreado mundo en el que vivimos. En un huracán formado por el ruido errático del día a día , Echoes of Wisdom ha sido una dulce melodía que ha amansado durante unos instantes las bestias agazapadas en la cara oculta de la ansiedad dentro de mi estómago. En tiempos inciertos, Zelda ha sido como volver a estar en casa.
The Legend of Zelda: Echoes of Wisdom es un juego capaz de generar una subsaga por sí mismo a causa del potencial que ofrece Zelda como personaje protagonista tanto a nivel argumental como mecánico. Quizás sea menos ambicioso que las dos últimas entregas de la saga pero, pese a sus imperfecciones, apuesto a que logrará convertirse en uno de los favoritos de muchos fans en los años que están por venir.
Estilo artístico
Jugabilidad
Diseño de niveles
Duración
Que sea un juego mucho contenido que los dos anteriores
Una disposición más tradicional de los niveles
El estilo artístico es una auténtica cucada
El giro jugable que ofrece las habilidades de Zelda
El encanto de algunos diálogos y sucesos secundarios
Algunos problemas con el sistema de inventarios
Ciertas imperfecciones con la usabilidad de las invocaciones
Algunos combates contra enemigos no son del todo estimulantes
Crecí rodeado de naturaleza y campos de trigo, pero con la cabeza llena de historias sobre dragones y planetas lejanos. Después me hice psicólogo para poder fascinarme con las historias de los demás.