Lo que comienza siendo un simulador de policía en una ciudad ochentera termina sorprendiendo como uno de los mundos abiertos con mejores persecuciones que recuerdo. The Precinct es una sorpresa muy agradable en un terreno tan explotado como el de los sandbox, que esperando todavía al que puede ser la revolución total, todavía nos puede dejar con alguna que otra sorpresa. Aquí se cumple, y si te gusta el género deberías prestar atención.
Averno City, 1983, corrupción y peligro en las calles
The Precinct toma una perspectiva isométrica, recordando a los primeros GTA, que se mezclan con las conversaciones y diálogos que tienen lugar a lo novela interactiva. Muchos personajes, muchos sucesos y un ciclo repetitivo (pero adictivo) de jornadas laborales que podemos encarar con libertad, pero en la que van sucediendo pequeños hitos que hacen avanzar su trama principal.
Nosotros interpretamos a Nick Cordell Jr., un policía recién llegado a la comisaría de Averno City después de que su padre muriera en servicio. No tardamos demasiado en darnos cuenta de que su fallecimiento tiene que ver con una trama de conspiración y bandas que están poblando las calles de la ciudad, y nosotros vamos a convertirnos en una pieza fundamental para descubrir lo que está pasando.
The Precinct no duda en tomar como referencia al cine negro de los años 80, por estética y por tono, aunque la historia termina difuminándose un poco con diálogos que podrían ser más profundos, al igual que unos personajes que también piden a gritos algo más de desarrollo. Pero tampoco es lo que pretende Fallen Tree Games, su estudio de desarrollo, que quiere que nos enganchemos a su dinámica de simulador de policía mezclado con sus misterios e investigaciones más trascendentes.
El día a día del policía
Una vez pasado su prólogo, The Precinct nos presenta una libertad relativa para afrontar cada jornada laboral. Elegimos qué zona vamos a patrullar y nos dirigimos allí, mientras hacemos cosas mundanas como poner multas por estacionar mal o por tirar basura a las calles o, cuando la cosa se pone más seria, nos liamos a tiros con los vándalos o les perseguimos en intensas persecuciones en coche.
Como policías realizamos cada paso a paso, y The Precinct nos presenta hasta un manual que no está mal que leamos antes de patrullar las calles. Multitud de delitos y crímenes que tenemos que resolver de forma correcta, utilizando la fuerza adecuada a cada situación, pues no podemos agredir o pegar tiros a un criminal si la defensa no es proporcional. Cachear, hacer que pasen el control de alcoholemia, registrar maleteros, multar por exceso de velocidad... el juego cuenta con un montón de pequeños entretenimientos que van sucediendo de forma constante durante nuestra jornada laboral, y que nosotros debemos solventar de forma adecuada.
Según nuestro desempeño como agentes, recibiremos más o menos puntos de experiencia que podremos invertir en mejoras para nuestro personaje. Más salud, mejor recuperación de resistencia, más defensa a diferentes tipos de ataque... y también desbloqueamos nuevos elementos, como nuevas armas o vehículos, o diferentes acciones que poder realizar en nuestro día a día. The Precinct siempre da la sensación al jugador de que está avanzando, bien sea en su trama principal, en la mejora de Nick o a través de un sistema de pistas y bandas.
De vez en cuando nos toparemos con miembros de las diferentes bandas criminales que asolan Averno City, y algunos de ellos nos proporcionarán ciertas pistas. Una vez recogidas un número concreto, tendremos la información suficiente como para poder ir con todo contra ese grupo y acometer su arresto. Así, somos plenamente conscientes de que nuestras acciones están sirviendo para, poco a poco, limpiar las calles de criminales.
Las persecuciones en vehículo, un paso más allá
En los aspectos anteriores, The Precinct cumple, y aunque se puede hacer un poco repetitivo y le falta algo de profundidad, hay algo que lo compensa con creces: subirte al vehículo y perseguir a los malos. El sistema de conducción del juego es fantástico y se adapta de forma increíble a su cámara superior, permitiendo que haya grandes y largas persecuciones muy intensas donde tenemos que poner toda la carne en el asador.
