Impresiones Indivisible: Forjado en el fuego del combate

Mentiría si dijera que soy capaz de mantener en mi radar mental todos aquellos títulos cuya sombra acecha en el horizonte, y más si hablamos de las obras que se alejan de ser grandes producciones como me ha ocurrido con Indivisible, lo nuevo de Lab Zero Games y 505 Games. Sin embargo, también considero que la gran sobresaturación de productos a la que los jugadores estamos expuestos y que, por otro lado, invisibiliza tantas propuestas, también tiene un contrapunto positivo: la oportunidad de ser sorprendidos por esos juegos que pasan desapercibidos ante las pomposas apuestas publicitarias de sus rivales más grandes.

Por eso, cuando llega una de esas propuestas que, a pesar de verse rodeada de gigantes moviendo histriónicamente los brazos, logra sacar la cabeza para alzar la voz y decir ''eh, que yo también valgo la pena'', es cuando se produce la magia. Cuando los videojuegos demuestran, una vez más, que son mucho más que los grandes anuncios y las megalómanas campañas de marketing. En definitiva, que siguen siendo aquello de lo que nos enamoramos hace tanto tiempo.

Habiéndolo probado durante algo más de hora y media para poder traeros estas impresiones, hemos de decir que Indivisible se torna como uno de esos juegos a los que los tráileres no les hacen justicia, dado que tras sus trazos hechos a mano y su ejemplar estilo de dibujado se esconde un producto sumamente audaz en su principal apartado jugable. Aquí, el aspecto gráfico se aparta a un lado para no ocupar el sitio de protagonista como ocurre en tantas otras obras y pasa a ser cómplice del pilar principal de todo videojuego: aquellas interacciones con el jugador que le incitan a pulsar los botones de su controlador.

Comenzando con una cinématica que nos hace plantearnos seriamente que ojalá todos los animes que viéramos contaran con una fluidez en las animaciones tan espectacular, Indivisible muestra como punto de partida un contexto argumental tan manido como efectivo: aquel que nos pone en la piel de alguien que debe abandonar su pequeña aldea para afrontar un mal que le supera.

No obstante, y a pesar del siempre oportuno sentido del humor que acompaña a la forma en la que Indivisible desarrolla su mundo y los personajes que habitan en él, no pudimos evitar centrar toda nuestra atención en lo que más nos atrajo de sus primeros compases. Y esto es la manera en la que su sistema de combate aparentemente simple al principio despliega capas y capas de mecánicas hasta convertirse en algo mucho más profundo, tanto que se convierte en la piedra angular alrededor de la cual llegan a girar el resto de los apartados del juego. O, dicho de otra manera, la principal razón de que unas líneas más arriba dijéramos que Indivisible es mucho más de lo que aparenta.

Si vemos un tráiler del juego, la sensación que se nos transmite con más facilidad es la de que sus enfrentamientos se cimientan sobre un sistema de turnos... Nada más lejos de la realidad. Indivisible es un título casi de ritmo musical, donde más que la situación de ''ahora ataco yo y luego tú'' pasa a ser una danza donde el manejo del ritmo al que asestemos los ataques y nos defendamos será crucial a la hora de no morder el polvo.

Cada personaje que llevemos en el grupo se colocará en la misma posición en la que se encuentran los botones de acción principales del mando (cuadrado, triángulo, círculo, equis o cruz, según prefiramos llamarla, en el caso de PlayStation 4) y podrá golpear al rival siempre y cuando su ataque cuente con la carga suficiente. O, dicho de otro modo, deberemos esperar cierto tiempo de ''cooldown'' cada vez que utilicemos sus habilidades. Este sistema, que llega a parecer uno en el que basta con aporrear botones y defenderte cuando toca contra los primeros bichos que nos encontramos, pasa a ir desplegando cada vez más posibilidades en forma de mecánicas cuanto más avanzamos.

Cada luchador cuenta con su propia forma de pelear y características, y cada tipo de enemigo planteará un desafío diferente. Todo ello para que, en cierto punto de la demostración, ampliáramos nuestro foco de visión y entendiéramos que el combate de Indivisible no se basa solo en el ritmo sino también en los combos. Y es que la idea de que las luchas sean en ''tiempo real'' y ofrezcan una gran variedad en la forma en la que los enemigos nos atacan provoca que las decisiones que se toman de forma relajada en un título con un sistema de combate por turnos pasen a ser elecciones que se toman en pocos segundos, haciendo que los combates sean un hipnótico intercambio de golpes donde la capacidad de adaptación y reacción juegan un papel protagonista.

Además, si tenemos en cuenta que el argumento de Indivisible no se toma a sí mismo demasiado en serio o que sus escenarios llegan a ser algo simples, podríamos acabar pensando que el propio juego no quiere presentarnos distracciones que nos alejen de lo importante: las tortas. Pese a ello, aún es pronto para sacar conclusiones y sería injusto valorar el resto de apartados de Indivisible habiendo bailado con él algo menos de dos horas. Todavía quedan muchas preguntas interesantes por ser respondidas como, por ejemplo, qué nuevas sinergias llegarán junto a aquellos personajes que estén esperando su turno a ser descubiertos más adelante en la aventura, o si el plataformeo y la exploración se desplegarán como elementos que irán más allá de lo anecdótico.

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Pero lo que sí podemos decir es que, según lo que hemos probado, Indivisible es uno de esos juegos que deberían estar en el radar de más usuarios. Por su mezcla de géneros, por sus acertadas ganas de arriesgarse en cuanto al sistema de combate y por un estilo artístico que, tras seducir la vista del jugador, se aparta altruistamente para dejar sitio al resto de elementos que conforman la propuesta. Porque sí que tengo una cosa clara: vine por el apartado artístico y me quedaré por el jugable; vine por el envoltorio y me quedaré por su corazón. Un corazón forjado en el ardiente fuego del combate.