Análisis Way of Redemption
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ANÁLISIS

Análisis Way of Redemption

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Si recordamos, con cariño o desagrado, lo que representaron títulos como Windjammers y Disc Jam, es inevitable extrapolar tales sanciones a Way of Redemption. Aunque con una tónica notoriamente diferente, y más allá de que pertenezcan a una misma índole, la creación de Pixel Cream ha logrado ofrecernos una obra divertida en toda la extensión de la palabra, haciéndonos protagonizar partidas tan trepidantes como técnicas que nos han impulsado no sólo a querer seguir jugando, ya sea con amigos o en línea, sino que, además, nos han dejado un juicio que recomienda su adquisición encarecidamente, siempre y cuando se toleren las falencias que, por desgracia, el título posee.

Way of Redemption 1

Lanzamiento de proyectiles al estilo MOBA

En primera instancia, destaca de Way of Redemption que, lejos de ser un título deportivo sin más, concede una simbiosis entre diversos géneros que, es imperativo destacar, funciona excelentemente. Haciendo una fusión entre el reconocido lanzamiento de discos y el más que popular género al que pertenecen juegos como League of Legends o Dota 2, esta producción muestra una combinación sumamente grata, pulcra y, ante todo, efectiva, tan sólo mermada por una ausencia de variedad que, asimismo es imperioso mencionar, resta en considerable magnitud la gama de posibilidades que tiene por exhibir.

Entrando en materia detallada, los enfrentamientos consisten en dos o cuatro individuos, tanto en local como en línea, enfrentados entre sí, quienes tienen la potestad de elegir entre 6 héroes -cada uno con sus propias habilidades, activas y pasivas- y 2 mapas -ambos con sus respectivas propiedades-. Durante cada escaramuza, el objetivo será atravesar el proyectil por el portal contrario, haciendo que sus puntos de vida se vean restados en mayor o menor magnitud dependiendo de aspectos como el lanzamiento utilizado -si fue curvo, rápido o en parábola- al igual que el tiempo que ha transcurrido desde la última anotación debido a que, entre más minutos esté la bola en juego, ésta irá más rápido y causará más daños a la integridad de la meta rival.

En consecuencia, la concepción del juego es sencilla: no hay más de lo que plantea en primera instancia. Ello podría considerarse como un detalle que iría en detrimento de una buena valoración, no obstante, el caso que aquí nos compete surge como una excepción a la regla al otorgarnos unos combates que lograría entretener a cualquiera; desde asiduos a la industria hasta a aquéllos que sean completamente ajenos a ella. Y he ahí donde recae su magia: la capacidad que ostenta de entretener, de plasmar una estructura jugable que, pese a que podría dar más de sí, con lo que muestra ya presenta lo suficiente para dejarnos buenas reminiscencias, al igual que su ineludible tristeza por saber que, a fin de cuentas, tiene margen de mejora.

Diversión social y personalizable

De la misma forma, obviando el hecho de que Way of Redemption puede ser jugado en soledad, queda más que determinado que su propuesta está enfocada al multijugador, y es ahí donde recae su mayor importancia. Aun así, agradecemos la presencia de una modalidad off-line ya que, pese a que este no es el caso, muchos productos han sido relegados al ostracismo debido a que sus comunidades no fueron lo suficientemente activas como para mantener con vida sus servidores, eventualidad que ha sucedido con producciones de la índole de Dynasty Feud y, de forma más conocida, el reciente LawBreakers, pero que se abstiene de hacer acto de aparición en esta ocasión.

En términos diferentes, el adjetivo de 'personalizable' se le adjudica debido a que, primero, es posible modificar la estética de los héroes hasta lograr, según la página de Steam del juego, 11.000 combinaciones, y, segundo, cada elemento de la media docena de héroes cuenta, como mencionábamos anteriormente, con sus alusivas capacidades, sin embargo, asimismo es relevante resaltar que, al ser batallas que se deciden por quién gana en dos ocasiones, entre cada 'set' los usuarios estarán en la potestad de agregar habilidades pasivas -defensivas y ofensivas- al repertorio de su campeón, causando así que sus potestades sean más poderosas, estén activas durante una mayor cantidad de tiempo, cambien su comportamiento, entre otras más que, dentro de sus reprochables limitaciones, aumentan las variantes que alberga la entrega.

No obstante a lo escaso de sus opciones, una realidad que ayuda a adversar tal falencia es el cross-play; la posibilidad de disfrutar junto a usuarios de PC siendo de PlayStation 4, y viceversa. Ésto es necesario de recalcar pues, al expandir el número de jugadores, y teniendo en cuenta la idiosincrasia MOBA que se le ha conferido a la producción, el número de escenarios que pueden llegar a desenvolverse es realmente abismal. Una remontada épica, una erradicación total del adversario, un enfrentamiento extremadamente reñido o una ingrata molestia generada por un mal compañero de equipo son eventos que, seguramente, afrontarán durante su estadía en Way of Redemption, y todos, sin excepción, merecen una oportunidad de ser catados.

Way of Redemption 4

Recomendable acción deportiva

El veredicto es claro: lo único que aleja a Way of Redemption de ser una obra sobresaliente es la ausencia de variedad que obsequia al público, tanto en héroes como en mapas. De ahí en más, lo que ha logrado Pixel Cream amerita que cualquier amante del género arcade le dé una encarecida y aconsejable prueba, pues la diversión que supone puede que, sí, tendrá pares e, incluso, será superado por algunos, mas lo cierto es que este específico lanzamiento de proyectiles en un ámbito deportivo con habilidades mágicas y esencia de acción está en la potestad de jactarse de ser, ante todo, un juego que entretiene de modo realmente entrañable.

Redactado por:

Politólogo a tiempo completo, economista a tiempo parcial. Asiduo al medio interactivo por su capacidad de hacernos vivir las historias, no contarlas. Joven venezolano amante de Bad Bunny, Itachi y los RPGs que busca cooperar en la evolución de una industria huérfana de horizontes.