Había jugado antes a videojuegos, de hecho comencé generaciones previas a jugar anetes de conocer la saga Tomb Raider. Concretamente, fue la Master System la primera consola de sobremesa que recuerdo haber disfrutado en una casa que no habito desde hace décadas. Me hago mayor, pero si algo no ha cambiado durante todos estos años, ha sido el amor y la devoción que siento por un hobby que he visto crecer tanto como él me ha visto hacerlo a mi. Quien me conoce, sabe de sobra que mis "problemas" de memoria se deben principalmente a que el "despiste" es la gerente primordial de mis "stats". Sin embargo, recuerdo con bastante claridad disfrutar de horas ante el televisor disfrutando de juegos como The Newzealand History o Sonic 2, uno de mis títulos fetiches por darme la posibilidad de controlar al personaje secundario Tails.
Siempre he estado más cómodo en un segundo plano, alejado de la luz de los focos. Un plano más alejado del centro protagonista que te permite tener mayor libertad, incluso para errar sin temor a que todos los ojos estén pendientes de tu metedura de pata. Quizás por eso, siempre he disfrutado más con Tails que con Sonic, o con Luigi más que con Mario. Es posible que de haber sido paciente de Sigmund Freud, hubiera conocido la verdadera razón de mi obsesión por aquellos personajes secundarios que tanto veo brillar a la sombra de los verdaderos protagonistas. Pero tal como os he dicho al comenzar estas líneas, son muchos los años que llevo disfrutando de los videojuegos, y echando la vista atrás, observo que han cambiado tantas cosas, que el cartel de "boomer" ya no hay quien me lo pueda quitar de encima.
En 1996 un videojuego llamó poderosamente mi atención (bueno, la mía y la de medio mundo, no es que yo tuviera un sentir especial, vaya). Un título protagonizado por un personaje cuyo perfil correspondía al arquetipo de figura secundaria de manual. Hablamos de 1996, y que un personaje femenino fuera la única opción de disfrutar de una aventura de este calibre no era tan habitual como lo es a día de hoy. Nada de lo que pude disfrutar hasta ese momento me ofreció tal inmersión. Habitar la piel de una mujer valiente, capaz de proezas increíbles mientras recorría escenarios llenos de peligros y misterios, me hizo adentrarme muchísimo más en un sector que ya me tenía conquistado. Tomb Raider era un juego venido del futuro, que revolucionaba el sector por su increíble realismo pese a los triangulares pechos de la primera Lara Croft. 25 años me separan ahora de aquel primer momento en el que disfruté de Tomb Raider en Sega Saturn, PlayStation y luego en PC.
Core Desing rompía moldes, y rápidamente el nombre de Lara Croft conquistó el mundo en una época en el que la información no estaba al alcance de nuestra mano como sí lo está hoy día. En 1996, menos de 500.000 hogares en España contaban con acceso a internet, y los internautas no superaban los 30.000 millones en todo el globo. A pesar de ello Lara Croft solventó esas limitaciones inexistentes a día de hoy en gran parte del mundo. La saga conquistaba el mundo, los telediarios se hacían eco de su éxito, algunos productos comenzaron a usar la imagen de Lara, las modelos que representaban a la arqueóloga alcanzaban el reconocimiento mundial y la prensa escrita más influyente dentro y fuera del sector de los videojuegos le dedicaba sus portadas, hasta que finalmente, hasta mi abuela sabía quien era "la Tomb Raider esa".
Un cuarto de siglo en el que queda patente en mi experiencia personal que la saga Tomb Raider y su protagonista Lara Croft, han sido una de las principales y más importantes influencias de mi adolescencia. Y aunque mi relación con Lara y la saga ha pasado por diferentes fases, lo cierto es que me siento fuertemente ligado a ella, y como no, muy interesado por todo lo que está aún por llegar. Nunca disfruté tanto de un personaje principal como con aquel primer Tom Raider, y de repente me descubrí más cómodo con el rol protagonista, más abierto a fijar mi atención a todo tipo de personajes, tanto principales como secundarios. Un cambio que vino de la mano de Lara, en el mejor de los momentos, en medio de una generación increíble en la que además de ella, nacían leyendas como Chris Redfield, Jill Valentine, Cloud, Tifa y Aeris o Crash Bandicoot.
Es imposible que aquellos que crearon esta magnifica obra en un pequeño estudio en la ciudad de Derby pudieran imaginar lo que su obra significaría para todo una generación, para millones de personas. Y aunque no todo ha sido siempre de color de rosa en la historia de la saga, lo cierto es que lo pasajes amargos ocurren hasta en los mejores relatos. Si de algo sirve caer en la "oscuridad" pese a tu condición de "ángel", es para resarcirse y mejorar, evitando por todos los medios posibles regresar a una zona donde los focos no iluminan ni dan calor. Lara necesita de esos focos, y espero que siga acercándose a ellos con paso decidido, ya que cuanto más cerca esté de ellos, más grande será la sombra que deje detrás.
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