Su primera incursión cinematográfica había salido mejor de lo previsto, y el concepto comenzaba a presentar posibilidades de expansión y diversificación. Jim Henson creyó a principios de los años 80 que era el momento de dejar en manos de Frank Oz y el resto de compañeros el futuro de Los Teleñecos (The Muppets) para intentar lo que siempre había soñado; crear un mundo de fantasía sustentado en las marionetas, pero apelando al público más adulto. "Cristal Oscuro" llegaba a los cines en 1982 tras varios rifirrafes internos entre el cineasta y los directivos de Universal, que veían en el metraje demasiados riesgos. En Navidades de ese mismo año se cumplían los peores temores.
El complejo mundo de Thra, y toda la mitología que Henson había tejido en torno a los Gelflings y los Sketsis se chocaba de frente contra la realidad. Los más de 25 millones de presupuesto invertido, y los 5 años dedicados a la elaboración del guion no se veía reflejados en una taquilla que, pese a acumular buenos números en mercados determinados, se quedaba fuera del top 10 de estrenos en Estados Unidos en su primera semana. Que poco a poco iba quedando relegada al ostracismo, y terminaba dejando su marcador en los 41 millones de dólares. ¿Qué había fallado? LouiseLeterrier quería dar respuesta a esa pregunta.
-Esta crítica NO contiene spoilers-
La semilla de la magia
El director francés de cintas como "Transporter" o "Ahora me Ves" decidió contactar en 2011 con Lisa, la hija del ya fallecido cineasta, para poner al universo de Henson en el lugar de la historia que le correspondía. Los medios técnicos permitirían corregir los problemas que el director acumuló durante las 28 semanas de rodaje de la cinta original, la popularidad fermentada en torno a la etiqueta de "producto de culto", sumado al altavoz global de Netflix, atraería a propios y extraños, y la ayuda de BrianFroud permitiría mantener una cohesión visual sólida.
Lisa ya había intentado darle a los fans lo que llevaban años pidiendo a principios de siglo, pero ni el entusiasmo de los asistentes a la Comic-Con del 2007, ni el guion que GenddyTartakowsky ofreció, terminaron de consolidar la secuela. Esa producción acababa desapareciendo del calendario de estrenos (iba a llegar un año después), y la CEO de The Jim Henson Company se veía abogada a esperar la llegada de otra oportunidad. Leterrier, quien había sido fan del universo de Thra desde su infancia, se propuso cuatro años después como candidato para sacar adelante la continuación.
En esa época, el estudio de Lisa ya había descartado la idea de la secuela, y estaba inmerso en la producción de una precuela animada. Sin embargo, cuando esta le presentó el proyecto a Netflix, los ejecutivos del estudio se miraron extrañados, para posteriormente proponer lo que sería la serie que ahora estrena la plataforma. "¿Por qué no la haces como la original, con marionetas?". Esa idea se fundió con la de Henson para seis meses después terminar dando luz a "Cristal Oscuro: La era de la resistencia", una precuela que los ejecutivos no duraron ni un segundo en comprar. La dedicación y el espíritu de Leterrier tras interminables jornadas de 22 horas, terminaban cocinando un producto pulido hasta la extenuación.
Ante todo marionetas
A diferencia del resto de remakes que han pasado por la gran pantalla este año, "Cristal Oscuro: La era de la resistencia" no apela de forma explícita a la nostalgia. No porque no quiera, sino porque su concepción misma estaba volcada hacia la aportación y no el refrito creativo. Leterrier quiere expandir el universo de Henson, y sí, para ello echa mano de criaturas, lugares y razas idénticas a las de la película, pero lo hace con un propósito puramente narrativo. Los tres libros publicados tras el estreno del metraje original ("Mitos de la creación" I, II y III) le daban un sustento más que abundante para construir sin perder la esencia de la Thra ochentera. Y eso es precisamente lo que consigue; revivir una obra de culto exaltando sus virtudes.
