Pasados unos días tras el lanzamiento de Final Fantasy VII: Remake, sin lugar a dudas, lo que más revuelo ha levantado del título de Square-Enix es su final; y, ya no solo el debate sobre si es bueno, malo o regular, sino por las múltiples teorías que podemos leer en foros y redes sociales sin llegar a un consenso sobre lo que hemos visto. Vamos a dar explicación a todas estas incógnitas.
Es maravilloso que una historia que concluyó hace veintitrés años a día de hoy siga generando teorías, y no sólo por el desenlace de Final Fantasy VII: Remake, sino, porque muchas personas no llegaron a entender el Final Fantasy VII original.
Pero vamos a lo que nos atañe, a intentar despejar las dudas que tienen la mayoría, eso sí, nosotros, o yo, el autor de este artículo, no tengo la verdad absoluta, aunque tras completar Final Fantasy VII: Remake dos veces y haber jugado el desenlace e incontables ocasiones ya, creo que tengo una opinión formada sobre el polémico final.
Una de las primeras incógnitas que nos deja Final Fantasy VII: Remake son los Ecos. Estos nuevos seres que hacen presencia durante toda la aventura.
Durante todo el juego nos explican que su función es la de hacer que se cumpla el destino, osea que los sucesos del Final Fantasy VII de la primera PlayStation se hagan realidad y como sucedieron en 1997.
Durante varias ocasiones, en Final Fantasy VII: Remake, podemos comprobar como esto es así.
Cuando el grupo de Avalancha iba a derribar el segundo reactor, Cloud queda relegado de la misión, y deciden no contratar sus servicios; por ello, los Ecos se encargan de lesionar la pierna de Jessie para que Barret y compañía no tengan más remedio que contar con Cloud, y así el destino siga su curso. Osea, que Cloud caiga del reactor, conozca a Aeris, etc... como sucedió en el original Final Fantasy VII.
En el transcurso de Final Fantasy VII: Remake, nuestros personajes tienen presagios de futuro, donde ven lo que va a suceder si siguen el destino que marcan los ecos, ya que el propio planeta les está advirtiendo y guiando para que sucedan los acontecimientos como en el Final Fantasy VII original.
Al igual que tienen estos presagios nuestros protagonistas, también los puede ver Sefirot, que está cristalizado por la corriente vital en el Cráter del Norte.
A pesar de estar encerrado en energía mako y al poseer células de Jenova nunca ha estado en comunión con la corriente vital ya que Gaia rechaza a Jenova. Pero al estar tan expuesto a energía mako, es capaz de ver el Destino que se le muestra a Cloud, ya que él también posee células de Jenova y Sefirot es capaz de controlar y manipular todo lo que esté infectado por la Calamidad de los Cielos.
En el capítulo final, Sefirot, materializado a través de los clones fallidos con células de Jenova, abre un portal para que Cloud y sus amigos se enfrenten al Guardián del Destino, el enemigo final gigante que se divide en tres retazos.
Cuando el grupo logra derrotar a este ente, el Guardián Destino adopta la forma de Sefirot, ya que cuando lo derrotan mientras todavía es un ser gigante, se puede ver como éste les induce una premonición. Y nos muestra la lucha final contra Sefirot que ocurriría en el destino que hay fijado.
De hecho, durante todo el combate final, toda la pantalla tiene un color verdoso indicando precisamente el hecho de que se trata de una premonición que nos induce el Guardián del Destino.
Como finalmente logramos derrotar al Guardián del Destino en su forma de Sefirot, vemos como los Ecos salen de él, lo que quiere decir que el destino que los ecos y Gaia tenían preparado, ahora ha cambiado, y aunque el fin pueda ser el mismo, la travesía no lo será.
Mientras tanto, Sefirot, desde que abrió el portal al principio del capítulo 18 para que nuestros protagonistas se enfrentaran al Destino. Ahora espera en el horizonte de la creación, viendo como Cloud, Barret, Tifa, Aeris y Red XIII mientras luchan intentan cambiar el destino.
Lo que sin duda diferencia más a Final Fantasy VII: Remake del clásico es las continuas apariciones de Sefirot durante la aventura ya que desde el segundo capítulo podemos ver a Sefirot tras la caída del primer reactor, y en el título de 1997 no lo veíamos hasta el flashback de Kalm.
En Final Fantasy VII: Remake, Sefirot manipula mucho más a Cloud que en el original. ¿Por qué?
Como sabemos, Sefirot está en el Cráter del Norte cristalizado por la energía mako, y aunque no está en comunión con el planeta, ya que la corriente vital lo rechaza por contener células de Jenova, sí que es capaz de tener premoniciones de futuro al igual que Cloud que también las posee, como antes hemos mencionado.
Sefirot durante todo Final Fantasy VII: Remake hace que Cloud esté más desestabilizado, por eso lo vemos a nuestro protagonista mucho más agresivo, queriendo matar a un inocente como Johnny después de que lo raptaran los centinelas de Shinra o incluso la ferocidad que muestra ante Reno en su lucha contra Cloud en la Iglesia del Sector 5.
Nunca vimos a Cloud así de desquiciado y agresivo en los eventos de Midgar de Final Fantasy VII para PlayStation One.
Esto se debe a que Sefirot está haciendo "tangibles" a los Ecos. Para que Cloud y los demás los vean como una amenaza de la que librarse. Ya que nos muestran a estos Ecos desde el principio de Final Fantasy VII: Remake, cuando Cloud conoce a Aeris.
