Fallout 76 ha estado rodeado de polémica desde incluso antes de su anuncio. Los primeros rumores apuntaban a un cambio radical en la franquicia y el anuncio original, de un videjuego exclusivamente online, no dejaba demasiado claro que fuera a ocurrir lo contrario. Con el tiempo hemos ido descubriendo detalles y sacando en claro que Fallout 76 es, a grandes rasgos, el modo multijugador online de las mecánicas y sistemas que se introducían en Fallout 4. Sin embargo, este cambio y los problemas en la beta de hace tan solo un par de semanas estaban lejos de despejar las dudas de los miles de fans.
Ahora, con el videojuego ya en el mercado, todo el mundo ha tenido la ocasión de poner sus manos sobre este producto final. Nosotros ya hemos invertido una buena cantidad de horas en Fallout 76 y, aunque aún estamos lejos de completar el juego y poder ofrecer un análisis completo, hay algunos detalles que se pueden vislumbrar en estas primeras 25 horas de juego y que os comentamos en nuestro análisis en progreso de Fallout 76.
Antes de entrar a hablar de los pros y contras de Fallout 76 creo que es de recibo aclarar algo que la propia Bethesda no dejaba demasiado claro antes del lanzamiento, pero sobre lo que estas horas en el yermo nos despejan cualquier duda. Fallout 76 es un videojuego de supervivencia. Así de sencillo. Aunque se base en el motor gráfico y las mecánicas de anteriores entregas de la saga, más centradas en el rol y la exploración, Fallout 76 es capaz de cambiar de forma importante de registro.
Pese a que soy muy fan del RPG, no quiero ser, y perdonadme la expresión, el pollavieja de turno que se va a quejar porque su saga favorita se ha convertido en un entretenimiento popular para millones de usuarios. Las sagas evolucionan y, aunque desde Bethesda han dejado claro que Fallout 76 es poco más que un experimento, el hecho de que se convierta en un juego de supervivencia es algo que, si bien puede gustar más o menos dependiendo del jugador, no resulta intrínsecamente bueno ni malo.
De hecho, el universo de Fallout y la forma en la que se ha configurado el mundo en esta entrega se adaptan excepcionalmente bien al cambio de género. La ausencia de NPCs y la baja cantidad de jugadores por servidor hacen que la sensación de desolación, de encontrarnos realmente en un auténtico yermo posapocalíptico, esté muy bien lograda. Además, cada encuentro con un jugador es realmente especial, sobre todo porque nunca sabes qué va a ocurrir.
Es posible encontrarte con gente que simplemente desee comerciar o realizar alguna actividad conjunta para lucrarse, gente que se une a nuestro equipo y nos ayuda de forma incondicional, o gente que lo único que quiere es jaleo y con la que acabaremos por pegarnos. Y todo ello ocurre de forma orgánica, sin previo aviso ni planificación ninguna. Una auténtica gozada dentro de la experiencia de Fallout 76.
Sin embargo, en el camino a la evolución hacia la supervivencia, hay varios elementos importantes que se pierden por el camino. El primero y el más destacado es el apartado narrativo. Las historias inmersivas clásicas en la saga Fallout se sustituyen, al menos en lo que llevamos jugado, por series de misiones sin mucha chicha y algunos audios y textos que nos cuentan más sobre los cadáveres que nos encontramos en West Virginia. Claro que, dado que el juego está claramente enfocado a la supervivencia, esta parece ser una concesión que debemos hacer.
Otro de los problemas lo encontramos en la exploración. Y ojo, no me malinterpretéis, Fallout 76 se basa mucho en la exploración para conseguir recursos y lo hace de una forma magistral, poniendo a nuestro alcance un mundo muy interactivo, enorme y cargado de zonas de interés. Pero, el hecho de que el videojuego sea completamente online, obliga a que la exploración no se recompense, como ocurre en otras entregas, con armas y equipamiento realmente mucho más poderoso. Es, de nuevo, una concesión inevitable porque no hacerla daría pie a jugadores del mismo nivel con diferencias muy grandes en un sistema de combate que sigue basado casi por completo en las estadísticas; pero igualmente es algo que molesta.
El cambio de género no sienta del todo mal a Fallout 76 y, como bien comentábamos, el universo de esta conocida franquicia se adapta muy bien a la supervivencia. Los principales y más graves problemas de Fallout 76 los encontramos en otro lugar, los encontramos en el apartado técnico. Nosotros hemos podido jugar tanto la versión de PlayStation 4 como la de PC y en ambas plataformas nos encontramos con problemas similares.
