Análisis The Forest
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Análisis The Forest

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Hace no poco tiempo que se daba a conocer The Forest, un ambicioso videojuego de supervivencia en mundo abierto en el que tendríamos que hacer frente a las condiciones climáticas, enfermedades, escasez de recursos y algunas temibles bestias que rondan la isla en la que nos vemos recluidos. Bebiendo mucho de la popular serie de televisión Perdidos, esta obra conseguía llamar la atención de miles de jugadores a lo largo de su extensa estancia en versión early access.

Sin embargo, ahora, este videojuego por fin ha visto la luz en su versión final, llegando a Steam como un producto ya completo y disfrutable de principio a fin. Nosotros hemos podido ponernos manos a la obra para tratar de sobrevivir y desentrañar los secretos que oculta esta isla boscosa y todos sus recovecos. Si queréis saber qué nos ha parecido, os invitamos a que nos acompañéis en nuestro análisis de The Forest.

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Unas primeras horas de miedo

The Forest nos pone en la piel de un superiviente de un accidente de avión. Tras el terrible accidente descubrimos que una extraña tribu se ha llevado a nuestro hijo "et voilá", ya tenemos punto de partida para dar comienzo a una trepidante aventura. The Forest abre todo el terreno desde el comienzo del videojuego, permitiéndonos ir a donde queramos para recolectar recursos, asentarnos y tratar de defendernos de las extrañas criaturas que patrullan algunas zonas de la isla.

Durante estos comienzos The Forest presenta una auténtica experiencia de supervivencia. Cada enfrentamiento con cualquier enemigo puede resultar letal, cada excursión para explorar la zona puede consumir recursos vitales para nuestra supervivencia y, en general, todos los sistemas del videojuego muestran una cara poco amable, difícil y que nos tendrá en constante tensión. En este sentido, el comienzo de The Forest es impecable, poniéndonos en alerta de forma constante mientras intentamos descubrir cómo ampliar nuestro campamento y fabricar las herramientas para mejorar nuestras opciones de supervivencia.

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A lo largo de las primeras horas nos daremos cuenta de que pasamos auténtico terror y las cuevas, que se antojan importantes desde el comienzo, serán para nosotros un terreno totalmente hostil; algo así como un objetivo a largo plazo. En este sentido, el videojuego es capaz de hacernos ver qué es para nosotros y qué no, poniendo sobre la mesa un inicio espectacular que, sin duda alguna, engachará a cualquier amante del género.

Y por si esto fuera poco, desde el comienzo tenemos un gran número de crafteos disponibles, haciéndonos ver que The Forest va para largo, que el videojuego tiene una cantidad inmensa de contenido y prometiendo mucho al jugador. Pero, por desgracia, estas promesas nunca llegan a cumplirse y, aunque el inicio es una auténtica clase maestra, todo va cuesta abajo a gran velocidad en esta obra.

Del terror al aburrimiento

A pesar de que The Forest cuenta con un inicio tremendamente prometedor y que nos pone en los labios una auténtica experiencia de supervivencia en la que todo es peligroso y vamos a sufrir, la experiencia y estas sensaciones se van diluyendo a medida que pasan las horas. Poco a poco iremos aprendiendo a combatir, iremos descubriendo crafteos e iremos consiguiendo ser cada vez más y más fuertes. Así avanzaremos en el videojuego hasta que llega el punto en el que la mayoría de enemigos no resultan temibles; y aún así, seguiremos evitando las peleas con ellos.

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El combate es uno de los peores aspectos de The Forest. Si bien al comienzo rehuimos los enfrentamientos por puro miedo, a medida que avanzamos terminaremos esquivando a los enemigos, no porque vayan a conseguir hacernos nada, sino por puro aburrimiento. Cada grupo de 4 enemigos puede llevar algunos minutos hasta que los matamos a todos, además del tiempo que gastemos quemando sus cadáveres para obtener sus huesos y craftear la armadura que probablemente nos han quitado. En total, alrededor de 5 minutos de juego por cada grupo de enemigos que encontramos. Y lo peor es que el juego no compensa esto con un combate satisfactorio, sino que el sistema de combate resulta tosco y poco agradable de cara al jugador.

