A Daniel Monzón le encanta explorar los márgenes de la sociedad. Lo hizo con un preso en "Celda 211", con un traficante de drogas en "El Niño" y ahora con una banda de jóvenes delincuentes en "Las Leyes de la Frontera". La película, que dará que hablar en los próximos meses y que apunta a colarse en alguna de las categorías de los Premios Goya, recupera además un género ya olvidado por parte de la industria y la sociedad españolas, el siempre polémico cine quinqui. Y qué manera de hacerlo.
"Las Leyes de la Frontera", adaptación de la novela del escritor Javier Cercas, viaja al verano de 1978 en Girona y sigue la historia de Ignacio Cañas, un adolescente de clase media, marginado y martirizado por el resto de chavales del instituto y del barrio. Un día conoce a un par de delincuentes rebeldes, el Zarco y Tere, que le adoptarán en su pandilla. Poco a poco, el inocente Nacho se verá envuelto en una espiral de diversión, crimen, adrenalina, drogas, atracos y amor.
Herencia del quinqui
Todo en "Las Leyes de la Frontera" sale de aquel cine quinqui de Eloy de la Iglesia o José Antonio de la Loma. La ambientación que nos presenta Monzón es perfecta y cumple su función a las mil maravillas. En los primeros 10 minutos ya hemos viajado en el tiempo hasta la época de la Transición. Y ese barrio chino de Girona es la representación perfecta de lo que fueron los barrios marginales de la época en las grandes ciudades. Solo con este ejercicio de mimo y cuidado, la película ya tiene mucho ganado.
Hay que sumarle también un entero en su reparto, que es acertadísimo. Desde Marcos Ruiz y pasando por cada uno de los miembros de la banda, la pandilla es de lo más creíble. Eso sí, por encima de todos ellos destaca una persona. Begoña Vargas es el faro de la película. Cuando la cinta se embarra, una sola escena suya es suficiente para hacerla arrancar otra vez. Tiene algo hipnótico en su mirada sombría y en su actitud que la convierten en la gran revelación de "Las Leyes de la Frontera". El cine quinqui necesita personajes fascinantes y Tere, desde luego, lo es.
Eso sí, comentaba que la película es heredera del quinqui porque tiene algo diferente. Monzón es consciente de que han pasado 40 años de aquellas cintas crudas y divergentes. Por eso, embriaga a todo su filme de un aroma nostálgico, como si quisiera hacer una mezcla entre película al uso y homenaje a las historias de su juventud. El experimento le sale y "Las Leyes de la Frontera" adquiere un tono único y muy atractivo.
Amor y rebeldía
Como toda película de cine quinqui, el leitmotiv principal de "Las Leyes de la Frontera" es la rebeldía de alguien cansado de la vida que le ha tocado vivir. Una historia con la que, por lejos que nos pueda pillar esa realidad de robos y atracos, es muy fácil conectar. Era la clave del género hace décadas y Monzón no lo deja de lado. En este caso es Nacho, pero también son el Zarco y compañía los que aspiran a otra cosa. Y por muy delincuentes que sean, claro, les coges cariño.
Pero, por encima de esa rebeldía, "Las Leyes de la Frontera" es una historia de amor. Concretamente de un amor imposible. La columna vertebral sobre la que se construye el armazón que conforma la cinta es ese enamoramiento adolescente por una persona que se ve inalcanzable, incluso cuando parece que está muy cerca. Nacho se enamora de Tere y por eso va con todo para cambiar su vida. Es una historia preciosa y narrada de manera muy sutil, de fondo, sin dejarse llevar por las pasiones de los romances clásicos.
Conclusión
"Las Leyes de la Frontera" es un homenaje sensacional al mejor cine quinqui de los años 70 y 80. Daniel Monzón nos cuenta un relato que no deslumbra por su originalidad sino por el buen talante que demuestra en cada una de sus piezas. La ambientación, la dirección, el guion, el reparto, los temas que trata (atracos, supervivencia, amor, rebelión, etc.)... Prácticamente cada detalle funciona como debe y, salvo por la precipitación excesiva de su tramo final, consigue ser redonda. Así que ya sabéis, no os la perdáis porque ya puede verse en cines en toda España.
"Las Leyes de la Frontera" es un homenaje sensacional al mejor cine quinqui de los años 70 y 80. Daniel Monzón nos cuenta un relato que no deslumbra por su originalidad sino por el buen talante que demuestra en cada una de sus piezas. La ambientación, la dirección, el guion, el reparto, los temas que trata (atracos, supervivencia, amor, rebelión, etc.)... Prácticamente cada detalle funciona como debe y, salvo por la precipitación excesiva de su tramo final, consigue ser redonda. Así que ya sabéis, no os la perdáis porque ya puede verse en cines en toda España.