Santa Monica es una desarrolladora que muchos conoceréis, y no es para menos teniendo en cuenta que son autores de algunos de los mejores títulos exclusivos de PlayStation, como es el caso de la saga God of War. Sin embargo, a pesar de los altos niveles de producción que suelen manejar, Santa Monica es un estudio que se caracteriza por participar en desarrollos más independientes como el de Fat Princess o la innovadora aventura Everybody's Gone to the Rapture, en donde ayudaron a sacar adelante el proyecto a The Chinese Room. Ahora, se unen a Plastic Studios para traer de nuevo a PlayStation 4 un juego que busca innovar apostando por una narrativa minimalista y un fuerte apartado artístico; Bound es el resultado de esta apuesta. ¿Queréis saber qué nos ha parecido? Acompañadnos en este análisis para descubrirlo. [ACTUALIZADO: HEMOS RECIBIDO LA VERSIÓN 100% EN INGLÉS, PERO SÍ EXISTE UNA CON TEXTOS EN CASTELLANO, POR LO QUE EL IDIOMA NO ES UN PROBLEMA]
Bound es un título en el que la jugabilidad no tiene un papel tan importante como en otros títulos modernos a los que estamos acostumbrados, su narrativa no se basa en cinemáticas que cuenten una historia, sino en pequeños detalles de los que el jugador debe percatarse para comprender el conjunto del título, y en donde el apartado artístico juega un papel fundamental. En este aspecto, seguramente se os venga automáticamente a la cabeza Journey, la gran obra maestra de thatgamecompany que, tras los intentos de Flower, Flow y Cloud, sentaba las bases del éxito para esta clase de obras. Recientemente hemos visto varios títulos del género como ABZÛ, que explotaba de nuevo esta gran fórmula de una forma muy buena. Sin embargo, a pesar de que Bound bebe de esta corriente, sus creadores han sido capaces de darle una vuelta de tuerca, un toque de frescura y originalidad a la fórmula para hacer del producto final algo más suyo, más personal.
En Bound nos ponemos en la piel de una mujer que llega a una casa en la costa con un objetivo que no se revelará hasta mucho más adelante. Nuestra misión es recorrer los escasos metros de playa que hay entre la entrada y la casa; sin embargo, a través de este corto camino iremos metiéndonos en su mente para explorar sus recuerdos a través de cada una de las páginas llenas de dibujos de un viejo diario. Y es en este universo ficticio, creado por nuestra protagonista, donde se desarrolla la mayor parte del juego. Aquí es donde el apartado artístico empieza a lucir por sí mismo y donde el plataformeo sale a flote, permitiéndonos jugar como tal.
En cuanto a la historia en sí, Bound trata al jugador de forma inteligente, dejando caer los detalles a través de diálogos en el universo ficticio y pequeñas escenas congeladas como fotografías por las que podemos movernos libremente para enterarnos bien de lo que ocurre. No es una historia grandilocuente ni tendremos que realizar hazañas épicas, simplemente vivir los amargos recuerdos infantiles de una mujer que busca afrontar por fin su pasado; y hasta aquí puedo leer, el resto es mejor que lo descubráis por vosotros mismos. Un último detalle maravilloso acerca de esta narrativa es que es muy personal y, como ocurre en un buen libro, cada persona la vivirá de forma distinta dependiendo de sus propias experiencias; por ello, dependiendo de la percepción de cada uno, podremos tomar alguna decisión drástica en la que la línea entre "final bueno" y "final malo" se difuminan hasta dejar esto a juicio de cada uno de nosotros.
Otro de los cambios más destacados respecto a la fórmula propuesta por juegos como Journey recae en la jugabilidad. A pesar de que este aspecto sigue quedando a la sombra de la belleza artística y la fuerza narrativa del título, la importancia que se le da al apartado jugable se nota que es mucho mayor. En Bound nos encontramos con un juego de plataformas que, aunque no es nada complicado, sí será capaz de mantenernos atentos para no fallar en los saltos ni caernos de alguna zona estrecha.
Pero nos daremos cuenta de que Bound es un auténtico juego cuando consigamos completarlo por primera vez, momento en el que se desbloqueará el modo speedrun, retándonos a completar el título en el menos tiempo posible. Y creedme, aquí veremos que hay mucha más jugabilidad de lo que nos había parecido previamente; aquí seremos conscientes de que cada salto en el momento exacto cuenta, de que elegir un camino u otro puede hacer que el tiempo varíe en cuestión de segundos, lo cual puede hacernos subir puestos en los marcadores que se han incluido en el título para fomentar la competitividad y, por tanto, la rejugabilidad.
