Cuando tomamos como referencia una crítica sobre videojuegos, a menudo esperamos obtener un análisis lo más objetivo posible detallando aspectos tan remarcados y por secciones separadas, el apartado gráfico, la banda sonora -inclusive el sonido fx o efectos auditivos-, la trama o historia, la jugabilidad, etc. Por ello, en no pocas ocasiones la comunidad del ocio interactivo que tratamos, quiere que sus obras sean concebidas como arte, aunque de inmediato se rechaza una reseña que no detalle "los puntos clave" por las secciones que hemos mencionado. Hecho que sucede con la crítica literaria o con la propia industria cinematográfica, que ha sabido evolucionar y desarrollar corrientes valorativas respecto al significado de la obra y por qué es pertinente.
Esta es una de las principales claves por las que se suele valorar tan poco el desarrollo textual de una crítica o reseña de un videojuego, siendo únicamente relevante la puntuación final dada por el medio en cuestión, y quizás, se valore hasta cierto punto el apartado de aspectos positivos y negativos de la obra, por su función que se intrerpreta de resumen en pos de su verdadero haber.
Es bastante frecuente el hecho de que un autor de una reseña en videojuegos dé su punto de vista, o lo que ha represantado para él la experiencia completa a través de pararelismos con otras disciplinas artísticas, cuando este hecho ocurre consigue rechazo por parte de la comunidad que lo único que quiere con el análisis que están leyendo, es una descripción objetiva a todas formas, de la información que ya se puede adquirir por parte de la propia compañía que lo desarrolla; por lo que lejos de aportar su visión sobre el título que trata, se convierte en un mero mediador entre la industria y el consumidor.
Shadow of the Colossus, no merece profundizar en la resolución, ni en la tasa de imágenes por segundo, ni tan siquiera en su control. Fumito Ueda pintó un lienzo en movimiento, del que se desprenden decenas de influencias y matices.
Por lo que si esperáis, un análisis en el que podáis leer aspecto como el control del juego, os invito a retrotraeros al de algún medio que reseñara Shadow of the Colossus, hace ya casi 12 años, un 17 de febrero de 2006, fecha de lanzamiento en Europa de la versión original para PlayStation 2. O si lo preferís, junto a la nota, en los mencionados apartados positivos y negativos remarcaremos aspectos que se ciernen más a lo que concebimos como videojuego.
Uno de los males endémicos de la sociedad actual es la de tomar como sinónimo de éxito el vivir en una gran capital rodeados de los últimos avances en tecnología, producto de la revolución industrial, es por ello que nuestra relación con la naturaleza se va perdiendo a pasos agigantados, pero que nadie puede negar, que cuando nos vemos rodeados, o mejor dicho, no nos vemos rodeados, y nada más que en el horizonte podemos atisbar flora, el cielo azul y limpio, nos hace sentirnos vivos, con sensación de paz y vitalidad.
Ese fue nuestro inicio, -el ser humano, uno con la naturaleza-. Cuando nos encontramos una estancia de color verde, nos transmite seguridad, pensad por un momento, en todas las situaciones cotidianas, los colores con tonalidades relacionadas con el verde representan respuestas positivas. Nada es casual. El principal problema es que nos hemos ido alejando cada vez más de nuestras raíces, quizá de forma intencionada por las grandes corporaciones, por los complejos gubernamentales, o quizás por algún poder que no podamos comprender todavía. Si necesitamos sentir de cerca el mecer de las plantas y flores en nuestro día a día; adquirir una vivienda con jardín se cotiza al alza, se considera verdaderamente afortunado y con un alto poder adquisitivo a la persona que en su parcela, donde está ubicado su hogar, una ínfima parte de este está ocupada por un pequeño jardín.
Cuando entramos por primera vez en Shadow of the Colossus nos abruma el basto horizonte donde predomina la vegetación; y ya no solo en la obra de Fumito Ueda, sino, en cualquier videojuego en el que tenga zonas boscosas, emplazamiento donde la flora predomine, sin lugar a dudas, es la que más llama la atención al jugador. Frecuentemente se destaca de manera muy positiva e impresiona más este tipo de lugares; hace menos de un año, se ensalzaba a Horizon Zero Dawn en su apartado visual gracias a la vegetación, uno de los momentos más celebrados de The Last of Us es cuando precisamente nos encontramos ante la zona con más vegetación, donde están las jirafas, por la armonía que transmite dentro de todo ese apocalipsis. En la saga Uncharted, este tipo de escenarios son el alma matter de la franquicia, y eso solo por mencionar títulos exclusivos de PlayStation como este Shadow of the Colossus.
Si logramos comprender las necesidades de la naturaleza también podremos comprendernos a nosotros mismos en muchos sentidos, porque, teniendo en cuenta nuestro actual grado de evolución, no dejamos de ser parte del conjunto que la conforma.