De esta forma, simplemente por malas decisiones, The Forest transforma la increíble experiencia de supervivencia inicial en un juego de acción muy mediocre que pasa de generarnos miedo a pereza ante un enfrentamiento. No ayuda tampoco que los diferentes enemigos puedan aparecer de la nada, en cualquier momento, y molestándonos cuando estamos dedicando tiempo a otro asunto como la construcción de algún tipo de estructura. Es cierto que existe un modo "pacífico" en el que desaparecen todos los enemigos, pero en caso de jugarlo de este modo también nos encontramos con fallos. Aquí el videojuego ya no da tanto miedo y se nota que la dificultad de todos los sistemas ha sido balanceada teniendo en cuenta los enfrentamientos con las criaturas, dejando a The Forest algo cojo al eliminar todo rastro de enemigos.

Malas decisiones

Sin embargo, por desgracia, el tema de los enemigos no es la única mala decisión en el diseño de The Forest. La absoluta libertad que ofrece el juego funciona de forma similar a lo comentado con el combate: al principio se disfruta y te permite buscar los recursos que quieras en el lugar que quieras para establecerte y construir tu base en donde quieras. Pero, tras las primeras horas en las que la única lucha es la supervivencia, cuando consigues aguantar sin problema y lo que quieres es avanzar en el juego, la libertad juega en contra del videojuego. Apenas hay pista alguna acerca de dónde tienes que ir o qué tienes que hacer para avanzar, creando bastante confusión y convirtiendo la experiencia de supervivencia en auténtica frustración.

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Las cuevas, que desde el principio parecen temibles y se antojan importantes, son en realidad la solución. Es en un intrincado sistema de cuevas en donde se encuentran diferentes herramientas que resultan clave para avanzar en el videojuego. Estas cuevas son zonas que al principio dará miedo explorar pero que, como pasa con los enemigos, cuando avanzamos lo que dan es más bien pereza. Son auténticos laberintos realmente oscuros en donde tendremos que pelear contra enemigos en zonas estrechas, llevándonos más golpes de la cuenta, y en donde apenas podremos ver, haciendo de explorarlas todo un suplicio y provocando que incluso podamos pasar delante de algún objeto importante y ni siquiera darnos cuenta. Con todo ello, es bastante obligatorio recurrir a internet para poder recoger todo lo importante y completar The Forest.

Además, las diferentes cuevas repartidas por el mapa no parecen tener, a priori, un orden claro. Pero eso es a priori, porque después de jugar puedo confirmaros que sí que hay un orden, totalmente arbitrario y que el videojuego nunca te deja claro, en el que hay que ir recorriéndolas. De hecho, el final del juego está en una de ellas, que perfectamente puedes visitar al principio pero no completar por la falta de los instrumentos clave de los que hablaba más arriba. En este sentido, las buenas propuestas de The Forest se diluyen en malas decisiones de diseño para acabar resultando una experiencia frustrante, tediosa y alejada de la supervivencia que propone en las primeras horas.

Una narrativa sin ritmo

Para añadir más leña al fuego llega el apartado narrativo de The Forest, que es de nuevo un punto flaco de la obra. Si bien es cierto que en este tipo de videojuegos la historia no suele ser un factor demasiado importante, me parece importante remarcar que la narrativa de The Forest deja mucho que desear. Desde el principio se nos pone en la misión de buscar a nuestro hijo, sin establecer previamente ningún tipo de vínculo emocional y dejando esto como una simple excusa para dar comienzo a la obra.

