Disponible en el catálogo de Netflix desde el 12 de abril de 2024, una de las películas que más está dando de qué hablar es Robo, una cinta sueca dirigida por Elle Márjá Eira que destaca por su potente estética y por una premisa social que empieza siendo interesante. Sin embargo, cuando terminas sus 95 minutos te terminas preguntando si realmente ha sido una experiencia en la que ha merecido la pena invertir tu tiempo libre. O hubieras estado mejor de haber visto una película diferente, aprovechando que en Netflix tienes decenas de estrenos cada semana.
¿Cuál es el punto de partida de Robo? Esta película sueca escrita por Peter Birro y basada en la novela de Ann-Helen Laestadius nos presenta la lucha de una mujer joven por defender su herencia indígena en un mundo en el que la xenofobia va en aumento, el cambio climático amenaza la cría de renos y los jóvenes optan por el suicidio como la vía fácil ante una desesperación colectiva cada vez mayor. Un drama muy interesante sin duda alguna desde el punto de vista social, que además está inspirado en hechos reales.
Elin Oskal, Martin Wallström, Lars-Ante Wasara, Magnus Kuhmunen, Ida Labba Persson o Pavva Pitja son tan solo algunos de los intérpretes nórdicos que forman parte del reparto de Robo.
Me gustaría empezar hablando de Robo mencionando la 'horrible' traducción que han hecho al castellano de su título. Stöld en sueco, 'Stolen' en inglés, es evidente que el robo al que hace referencia la película es más bien un arrebato de la identidad cultural de la protagonista, mientras que en español, al menos para mi, la palabra 'robo' hace referencia más bien a un acto físico.
Más allá de esta puntualización, es de aplaudir que exista una película tan valiente como Robo en el catálogo comercial de Netflix, sin embargo, esta valentía no puede ocultar las muchas carencias narrativas de este docu-drama con ínfulas de sermón que nos termina extasiando pese a durar poco más de hora y media. Si te interesa mucho el tema sobre el que se trata, la identidad indígena y la evolución cultural a la que se enfrenta la sociedad sueca, Robo te va a encantar, pero siempre que concibas a la película cuasi un documental aburrido en el que se pretende hacer reflexionar, sin una trama aparentemente atractiva.
El aspecto más cuidado de Robo es su estética. Robo es una película ambientada en los paisajes del norte de Suecia, la región más bonita e inhóspita del país. Zonas montañosas cubiertas de nieve, auroras boreales y otros planos que aumentan la belleza de una película que entra por los ojos. Sin embargo, al igual que sucede con el tratamiento de las comunidades sámi y su historia, que se trata desde un aspecto documental, muchas de las secuencias que vemos en pantalla parecen sacadas de una producción de no ficción.
Si consigues perdonar a Robo ser una película aburrida y densa, que se alarga en exceso y sin una historia interesante, es posible que le veas el encanto a este drama sobre la identidad que ha conquistado a los usuarios de Netflix desde su estreno el 12 de abril.
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