Crítica de Puñales por la espalda (Knives Out): jugando al Cluedo
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Crítica de Puñales por la espalda (Knives Out): jugando al Cluedo

Daniel Craig, Ana de Armas, Chris Evans, Toni Collete, y otras tantas estrellas bailan en una parodia absurdamente divertida

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Una muerte misteriosa, múltiples sospechosos, un espacio cerrado, y una lagartija que se cuela entre secretos y estancias para enarbolar una teoría. El whodunit, ese subgénero amparado en Agatha Christie, Arthur Conan Doyle, Ruth Rendell, ha dejado durante las últimas décadas todo tipo de películas. Algunas mejores, otras peores, pero todas ellas siempre apelando a unas normas no escritas que mantienen la atractiva personalidad de esta particular fórmula. A esa caza del asesino se lanza Rian Johnson con una bomba de ingenio, elegancia, y mucho conocimiento de causa. "Puñales por la espalda" se presenta como un caramelo clásico que responde a caras conocidas para hacer de su abundante reparto una carta ganadora. Y sí, en gran medida ese es su principal acierto, pero el uso que le da al talento es otro completamente distinto al esperado. ¿Drama? ¿thriller? Nada de eso; la investigación que encabeza Daniel Craig es una parodia de arriba a abajo que persigue deconstruir desde la carcajada más elegante.

Lo que en su tribulación galáctica acabó siendo un mero tonteo hacia la burla -que mucho enfadó a algunos-, aquí es un chiste de principio a fin. La premisa y los primeros compases del metraje están llevados con sobriedad y hasta cierta templanza, pero poco tarda el director en comenzar a flexionar a sus personajes en situaciones del todo surrealistas. La colección de estatuas es variopinta; el tío avaricioso, la sobrina en la edad del pavo, el cuñado infiel, el abuelo afable. Johnson recorre todos esos arquetipos tan manoseados y los exagera hasta límites insospechados. ¿Por qué entonces no estamos ante una comedia al uso? Acogerse a las formas de Hitchcock le permite al director jugar con el espectador rompiendo preconcepciones y regalando una sarta de bombas de humo que calan casi de manera natural. La ironía es una constante aquí que lo recubre todo casi desde el minuto uno, y que sostiene una trama endiabladamente divertida. Ahora bien, el pilar sobre el que se sostiene todo sigue siendo encontrar al responsable del crimen, el “who has done it”.

Quién es quién

Harlan Thrombley (Christopher Plummer), un veterano escritor y cabeza de familia aparece degollado en su propia habitación. Ningún miembro de la familia que vive bajo el mismo techo escuchó nada esa noche. A la mañana siguiente los investigadores Elliott (LaKeith Stanfield) y Wagner (Noah Segan) llegan a la residencia para investigar lo sucedido, y determinan que ha sido un suicidio; el abuelo, tras años cuidando de sus más allegados, habría dado por cumplidos todos sus propósitos en vida, dejando en manos de uno de sus hijos la editorial que levantó gracias a sus novelas, y poniendo en manos de todos los demás su abultada fortuna. La hipótesis es coherente y convence a unas rémoras que ya se preparan para coger su trozo de la tarta. Pero todo cambia con la llegada a la escena del crimen de Benoit Blanc (Craig), un detective privado que, contratado por una figura anónima, se hace con el control del caso enarbolando la sospecha de un asesinato. Si la herencia sería repartida, entonces todos tendrían interés en acabar con Harlan; desde el hijo más allegado hasta el sobrino fascista más desapegado. Comienzan a correr sudores fríos.