Los avances técnicos que podrían haber alterado por completo la naturaleza de la saga quedan relegados a un segundo plano. Aquí son las marionetas las que vuelven a tener todo el protagonismo; condicionando desde el minuto uno el ángulo de las escenas, las secuencias de acción, y todo el lenguaje visual de la producción. La presencia de Froud -diseñador de la película original- le da a todo este planteamiento un nivel de detallismo y calidad que hipnotiza la mirada. Desde los Skeksis con sus ropajes ostentosos, a los Gelflings angelicales, incluso pasando por los graciosos Podlings, todos desprenden un cariño inconmensurable.
Por su parte, el CGI tiene especial relevancia a la hora de facturar determinadas situaciones imposibles de llevar a cabo por los marionetistas, y en el momento de presentar, desde planos generales, los distintos escenarios repartidos por Thra. Ha'rar, las cuevas de Grot o Stone-in-the-Woods aparecen representados con una exuberancia y elegancia dignas del propio Henson. Incluso la banda sonora de Daniel Pemberton y Samuel Sim -a pesar de carecer de una fanfarria destacable- destila una magia especial. La carta de presentación de "Cristal Oscuro: La era de la resistencia" es digna de mención, y resulta sencillo quedar prendado frente a la pantalla sin mostrar demasiado interés por la trama. ¿Es está última mala?
Fantasía fantástica
Cuando Henson estrenó la película original en el 82, muchos vieron en su historia paralelismos obvios con el maniqueísmo, el judaísmo, y la clásica dualidad entre el bien y el mal. Todos esos elementos que también habían servido como base para la fundación de La Tierra Media o el mundo de C. S. Lewis, estaban presentes en el lore de "Cristal Oscuro", y encajaban con los estándares que marcaban a la fantasía. Tres décadas después este relato mitológico de los soles, la fundación del mundo, y la protección de un Cristal de la Verdad a manos de unos villanos déspotas, resulta poco original. Leterrierse obceca en exceso por mantenerse fiel, y pierde la oportunidad de volar todo lo que podría. Eso sí, lo que aporta al mejunje es digno de mención.
Para sacar rédito a esa experiencia coral que permite el lore, el director opta por una trama dividida en distintos personajes, todos con el mismo carisma y el mismo nivel de detallismo; Deet (Nathalie Emmanuel), una Gelfling que inicia una peregrinación desde su hogar subterráneo para prodigar la visión profética de un árbol milenario; Rian (Taron Egerton), un soldado envuelto en una campaña de desprestigio y encubrimiento de los Skeksis; Brea (Alice Dinnean), una princesa tras el secreto milenario de su reino. A todos ellos les une la decadencia de un mundo que está siendo avocado a la destrucción por la raza que juró proteger el Cristal mil trienios atrás. Unos seres repugnantes tanto física como ideológicamente, que aprovechan su superioridad moral para aplastar la cosmovisión naíf de los elfos.
Conclusión
La complejidad de la serie es más que obvia, y no se puede decir que Leterrier ponga las cosas demasiado fáciles para entrar en Thra, pero tras un primer episodio cargado de explicaciones y terminología imposible de recordar, el francés consigue aligerar la carga narrativa. La aventura clásica y las tramas palaciegas van tejiendo a lo largo de la temporada una experiencia rica, sorprendente, y muy adictiva, que parece querer encontrar paralelismos -contextualizados- con "Juego de Tronos" o "El Hobbit". El punto de inflexión lo encontramos en el episodio 5, cuando un nexo común une a todos los protagonistas y los encamina hacia un desenlace final previsible.
"Cristal Oscuro: La era de la resistencia" no consigue solventar su condición de precuela, y se termina viendo constreñida por la premisa de la propia historia que presenta la película. Sí, ya todos sabemos cómo terminarán los héroes en el futuro -la serie se deja espacio para más temporadas antes de solapar a Henson-, pero el camino para llegar hasta ahí está lleno de una magia que los grandes remakes de Hollywood parecen haber olvidado.
El universo de Jim Henson vuelve a la vida con una precuela que transpira cariño y dedicación por sus cuatro costados. Louise Leterrier consigue captar la esencia de la película y la traduce a una serie que mejora tanto visual como narrativamente la producción original, tejiendo una de las experiencias de fantasía más interesantes de la última década.
El lore de Henson sigue siendo igual de atractivo tres décadas después
Thra brilla como nunca lo había hecho gracias al trabajo de producción