Este modo speedrun no solo es acertado, sino que ha influido de forma muy positiva en el diseño de los escenarios, ya que en muchos casos se ofrecen varios caminos para superar una zona, dándole un pequeño componente de exploración y haciendo que el plataformeo se haga más divertido y logre recompensar a los más hábiles (los caminos más rápidos suelen ser los más difíciles de completar).
Por desgracia, uno de los muy pocos fallos que se le podrían sacar a Bound se encuentra en este aspecto. El plataformeo que propone está muy bien, pero el problema es que el control no siempre es todo lo preciso que desearíamos, por lo que algunas zonas (sobre todo en las que tenemos que hacer saltos cortos y rápidos) pueden hacerse algo injustas. En la primera partida nos dará igual porque hay un checkpoint cada 5 pasos, pero en el modo speedrun esto puede arruinar la carrera por completo y hacernos perder un tiempo precioso por culpa, no nuestra, sino del control y las hitbox de algunas plataformas.
Si algo destaca en Bound es, sin duda, lo referente al apartado artístico, tanto si viene en formato visual como sonoro. El estilo visual recuerda, en cierta medida, al de Superhot, contando con elementos con baja carga poligonal, pero con un ambiente mucho más colorido y de aspecto surrealista. A esto le acompañan las sobresalientes animaciones de nuestro personaje, quien se mueve con gráciles movimientos sacados de un bello espectáculo de baile. Hay que destacar que estas animaciones están extremadamente cuidadas y se enlazan unas con otras de forma magistral, haciendo que realmente parezca que nuestro personaje no se desplaza, sino que simplemente baila y nosotros guiamos la dirección que toman esos bellos movimientos.
Por otro lado, el apartado visual de este universo de fantasía en la mente de nuestra protagonista tiene detalles maravillosos, y es que cada peligro, cada enemigo y cada detalle minúsculo es una metáfora de algo real que atormenta a la chica que manejamos desde su niñez. No hay nada fuera de contexto y los responsables se han asegurado de que cada palabra y cada píxel tengan un significado dentro de la historia que se nos cuenta.
Junto a todo esto, nos encontramos con una banda sonora que es de lo mejor que hemos visto en mucho tiempo. Los temas interpretados a piano se sienten personales, al igual que toda la parte narrativa, pero son capaces de adecuarse a cada momento de la aventura. Tanto si debemos escondernos, correr, admirar un bello paisaje o realizar saltos precisos, tendremos la sensación de que la banda sonora nos está invitando a ello; de forma que seguiremos con extrema facilidad el ritmo que el juego nos propone para cada fase.
Por desgracia, la versión que hemos probado está completamente en inglés, tanto los textos que subtitulan lo que dicen los diferentes personajes como los pequeños fragmentos de audio que encontramos; y, aunque no es realmente demasiado necesario entender todos los textos para enterarse de la historia, sí que ayuda mucho para entender qué ocurre, así que el idioma podría ser una dificultad para algunos usuarios, lo cual es una pena.
Bound es uno de esos títulos independientes que se suman a la corriente de los juegos de thatgamecompany. Sin embargo, el tener un estudio de renombre como Santa Monica detrás hace que el juego tenga suficiente personalidad y cambios como para no sentirse otro Journey. La apuesta por la jugabilidad, sobre todo a través del modo speedrun, es una novedad que se agradece mucho y que alarga las escasas 3 horas que puede durar la historia jugada de forma normal. Por su parte, tanto la narrativa personal como el apartado artístico (que contribuye a dar esta sensación de historia íntima) son sobresalientes.
A pesar de que puede tener algún fallo con un control poco preciso o alguna hitbox mal calibrada, el nivel de cuidado y, sobre todo, de mimo que tiene Bound es digno de admiración; las animaciones son maravillosas y el simple hecho de movernos con un cuidado baile será algo que merezca la pena admirar. No es un género que guste a todo el mundo, y es que hay quien prefiere descargar adrenalina pegando tiros, pero sin duda no existe persona en el mundo a la que no le recomendaría jugar esta obra de Santa Monica y Plastic Studios porque, al igual que leer un buen libro, jugar a Bound te hace sentir, disfrutar y crecer como persona a través de las sorpresas que entraña la niñez de nuestra protagonista. Sin duda, un indispensable en cualquier biblioteca que se precie; una de esas obras maestras que demuestran la madurez de la industria y que, gusten o no, merecen una oportunidad.