Lo que nos quiere transmitir Fumito Ueda, es precisamente comprender la naturaleza, el cómo, con un objetivo inicial, debemos lograr nuestro fin, tan solo guiándonos por nuestros instintos más primigenios, si somos capaces de percibir las señales que nos transmite el entorno natural, la flora y la fauna.
No siempre se cuentan grandes bondades sobre Dios, a quien tantos millones de personas veneran. A menudo se habla de un Dios loco, un Dios caprichoso. En Génesis, versículo 22, podemos encontrar un claro ejemplo de sus temeridades. Cuando Dios ordena a Abraham matar a su propio hijo bajo la excusa de poner a prueba su fé en él. En el Antiguo Testamento, este hecho versa así:
"Aconteció después de estas cosas, que probó Dios a Abraham, y le dijo: Abraham. Y él respondió: Heme aquí.
Y dijo: Toma ahora tu hijo, tu único, Isaac, a quien amas, y vete a tierra de Moriah, y ofrécelo allí en holocausto sobre uno de los montes que yo te diré.
Y Abraham se levantó muy de mañana, y enalbardó su asno, y tomó consigo dos siervos suyos, y a Isaac su hijo; y cortó leña para el holocausto, y se levantó, y fue al lugar que Dios le dijo.
Al tercer día alzó Abraham sus ojos, y vio el lugar de lejos.
Entonces dijo Abraham a sus siervos: Esperad aquí con el asno, y yo y el muchacho iremos hasta allí y adoraremos, y volveremos a vosotros.
Y tomó Abraham la leña del holocausto, y la puso sobre Isaac su hijo, y él tomó en su mano el fuego y el cuchillo; y fueron ambos juntos.
Entonces habló Isaac a Abraham su padre, y dijo: Padre mío. Y él respondió: Heme aquí, mi hijo. Y él dijo: He aquí el fuego y la leña; mas ¿dónde está el cordero para el holocausto?
Y respondió Abraham: Dios se proveerá de cordero para el holocausto, hijo mío. E iban juntos.
Y cuando llegaron al lugar que Dios le había dicho, edificó allí Abraham un altar, y compuso la leña, y ató a Isaac su hijo, y lo puso en el altar sobre la leña.
Y extendió Abraham su mano y tomó el cuchillo para degollar a su hijo.
Entonces el ángel de Jehová le dio voces desde el cielo, y dijo: Abraham, Abraham. Y él respondió: Heme aquí.
Y dijo: No extiendas tu mano sobre el muchacho, ni le hagas nada; porque ya conozco que temes a Dios, por cuanto no me rehusaste tu hijo, tu único."
Nos adentramos en el Jardín del Edén, donde podemos extrapolar este citado pasaje de Génesis, en Biblia. La Tierra Prohibida en Shadow of the Colossus, en el centro de esta región se encuentra un Santuario de Adoración. Llegamos a lomos de Agro, el cual porta un cuerpo envuelto en un manto, que Wander, nuestro protagonista, deposita sobre un altar, que revela el cuerpo de una dama llamada Momo, tras este hecho, varias sombras con forma humana se disponen a atacar a Wander que de forma tenaz derrota a sus adversarios con la antigua espada mágica que porta. De pronto dos voces que se presentan como Dormin, una entidad incorpórea con ciertos aires de divinidad, promete a Wander revivir a la doncella que se encuentra sobre el altar, si comete la tarea de matar a dieciséis colosos con la ayuda de su espada.
Los Colosos, que como su propia denominación indica, tienen un tamaño abrumador, sin lugar a dudas representan una amenaza, aunque, -¿realmente estamos haciendo el bien acabando con la vida de estos seres?- Este pensamiento no cabe en nuestro raciocinio cuando se trata de sentimientos. Citando a Nicolás Maquiavelo: "El fin justifica los medios", aunque haciendo un paréntesis, realmente fue escrita por Napoleón Bonaparte, en la última parte de su ejemplar del libro de Maquiavelo, El Príncipe. Realmente cuando queremos conseguir algo, los conflictos morales no nos suponen problemas si nuestro objetivo es más o menos de fácil alcance.
El consecuencialismo nos habla del hecho de que todas las opciones están permitidas siempre y cuando sean "la mejor" opción del agente, nunca está permitido que la opción elegida sea la que haga "menos bien". Pero claro, nos presenta una dicotomía; cada punto de vista tiene su propio parecer. Quizás para Wander, destruir a los colosos sea tanto un bien personal, que es principalmente el que busca, y además un bien a más escala, ya que, estos seres pueden presentar una amenaza para la región en la que estamos situados, y si, una entidad que no conocemos pero por lo que parece tiene alguna clase de dotes divinos, sin duda debe representar al bien.
Nuestro egoísmo nos lleva a pensar que todas nuestras acciones son por una buena causa, y, nos hace sentirnos mejor si además incluye un bien común.