Más allá del rendimiento y la ausencia de ciertos ajustes que detallaremos más adelante, Fallout 76 tiene un problema muy gordo en su base, en la forma en la que se ha desarrollado la obra y en beber tan claramente de sus antecesores. El sistema de combate nunca ha sido algo que destacara precisamente por bueno en los Fallout modernos. Tanto Fallout 3 como New Vegas contaban con un gunplay muy deficiente que se compensaba gracias al sistema VATS y a que el combate directo era algo opcional en muchos puntos de la aventura. Estas obras, más centradas en el rol, dejaban afrontar las situaciones de muchas maneras diferentes y, aunque al final siempre había que disparar, el terrible gunplay se disimulaba bastante bien.
En el caso de Fallout 4 nos encontramos con una obra que daba más importancia a los tiroteos, quitando poder al modo VATS e instando al jugador a atacar de forma mucho más simple, más cercana al FPS actual. Pero el gunplay seguía siendo bastante deficiente pese a los cambios introducidos. De nuevo, Fallout 4 sigue librándose de que este problema llame la atención enfocando la mirada del jugador en el mundo y la historia. Pero ahora llegamos a Fallout 76 y este problema que Bethesda lleva arrastrando desde 2008 sale a relucir por completo.
Fallout 76 se olvida de la narrativa, de las maneras de afrontar las situaciones y de todo lo que disimulaba un gunplay deficiente en anteriores entregas de la franquicia. Ahora estamos en un mundo hostil, repleto de peligros y sin la posibilidad de parar el tiempo (el nuevo modo VATS es un autoapuntado en tiempo real); el combate no es una opción, es una obligación, es el centro del videojuego. Y sigue estando a años luz de prácticamente cualquier shooter actual.
Pero no solo nos encontramos con este problema, sino que el mundo, que es otro gran protagonista en Fallout 76, pese a contar con una estética y un apartado artístico sobresaliente, deja mucho que desear en lo referente a calidad visual. Las texturas, modelados, cargas a destiempo y efectos visuales están muy por detrás de lo que se espera de un videojuego triple A en pleno 2018. Fallout 76, en este sentido, parece que llegue un puñado de años tarde.
Y no voy a echarle la culpa al motor gráfico, a quienes se encargaran del apartado técnico o a cualquier otra cosa que se me ocurra. No lo voy a hacer, simple y llanamente, porque no tengo conocimiento para ello. No sé hasta qué punto la antigüedad del motor gráfico puede afectar, ni si un mayor trabajo podría haber dado como resultado una obra mejor técnicamente, ni los esfuerzos (seguramente muy elevados) que han hecho en Bethesda para adaptar el motor a un entorno en línea que varía con las construcciones y explosiones; pero lo que sí tengo muy claro es que, en el apartado técnico, Fallout 76 es un juego inaceptable para un estudio triple A en 2018, así de sencillo.
A este pobre apartado técnico se le suman problemas derivados del rendimiento y las opciones de la obra. Algunas caídas de frames en ciertos momentos, problemas con enemigos que desaparecen y aparecen, una IA muy mejorable son algunos de los problemas que esperamos ver solucionados. Pero lo más preocupante a día de hoy es el hecho de que, debido a la imposibilidad de cambiar el FOV (campo de visión), lo cerca que se sienten las armas cuando las empuñamos y el extraño efecto de difuminado que afecta al fondo del juego, los usuarios más susceptibles al llamado motion sickness es posible que sientan mareos o náuseas a los pocos minutos de comenzar a jugar. Si sois de este grupo, cuidado con Fallout 76.
Aún nos queda un largo camino por recorrer en Appalachia hasta poder completar el videojuego y ofrecer un análisis y una valoración final, pero las primeras decenas de horas han pasado y dejan una mezcla de sensaciones. Por un lado, lo más positivo de Fallout 76 es sin duda alguna lo bien que se adapta a la supervivencia sin apenas cambiar sus mecánicas. El mundo está absolutamente plagado de cosas que hacer, de lugares en los que rebuscar y de páramos por los que perderse, manteniendo siempre esa sensación de soledad y aislamiento propia del género. La interacción entre jugadores ha salido mejor de lo que esperábamos y, en general, el cambio de género que tanto preocupaba ha salido de lujo.
Pero, en la cara más oscura de esta moneda, nos encontramos con que Fallout 76 parece un videojuego de hace 10 años. El terrible gunplay heredado de entregas anteriores, la calidad visual que deja mucho que desear y la ausencia de algunas opciones básicas en los ajustes visuales convierten una experiencia de lo más divertido en algo frustrante e incluso imposible de jugar para algunos usuarios. Algo prácticamente inaceptable para un estudio triple A de la talla de Bethesda Game Studios.
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