Si nos mantenemos cerca del criminal en una persecución, iremos rellenando unas barras que podremos utilizar para pedir diferentes tipos de refuerzos o acciones, como por ejemplo pedir el apoyo de un coche patrulla o de un helicóptero, o la utilización de una cinta de pinchos para intentar detener al criminal. El diseño de calles y carreteras está pensado para que estas persecuciones parezcan siempre de película, con pequeños callejones, saltos y zonas complicadas donde un accidente puede decantarlo todo a favor o en contra.
Salir del vehículo apuntando con el arma al criminal que llevas un tiempo persiguiendo con mucha tensión no tiene precio, y son los momentos que más he disfrutado con diferencia de The Precinct. Además, por si fuera poco, el mundo abierto presenta varias pruebas desperdigadas por distintos puntos que permiten acceder a carreras callejeras (igualmente divertidas e intensas) y sesiones contrarreloj en zonas delimitadas del mapa que ponen a prueba nuestras habilidades como conductores. Muy buen trabajo aquí.
Al salir del vehículo, la cosa cambia un poco
Ese buen desempeño dentro del vehículo choca un poco con el desempeño de The Precinct cuando vamos a pie. Controlar a Nick es sencillo, y realizar cada acción también, pero no se nota tan pulido y tan intenso como el control de los coches (o el helicóptero, incluso). La cosa también empeora cuando nos toca enfrentarnos a los tiroteos, que son un poco robóticos y ciertamente frustrantes.
The Precinct utiliza un sistema de coberturas, donde nos cubrimos y podemos salir para disparar a los malos. El problema es que, al menos en consola utilizando un mando, las cosas no se han pensado del todo bien y parece diseñado con el ratón del ordenador en mente (tenlo en cuenta), y en ocasiones se hace demasiado sencillo recibir unos cuantos balazos de sopetón sin que nos de tiempo a sacar el arma. Gajes del oficio, por supuesto, pero hubiese agradecido algo más de fluidez de movimientos.
Dicho lo cual, no es algo dramático: las escenas de acción en The Precinct cumplen, pero no están a la altura de sus persecuciones en coche. Lo mismo ocurre con las persecuciones a pie: es divertido correr detrás de un fugitivo, saltar para empujarlo y detenerlo, pero la sensación de que todo resulta un poco robótico siempre está ahí. Y es una pena, porque mejorado este aspecto estaríamos hablando de un juego muy redondo.
Un pequeño mundo abierto policial, muy cumplidor
Con todo, The Precinct termina siendo un videojuego muy divertido, que va más allá de ofrecer un simulador para ser policía y ya está, resultando divertido en cada jornada y muy adictivo, puesto que siempre te apetece acometer un día más. Los sucesos de la historia principal están bien mezclados para que la repetitividad no nos agobie y todo parece bien pensado, aunque el progreso del personajes, los tiroteos y la variedad de actividades del mundo abierto se quedan un paso por detrás de sus persecuciones.
En coche es una delicida, y merecería la pena sólo por vivir sus persecuciones e inclusos sus carreras callejeras. The Precinct no pretende ser una revolución y lo que quiere ser lo cumple: un mundo abierto comedido y divertido, donde contar una historia inspirada en el cine negro de los 80 mientras jugamos a ser policías limpiando las calles de una ciudad asolada por la corrupción y el crimen. Muy divertido y cumplidor, sobre todo dentro del vehículo.
The Precinct va más allá de ofrecer un simulador de policía, y nos propone un entretenido ciclo de jornadas laborales mientras limpiamos las calles de delincuentes y desentrañamos el misterio de su historia. Las persecuciones son fabulosas y sólo por ellas merecería la pena echarle un tiento, aunque sus tiroteos y otras mecánicas a pie no están tan pulidas. Mundo abierto ochentero muy disfrutable y adictivo.
Historia
Jugabilidad
Diseño de mundo abierto
Apartado visual
Una conducción fabulosa, tanto en persecuciones como en carreras o contrarreloj
Su sistema de jornadas laborales es adictivo
Estricto con las normas a seguir siendo policía, pero sin llegar a ser pesado
Los tiroteos están lejos de las persecuciones
Ciertas acciones a pie son un poco robóticas
Se hace repetitivo a pesar de que siempre pasan cosas más allá de las jornadas de trabajo
Más de 10 años en medios digitales, especializado en videojuegos y entretenimiento. De pequeño me metí dentro de una tubería con Mario y acabé en Shadow Moses. Desde entonces sigo por allí.