Durante los últimos tiempos hemos visto cómo cierto sector de jugadores de videojuegos protestan de manera recurrente ante el atropello que para ellos supone la inclusión de temas políticos en sus videojuegos favoritos. La polémica ya ha saltado con The Last of Us 2 y su inclusión de personajes LGTB (ante la cual mi compañero Urko esgrimía una respuesta muy clara: "no seas gilipollas") y todo apunta a que volverá a saltar con Cyberpunk 2077, uno de los videojuegos más esperados del momento y que ya ha sido objeto de algunas discusiones. Pero, ¿realmente debería la obra de CD Projekt RED meterse en política? Veámoslo.
Según el Diccionario filosófico abreviado, la ideología (en el sentido marxista) es el "sistema de opiniones, de ideas y de conceptos profesados por una clase o partido político. Las opiniones políticas, la filosofía, el arte, la religión, constituyen formas de la ideología. Toda ideología es el reflejo de la existencia social, del sistema económico que predomina en el momento dado". Y, como todos pertenecemos a una clase social determinada, todos tenemos, de forma consciente o inconsciente, una ideología.
La ideología lo impregna todo. Ningún producto de carácter artístico o cultural está carente de esta ideología desde el mismo momento de su concepción. Desde las películas que se proyectan en el cine hasta los videojuegos que ejecutamos en nuestro PC o consola, pasando por este mismo texto, todo producto cultural es el resultado del trabajo de personas que tienen una óptica, una manera de ver y entender el mundo, determinada por la realidad social que viven. Esta forma de ver y entender el mundo que les rodea provoca que, de forma consciente o no, el fruto de su trabajo incluya un cierto "sesgo". Cuando un autor da forma a un producto, transmite a través de él parte de ese sistema de opiniones e ideas que conforma la ideología predominante en dicho producto.
Así, es sencillo ver que ese libro, esa película o incluso ese videojuego que tanto te gusta, probablemente incluya opiniones, ideas y conceptos dados por la situación social de su creador; en otras palabras, tiene una ideología. El caso del videojuego (especialmente del triple A, que es el que nos interesa hoy) es menos acusado que el de otros productos artísticos o culturales en cuanto a la ideología por el simple hecho de que son miles las personas que trabajan en él y no tiene un autor concreto. Cyberpunk 2077 no llega firmado por su director creativo, sino por todo un estudio: CD Projekt RED. La ideología, por tanto, queda más diluida y no es la de una persona sino la de un nutrido grupo de desarrolladores.
Pero, incluso en este caso, la ideología sigue latente. De manera consciente o inconsciente, todos los videojuegos transmiten unas opiniones o ideas; ya sea presentando una cierta perspectiva de la historia, sentando una distinción entre el bien y el mal o entrando directamente a hablar de política. Todo está impregnado por la ideología. Entonces, la pregunta que da título a este texto ya no es tanto si Cyberpunk 2077 debería hablar de política, sino si Cyberpunk 2077 podría llegar a no hablar de política.
El ciberpunk es un género, originalmente literario, que surge en la década de 1980 como un subgénero de la ciencia ficción. El paso de los años ha hecho que este género se popularice en otros medios como el cine o, lo que hoy nos ocupa, los videojuegos. Como todos los géneros, las obras pertenecientes al ciberpunk tienen un conjunto de rasgos comunes.
Si bien un análisis superficial puede intuir que el ciberpunk se caracteriza por presentar un futuro altamente tecnológico con toques distópicos, lo cierto es que esto es solo la punta del iceberg. El ciberpunk es un género que se caracteriza por su discurso y por los temas sociopolíticos que trata de fondo.
Uno de los principales temas filosóficos que se tratan es el transhumanismo, la transformación de la condición humana mediante el uso de tecnologías que mejoran capacidades físicas y psicológicas. La exploración de la ética de estas transformaciones y de la propia condición humana dentro de este contexto de revolución tecnológica es uno de los puntos clave del discurso de las obras ciberpunk. Las inteligencias artificiales que llegan a tener consciencia de sí mismas y a través de las cuales se sigue ahondando en la condición humana, en nuestro propio ser, son otro de los puntos que no suelen fallar.
Sin embargo, lo que más me importa en este texto es otro de los puntos centrales del ciberpunk: el alcance y deriva del capitalismo. El ciberpunk es un género que entra de lleno en política y sienta, en la mayoría de casos, un discurso anticapitalista. El capitalismo más feroz es el que conduce a este futuro de tintes distópicos en donde los choques culturales entre las diferentes clases sociales suelen ser uno de los puntos que articulan estas obras.
El ciberpunk es, por tanto, un caldo de cultivo para discursos marcadamente políticos que, como indicábamos anteriormente, llegarán bajo una óptica concreta, transportando una ideología consigo. Retomando la pregunta que planteaba al final del anterior apartado, la respuesta es no. No es posible que Cyberpunk 2077 no hable de política. Al menos no lo es si quiere hacer honor a su propio título y ser un juego ciberpunk
La respuesta, llegados a este punto, no puede ser otra que sí, pero merece la pena seguir adelante para matizar ciertos aspectos. Cyberpunk 2077 es una obra que apunta a convertirse en el referente del género ciberpunk dentro del videojuego. Para ello, aunque parece que resulta obvio, lo primero que debe hacer es enmarcarse dentro de ese género al que aspira a representar.
Cyberpunk 2077 se ha esforzado mucho, hasta el momento, en enmarcarse dentro del ciberpunk en lo visual y en las premisas que dan pie a su historia. Hemos visto en tráileres las diferencias (visuales) entre los barrios de las diferentes clases sociales de Night City; hemos vislumbrado el alcance del transhumanismo (un chip que nos hace inmortales es el punto de partida de la historia) y hemos apreciado los tintes distópicos de este futuro en el que el capitalismo más feroz triunfa.
Lo preocupante es que, por ahora, no hemos comenzado a vislumbrar aquellos discursos, aquellas opiniones e ideas que subyacen tras estos tropos. La ética que se desarrolla a partir del transhumanismo, la crítica económica al modelo actual que nace de plantear un futuro capitalista distópico, la filosofía que nace de explorar la condición humana... Todo ello está, por el momento, ausente en Cyberpunk 2077.
De esta manera parece claro que Cyberpunk 2077 sí debería hablar de temas políticos. Debe hacerlo para enmarcarse realmente del género ciberpunk, debe hacerlo para no quedarse en ser un simple juego de acción en mundo abierto ambientado en una ciudad futurista. Si la violencia no actúa de forma crítica sino meramente lúdica, si la distopía es tan solo una fuente de peligros que sirven como obstáculos al jugador, si el transhumanismo es tan solo una excusa para dar pie a la historia y dar sentido a las habilidades sobrenaturales de los personajes, si la cobardía de CD Projekt RED no busca un discurso político; entonces Cyberpunk 2077 habrá fracasado estrepitosamente como obra ciberpunk.
Para que Cyberpunk 2077 sea un buen videojuego, es condición necesaria que hable de temas políticos.
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