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A medida que vamos explorando la isla vamos descubriendo pequeños fragmentos de historia. Dibujos de algunos niños, una serie de vídeos y diferentes elementos de narrativa visual que, si bien es cierto que nos dejan entrever un misterio, tampoco dan demasiados detalles y todos los descubrimientos se realizan de una forma muy lenta. Hasta que llegamos a la última de las cuevas, tras haber pasado decenas de horas recorriendo la isla en busca de algunos instrumentos clave, y de repente el juego comienza a mostrar una historia que hasta el momento no habíamos visto para, en los últimos 20 minutos, tratar de contarnos una historia que ni me va ni me viene como jugador.

De esta forma, el ritmo narrativo es absurdamente lento hasta que, de repente y sin motivo aparente, todo se acelera para mostrar un nudo y un desenlace a la historia en cuestión de 20 minutos. Cabe destacar también que el juego decide realmente mal con qué elementos deberías encariñarte. No me gusta comparar, pero para que se entienda mejor lo que digo pondré el ejemplo de Subnautica, un videojuego del mismo estilo que The Forest, pero que hace casi todo mucho mejor. En esta obra, lanzada hace unos meses, el final del juego te despide de la base que has construido, en la que has invertido horas, y de la zona que llevas mucho tiempo recorriendo; algo que sí tiene cierto valor emocional para el jugador. Pero The Forest no, The Forest incluye elementos que, si bien es cierto que en el universo del juego tienen valor emocional para el protagonista, el jugador no ha visto a lo largo de 30 horas de juego y, por tanto, le son ajenos y no consiguen su objetivo.

Visualmente espectacular

Uno de los puntos que juegan a favor de The Forest es el de su apartado visual, que resulta espectacular en todo momento. Los frondosos bosques que forman el mapa junto con diferentes efectos atmosféricos como lluvias, rayos e incluso tormentas de nieve son capaces de resultar espectaculares y bonitos en todo momento. A nivel técnico, nos encontramos con una buena demostración de potencia visual que se refleja en todas las capturas que podemos realizar de la isla en la que se desarrolla la acción.

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Desde el punto de vista más técnico, The Forest deja bastante que desear en algunos puntos. Es cierto que la obra no rinde mal, no incluye pantallas de carga y, en general, todo va bastante fluido. Sin embargo, el problema de cualquier mundo abierto se ve de forma clara en The Forest y los bugs que hay, aunque no suelen resultar importantes, sí que son abundantes y molestos en muchos casos.

Cabe destacar que, a pesar de ser una obra independiente, incluye una traducción al castellano. Es cierto que no es perfecta, tiene algún fallo e incluso varias cosas están sin traducir, pero igualmente el hecho de intentar adaptarlo a toda la gente posible es algo que, para un estudio independiente, debemos tener en cuenta y agradecer.

Conclusiones

The Forest es una de esas obras que resultan auténticamente terribles de jugar, no porque sean malas en sí, sino porque se nota a la legua que podrían haber sido sobresalientes. Las propuestas del videojuego, su espectacular comienzo y la cantidad ingente de contenido son las promesas de algo que nunca llega. The Forest va diluyéndose a medida que avanza la obra, transformando la sobresaliente supervivencia y el terror en una acción mediocre y pereza. Las malas decisiones de diseño son las culpables de un fracaso llamado a ser un gran éxito.

La libertad, el diseño de las cuevas y la forma en la que se organizan los objetivos que debemos cumplir se vuelven en contra del jugador para hacer de The Forest una experiencia frustrante, tediosa y que prácticamente nos obliga a recurrir a guías en Internet para simplemente poder acabar el videojuego, sacando mucho de la experiencia. Desde luego me resulta difícil recomendar esta obra, sobre todo teniendo en cuenta que hace tan solo unos meses que ha llegado al mercado Subnautica, un videojuego de supervivencia que, al contrario que The Forest, da una lección sobre diseño de videojuegos en múltiples aspectos.

Redactado por:

Videojuerguista, lector y cinéfilo desde que tengo uso de razón. Hablo de videojuegos, cine, series o lo que me dejen. Incondicional del RPG clásico, lo indie y el wéstern. Me gustan los números y puedes encontrarme con una raqueta en la mano.