Siempre que hay una moda dentro del mundo de los videojuegos me siento empujado como hacia algo inevitable por cómo se ha movido el medio en los últimos años: un juego apareció con lootboxes y todos comenzaron a implantar ese tipo de estrategias; Bethesda sacó una skin para un caballo en Oblivion en 2006 y las skins se han convertido en el pan de cada día, por poner algunos ejemplos. Pero lo cierto es que la moda de las NFTs es algo más particular que el resto.
La sensación que me da esto último nace a raíz de que entiendo que la gente se canse de algo cuando están intentando convencerle constantemente de que les merece la pena sin saber defender bien por qué. Y eso es justamente lo que creo que está pasando con las NFTs: las compañías de videojuegos insisten en tener ganas de hacer algo con ellas... hasta una j*dida consola.
Si tuviera que acabar este artículo con tan solo cuatro palabras, creo que ya las elegí conforme os iba contando las características de esta consola de NFTs: ''permitidme que lo dude''.
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