El último trabajo de Ridley Scott, Napoleón, ha suscitado un debate entre historiadores y amantes de la historia debido a sus notables cambios e inexactitudes históricas. Aunque el cineasta ha defendido su derecho a tomar libertades creativas en aras del entretenimiento, algunos de estos errores son lo suficientemente significativos como para destacarlos y examinar más detenidamente su impacto en la narrativa histórica presentada en la película:
Uno de los aspectos más notables que ha generado críticas es la representación de Napoleón cargando en la batalla junto a su caballería. Contrariamente a la película, los historiadores sostienen que Napoleón rara vez se exponía directamente al peligro físico, y prefería supervisar las batallas desde atrás. Sin embargo, se reconoce su habilidad para inspirar a sus tropas, un aspecto que la película de Scott enfatiza, aunque de manera inexacta.
La batalla de Austerlitz, otro momento crucial en la película, también ha sido objeto de críticas. A diferencia de la realidad histórica, no hubo un gigantesco lago helado. En realidad, Napoleón sorprendió a las fuerzas austriacas y rusas enviando a su infantería cuesta arriba, sin la necesidad de un lago helado. La película, por tanto, distorsiona este logro militar al presentar una versión ficticia del terreno.
Otro error llamativo es la escena en la que el ejército de Napoleón dispara balas de cañón contra las pirámides egipcias. Aunque Napoleón estuvo en Egipto y luchó cerca de las pirámides, la película exagera dramáticamente la proximidad de la batalla, agregando un toque épico pero altamente inexacto. Este tipo de licencias creativas pueden resultar entretenidas, pero plantean la cuestión de hasta qué punto el cine puede distorsionar la realidad histórica con fines narrativos y visuales.
La presencia de Napoleón en la ejecución pública de María Antonieta también ha sido criticada. La película sugiere que Napoleón estuvo presente en ese evento, pero los registros históricos indican que estaba de guarnición en el sur de Francia durante ese periodo crucial de la Revolución Francesa. Esta fusión de eventos históricos separados para crear una narrativa más compacta en el cine plantea la cuestión de si es bueno sacrificar la precisión histórica en favor de la fluidez narrativa.
En otra escena polémica, la película muestra a Napoleón golpeando a Josefina durante su divorcio. Sin embargo, los historiadores refutan esta representación, argumentando que un acto así no concuerda con la relación tumultuosa pero aparentemente respetuosa que tenían. Este tipo de dramatización de eventos históricos puede tener un impacto significativo en la percepción del público sobre los protagonistas históricos, sugiriendo que la línea entre el drama y la realidad es a menudo difusa en el cine histórico.
La habilidad ecuestre de Napoleón también es mal representada en la película, mostrándolo como un jinete hábil cuando, en realidad, no era experto en montar a caballo y se le veía torpe y descoordinado en ese ámbito. Esta representación inexacta de las habilidades de Napoleón en el manejo de caballos plantea la pregunta de hasta qué punto los cineastas deben equilibrar la representación precisa con la necesidad de crear una experiencia visualmente impactante.
La película omite el momento en el que Napoleón fue herido por una bayoneta británica durante el asedio de Tolón, una situación peligrosa que bien podría haber cambiado el curso de la historia. Esta omisión destaca cómo las decisiones de edición y la selección de eventos pueden influir en la percepción de la audiencia sobre la vida y la carrera de Napoleón.
La reunión ficticia entre Napoleón y el duque de Wellington en Plymouth tras la batalla de Waterloo también ha sido destacada como una inexactitud histórica. En realidad, estas dos figuras históricas nunca se conocieron personalmente, sino que sus caminos nunca terminaron cruzándose en el ámbito personal.
La diferencia de edad entre Napoleón y Josefina es otra distorsión en la película. En la realidad, Josefina era seis años mayor que Napoleón, un detalle que se pasa por alto en la película, alterando la dinámica de su relación. Este cambio en la cronología de la relación plantea preguntas sobre cómo estas decisiones afectan la comprensión del público sobre la dinámica de poder y los desafíos enfrentados por los personajes históricos.
Finalmente, la película presenta a Josefina sugiriendo a Napoleón que se divorcie de ella, una sugerencia que los historiadores refutan, ya que Josefina estaba aterrorizada de perder su posición como Emperatriz y no habría abordado directamente la inevitable separación. Este tipo de inexactitudes eliminan por completo las dinámicas reales entre ambos géneros en este contexto histórico concreto.
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