3 cosas de El Escuadrón Suicida que no acaban de funcionar

Últimamente se ha tratado a James Gunn como una especie de salvador del Universo DC. Con “Guardianes de la Galaxia”, el director ya consiguió convertir a un grupo de personajes de segunda fila en uno de lo más famosos del UCM, ¿por qué no iba a poder repetir la misma jugada con los miembros del Escuadrón Suicida? Sé que con este comienzo parece que voy a intentar destrozar la película, pero no es así. “El Escuadrón Suicida” me ha gustado, y mucho. Sin duda es una de las mejores producciones de DC, pero me parece que tenía potencial para llegar aún más alto. Voy a explicarme mejor, estas son las 3 cosas de la cinta que, a mi parecer, no acaban de cuajar.

SI NO HAS VISTO LA PELÍCULA DEJA DE LEER, A PARTIR DE AQUÍ HAY RIESGO DE SPOILERS

1. Harley Quinn

En alguno de mis otros artículos ya había dejado caer que le tengo algo de tirria a Harley Quinn. No me parece que sea un mal personaje, y a Margot Robbie le queda el papel como un guante, pero estaría mejor en un segundo plano. Por mucho que nos intenten vender que Harley es una gran protagonista, lo cierto es que, dejando a un margen su turbio romance con el Joker, no pasa de ser la típica secundaria graciosa, que en grandes dosis acaba resultando cansina. De hecho, muchos de sus chistes no terminan de cuajar.

La popularidad de Harley Quinn es un arma de doble filo. Es evidente que la han metido en “El Escuadrón Suicida” porque querían un personaje conocido para vender la película, pero si nos deshacemos de su trama, el argumento de la cinta no cambiaría nada. La captura de Harley, su romance (el más breve de la historia) y su huida de los calabozos no influyen en el argumento. Si se hubiese unido al equipo mucho antes, todo habría acabado igual. En fin, espero que después de esto la dejen descansar un poco.

2. Momentos a lo El Jefe Infiltrado

¿Os acordáis de ese programa en el que empresarios de éxito se ponían una peluca del todo a cien y fingían ser becarios en sus propios negocios? Durante varios momento de “El Escuadrón Suicida” no pude evitar pensar que estaba viendo uno de sus episodios. En “El Jefe Infiltrado”, los empleados que se ponían a hablar con el jefe/becario desarrollaban por arte de magia un fuerte vínculo con él, y le contaban todas sus penas y miserias aunque no viniesen a cuento. En la película de James Gunn sucede algo parecido.

La película hace varias pausas para que los miembros del equipo suelten un pequeño monólogo narrando su pasado. Estas intervenciones no me chirriarían tanto si estuviesen bien integradas en la historia, como los problemas familiares de Bloodsport, pero se sienten más como pausas que rompen el ritmo de la cinta. Entiendo que ayudan a empatizar con los protagonistas, pero a veces están de más. Un ejemplo: “soy el Pacificador. Haría cualquier cosa por mantener la paz, incluso matar a mujeres y niños”. Esta es toda la presentación que necesita el personaje de John Cena, ya le iremos conociendo poco a poco.

3. La parte final

Tengo que reconocerlo, aunque la parte final de “El Escuadrón Suicida” tiene un fallo que casi me sacó de la película, acaba mejorando tanto que he estado a punto de no escribir esta parte del artículo. El problema es el mismo de siempre: después de liarla en los sótanos del laboratorio, el Escuadrón tiene que enfrentarse a su mayor desafío, un monstruo gigante que acaban de liberar. Durante ese instante, los héroes reaccionan de la única forma posible: peleándose entre ellos por un disco duro.

Sí, sí, ya sé que el disco es esencial para la trama y juega un papel clave al final, ¿pero tenían que sacar este tema justo cuando Starro consigue escapar? En ese momento lo único que quieres ver es cómo se las apaña este grupo de desgraciados para acabar con una estrella de mar del tamaño de Godzilla. Menos mal que la película al final da lo que promete y esta batalla no defrauda.