¿Tú eres más de verano o de invierno? Imagino que dependerá de si te gusta más el frío o el calor. En mi caso, me gusta más el frío, ya que soy muy caluroso. Sin embargo, me gusta mucho más el ambiente veraniego: la playa, piscina, tomar algo en alguna terraza con amigos, vacaciones, viajes... y por supuesto, los helados. Los helados pueden parecer una tontería al lado de los escenarios que he comentado antes, pero son una parte importante del verano, tanto que son todo un símbolo que lo representa.
Así que sí, todos en nuestra vida hemos comido helados en verano y muchas veces en invierno también. Y es que están deliciosos, además de que nos refresca del gran calor que podemos tener bajo el sol abrasador en medio de julio o agosto. Pero... ¿cuántas veces has sentido que "se te ha enfriado el cerebro"? Eso tiene una explicación, y te la voy a contar a continuación.
Lo primero a señalar es que no es que se nos congele el cerebro, sino que nos da una señal de dolor en una zona donde realmente no está pasando nada. A este "congelamiento del cerebro" se le llama científicamente "ganglioneuralgia esfenopalatina".
Lo primero que provoca esta reacción en nuestro cerebro es nuestro paladar. Y es que se trata de una zona muy próxima a nervios muy sensibles, además de vasos sanguíneos. Cuando tomamos helado (o algo que esté extremadamente frío), ese alimento entra en contacto directo con el paladar.
Ese contacto directo provoca que los vasos sanguíneos se contraigan repentinamente. Pero como el cuerpo intenta calentarse de nuevo, los vasos sanguíneos vuelven a dilatarse rápidamente, provocando una reacción en nuestro cerebro.
Este es el nervio que se encarga de transmitir sensaciones de nuestra cara hasta el cerebro. Ese cambio tan repentino de temperatura lo interpreta como dolor, y por eso nuestro cerebro manda esa señal. Este dolor es enviado a varias partes de la cabeza, especialmente frente y sienes, aunque ahí no haya nada en contacto con algo frío.
Hay tres formas principales de evitar este dolor de cabeza al comer helado o al tomar una bebida muy fría. La primera es ingerir de forma lenta, ya que al hacerlo rápido provocaremos antes ese dolor. En caso de que se te enfríe demasiado el paladar, presiona con tu lengua ahí para calentarlo. También puedes ayudarte bebiendo agua tibia.
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