El consecuencialismo también nos presenta la doctrica de que una acción moralmente correcta es aquella que finalmente crea un bien. Nuestro objetivo siempre es crear un bien, cómo hemos mencionado antes, cuantos mayores beneficiarios de nuestra acción, ya sean agentes directos o indirectos, mayor es la satisfacción personal. -¿Qué hay de malo el librar al mundo de colosos que nos observan como a hormigas y podrían crear destrucción a su paso?-
Todo este pretexto nos lleva a entender que es una bendición para el mundo, el fin de que Momo vuelva a la vida.
Cuando una obra es capaz de llevar al espectador al éxtasis más allá de su racionalidad y quizás de su propio entendimiento, es cuando nos encontramos ante lo excelso, lo sublime, una belleza extrema que es incluso capaz de provocarnos dolor por no lograr comprender todos los matices que nos presenta. Shadow of the Colossus representa lo sublime bajo la interpretación que nos presenta el filósofo Arthur Schopenhauer, que definía a lo bello, el sentimiento de lo bello, como la observación de un objeto benigno; sin embargo, lo sublime se alcanza con la observación de un objeto maligno de gran magnitud, que podría destruir al observador. Traduciéndolo en limpio bajo el contexto de Shadow of the Colossus, lo sublime de la obra, y siguiendo a Schopenhauer, se alcanza a través de toda su composición. De la magnitud de los colosos y como podría destruir al observador poco hay que explicar, la magnitud del entorno vacío que podría acabar y sumir en la desesperación a cualquier forma de vida, incluso el ente que promete dar de nuevo vida a la doncella, también representa la magnitud de lo desconocido y quizás de lo divino. Pero es más fácil su entendimiento si nos acogemos directamente a lo que proponía el filósofo alemán.
Por tanto, con Shadow of the Colossus nos exponemos a lo sublime en su máxima expresión, sin lugar a dudas Fumito Ueda sentó las bases de su obra bajo el manto de este movimiento.
Dentro de este apartado, el silencio, la calma, también se incluye en "lo sublime", pero lejos de incluir referencias externas, en este artículo sobre Shadow of the Colossus, podéis encontrar su significado, en el que en este texto destacaremos los siguientes párrafos:
"Shadow of the Colossus es un videojuego que no necesita presentación alguna y del que pocas cosas se tienen que comentar ya; conviene tener en cuenta un aspecto importante a la hora de hablar del sonido y del potencial que otorga dicho apartado al conjunto global del título. Es cierto que, a la hora de combatir a los colosos, en el momento de subirnos a su lomo y clavarles la espada que nos haga valedores de una victoria frente a nuestro adversario, la música se torna épica, gloriosa, digna de un combate que, de ganarlo, nos hará elevarnos un poco más en nuestro camino a la fama y a la victoria.
Hasta ahí, está presente algo que no pasa desapercibido, sin embargo, y si miramos más allá de los enfrentamientos, algo que conserva muy bien la preciosidad y el encanto del título, son los silencios que transcurren cuando vamos a lomos de Agro para enfrentarnos al siguiente coloso, o bien, simplemente, por el puro placer de contemplar la belleza de algunos de sus parajes. En estos silencios, Shadow of the Colossus se torna un título que invita a la reflexión, al conectar con la naturaleza, o, por qué no decirlo, a tomar esos momentos de silencio como a uno mejor le plazca. «El silencio es un gran arte para la conversación» decía el literato William Hazlitt y, siendo francos, hay pocos videojuegos que expliquen tanto a través del silencio como la obra de Fumito Ueda, del Team ICO."
Sin lugar a dudas, Shadow of the Colossus supuso un antes y un después a la hora de entender el ocio interactivo, o esto que conocemos como videjuegos como algo más. Ya no sólo se trata de desconectar del día a día, sino, como en las mejores obras de cualquier disciplina, nos puede hacer pensar, debatir internamente sobre la existencia, los debates morales e incluso hacernos evolucionar como personas. Y es que, a través del videojuego, y, sobretodo en esta obra de Fumito Ueda y el Team ICO, sentiremos las acciones de nuestro personaje como de nosotros mismos, puesto que nosotros no elegimos nuestro fin, pero sí como llegar a él. Es capaz de transmitirnos todos lo sentimientos de los que estamos compuestos a lo largo de la travesía por recuperar aquello que parece un imposible.
Un mundo inabarcable e inexplorado, que te lleva a pasear durante horas, donde la luz juega un papel fundamental a la hora de intentar pintar un lienzo a cada paso, paso que damos a lomo de nuestro caballo, o mejor dicho, nuestro fiel amigo Agro, a través de este mundo en el que la naturaleza ha acabado con hasta el último resquicio del hombre, donde la insignificancia del ser humano en la historia de esta obra, es la misma que la de Wander a los pies de un Coloso.
Lo más sensato es desplazarse hasta el punto más alto y observar sobre el mar de nubes la obra maestra atemporal que es Shadow of the Colossus, cómo si en el óleo sobre tela de Caspar David Friedich nos encontráramos.