Puñales por la espalda

Con tanta información en pantalla, Johnson opta por una exposición fragmentada y cocinada a fuego lento. Un soberbio Craig se enfunda las gafas y el traje de Sherlock Holmes, y comienza a entrevistar a cada uno de los sospechosos. Ellos aparecen en la cinta ya construidos e integrados, obligando al espectador a acompañar al detective en sus deducciones; se sostiene la intriga. Este acercamiento tan farragoso a nivel narrativo, recompensa al elenco con espacios amplios de lucimiento. Michael Shannon es el hijo al control de la editorial, Jaimie Lee Curtis es la hija engañada por el cuñado haciendo de cuñado que encarna Don Johnson. Toni Collete es la viuda hippie que vive del cuento y de la generosidad del abuelo; su hija es Katherine Langford, alguien que se deja llevar por los demás. Jaeden Martell es el mencionado nazi que soporta todo el mensaje político sintetizado en el escenario y el vestuario. Y Chris Evans es el macguffing, el hijo prepotente y distante que el director utiliza como “mayordomo” del caso.

Una lírica deliciosa

Las caras van pasando por esa sala capitaneada por una gran silla adornada de cuchillos, y la confusión no deja de crecer. Ninguno enseña sus cartas, y eso obliga a Blanc a mirar hacia la única persona que no tiene intereses cruzados con el legado de Harlan; su cuidadora Marta (Ana de Armas). La joven de origen latino -un buen cebo para gran cantidad de chistes racistas- mantenía una relación afectuosa con el muerto, y conocía todos sus pensamientos. Era una suerte de conciencia sobre la que se apoyaba este hombre, y claro, la principal diana ahora de todas las preguntas. de Armas soporta el peso de las miradas con la mejor interpretación de toda su carrera. Johnson no duda en despegarse del detective, quien por tradición debía ser el narrador en primera persona de la investigación, y se queda con esa joven titubeante y bonachona. Poco a poco va quedando más claro que "Puñales por la espalda" quiere jugar en un terreno familiar, pero al margen de las reglas más reconocibles.

Puñales por la espalda

La claridad con la que el director vislumbra su meta favorece una puesta en escena fluida que acoge con gusto los rebuscados diálogos del guion. Que el propio Johnson sea también el autor del libreto no es baladí; ese control le otorga autocontrol, no dejarse llevar por las fuerzas contrapuestas que ya tiraron de él en Star Wars. El resultado ante tanta planificación y estilo no podía ser más que uno complaciente, claro. La genialidad, eso sí, no se empieza a detectar con claridad hasta haber superado el ecuador del metraje. Con todas las pistas encima de la mesa. Benoit encaja piezas y llega a una conclusión cuya exposición deja en voz de Marta. Y aquí se inicia una de las sucesiones de plot twist más extensa y bien llevadas de los últimos años. El primer cebo cae rápido, pues es el que guía la investigación y encaja en los clichés más burdos, pero las sorpresas empiezan en ese mismo punto; de un acusado a otro, el cineasta va engañando sin respiro hasta llegar a un final absolutamente maravilloso.

Conclusión

"Puñales por la espalda" no aspira a obra de culto, ni a dejar un poso intelectual. Con un trabajo de escritura impecable, y unas actuaciones descomunales, consigue entretener como no lo ha hecho ninguna otra película en todo este 2019. No deja de ser un Cluedo al uso que sigue un discurso lineal, pero por el camino logra desmontar una expectativa tras otra. Johnson, un chef acostumbrado a platos más refinados, termina cocinando un dulce y esponjoso donut que se deshace con mirarlo.


Puñales por la espalda (Knives Out)

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Rian Johnson sale de su zona de confort con una masgistral parodia al cine de detectives. El estelar reparto se deja llevar por uno de los guiones más ingeniosos y sorprendentes de los últimos años, mientras el misterio insufla de tensión a todo tipo de situaciones surrealistas. Pura diversión en vena.

  • Ana de Armas y su portentosa actuación
  • El cinismo de un Chris Evans pletórico
  • Humor tan absurdo como mordaz
  • Sorpresas imposibles de prever hasta el mismo desenlace
  • Algunas estrellas del reparto quedan tapadas
Duración: 130 min

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Redactado por:

Criado y educado en la escuela de Ghibli. Emborrachado de anime, poco a poco abriéndome a otros sabores y colores.