A pesar del inmenso presupuesto invertido y de su elevada audiencia, Warcraft: El Origen fue un fracaso en cuanto a crítica profesional y opinión pública. La publicidad millonaria y, sobretodo, el prestigio que desprende la marca no fueron suficientes para perfeccionar lo que, a priori, iba a ser un bombazo cinematográfico.
En una reciente entrevista, el director de la película manifestó sus sensaciones sobre el producto final alegando que se siente paradójicamente orgulloso y decepcionado. La decepción radica en la maleabilidad que ensució el film, es decir, los constantes cambios que turbaron radicalmente la integridad inicial. Según manifestó Duncan Jones, director de la superproducción, "los pequeños cambios son inocuos", pero si se extienden durante tres años de producción acaban "ensuciando el producto".
Por otro lado, Jones no titubeó a la hora de expresar su consuelo por haber concebido una relación entre orcos realmente análoga a la respectiva en humanos. En palabras del director, Durotan y Draka se conciben "como una verdadera relación entre marido y mujer", y esa pretensión conyugal estuvo siempre presente en el ideario de Jones. Para él ese realismo nupcial extrahumano siempre "será una victoria".
A pesar de considerarse una secuela, el bajo impacto mediático y las malas críticas generales entorpecen la garantía de una segunda parte. No obstante, el director está abierto a continuar la franquicia cinematográfica con el fin de "amortizar los tres duros años de trabajo empleados".
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