El propio Sefirot también tiene presagios de futuro y es capaz de ver como si todo sigue el curso que el destino ha impuesto, acabará fracasando en su plan de invocar a meteorito y absorber la energía de la corriente vital para convertirse en un Dios.
Por eso, y al igual que hemos recalcado antes, al principio del capítulo 18, Sefirot invita al grupo a entrar en el portal que ha creado para que nuestros protagonistas luchen contra el Guardián del Destino, que primero se manifiesta a través de un ser gigante y luego materializado Sefirot y cuando cae derrotado podemos ver salir a los Ecos de este "Destino Sefirot".
Cuando comienza el último capítulo Aeris dice que Sefirot no es capaz de escuchar a los Ecos, y es por eso que el villano hace que sea el grupo de protagonistas los que se enfrenten en batalla al Guardián del Destino, porque por sí mismo no es capaz de verlo.
En la escena final tras "derrotar al destino con forma de Sefirot". El Sefirot real vuelve a manipular la mente de Cloud para mostrarle el Horizonte de la Creación y advertirle que el futuro que le han ido mostrando los Ecos ya no existe.
Y aquí es donde Sefirot nos revela que él también vio esos presagios, ya que le dice a Cloud, "Pero yo... no desapareceré", haciendo alusión a que al haber derrotado al Destino, ahora podrá cumplir su objetivo de invocar a meteorito y absorber la corriente vital sin morir a manos de Cloud como en Final Fantasy VII para PSX.
"Te embarcas en un futuro inexistente...". Al haber cambiado el destino fijado, ya ni el propio Sefirot sabe que va a pasar en ese futuro, lo intuye, o lo tiene planeado. Pero se le abre una nueva oportunidad para hacer que triunfe su plan de invocar a meteorito y recibir todo el poder de la corriente vital.
"Estamos a siete segundos del fin...". Siete segundos es el tiempo que pasa desde que Sefirot cae desde arriba hasta que mata a Aeris en el Final Fantasy VII original.
Lo que no deja duda alguna que Sefirot, a través de los presagios que muestran los Ecos a Cloud es capaz de conocer que él mismo matará a Aeris.
Por eso manipula constantemente a Cloud para que cambie el destino porque de esta forma, si Aeris no muere, Sagrado nunca será invocado, y, por lo tanto Meteorito hará grandes daños en Gaia.
Esta frase nos deja claro que Sefirot sí sabía o al menos intuía a través de los presagios de futuro que su plan inicial iba a fracasar si lo ejecutaba como tenía planeado de manera inicial, ergo, como en los acontecimientos del clásico Final Fantasy VII.
Al final de Final Fantasy VII: Remake podemos ver una escena donde Zack derrota a decenas de centinelas de Shinra, para posteriormente llevar a cuestas a un Cloud que casi no se puede tener en pie.
En mitad de las escena, una bolsa de patatas fritas con el logotipo de mascota Stamp pasa en slowmotion por delante de cámara.
Muchos han interpretado que al ser una imagen diferente de la mascota a la que aparece durante el juego, quiere decir que el pasado ha cambiado y se ha abierto una linea temporal donde Zack está vivo. Pero simplemente lo que nos quieren hacer ver es que se trata de una época pasada y por eso el cambio de imagen de Stamp.
Cómo sucede en la entrega original y en Final Fantasy VII: Crisis Core, tras la escena inconclusa que nos dejan en Final Fantasy VII: Remake, Zack muere a manos de tres soldados de infantería de Shinra.
Como podemos ver en el siguiente vídeo del Final Fantasy VII clásico, está lloviendo muy fuerte a las afueras de Midgar cuando matan a Zack.
Si nos vamos a Final Fantasy VII: Remake, cuando la escena de Zack está por acabar, empieza a llover muy flojito, ésta es una señal para indicarnos que cuando apriete la lluvia, Zack morirá a manos de Shinra.
Cuando Aeris y Cloud en Final Fantasy VII: Remake pasan por la zona donde sale Zack en el flashback, Aeris tiene sensación de vacío y se entristece.
Por lo que si Zack siguiera vivo, aunque sea en otra linea temporal, Aeris no se lamentaría y no diría la frase: "Echo de menos el cielo de acero" (en japonés dice: "Odio el cielo", en alusión a que el cielo se lleva a los seres vivos.
Realmente la inclusión de Zack en las escenas finales de la aventura ha generado mucha controversia a los fans. Porque lo que sí es cierto, es que es una escena que Square-Enix ha decidido dejarnos inconclusa, quizás para sembrarnos las dudas que estamos teniendo, y, tener un buen motivo para comprar la segunda parte de Final Fantasy VII: Remake cuando salga al mercado.
En el final de esa colina Zack morirá. Ni viajes temporales, ni Zack está vivo, ni nada de nada.
Los protagonistas, y sobretodo Aeris, en la parte final del juego sólo hablan de futuro, de que pueden cambiarlo, que aún no está escrito, no dicen nada de que el pasado haya cambiado ni tan siquiera se menciona ni una sola vez en toda la aventura
El "vencer al destino" es la excusa para Tetsuya Nomura y el resto de creativos de Square-Enix para justificar los posibles cambios que tenga la segunda entrega de Final Fantasy VII: Remake sin tener que dar explicaciones ni que el fan de antaño se disguste.
Lo que es maravilloso es que tras más de dos décadas del lanzamiento de Final Fantasy VII para la primera PlayStation, sea capaz de intrigarnos y se vuelva a hablar en todo el mundo de Cloud, Sefirot y compañía.
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