Los videojuegos, de la mano del paso del tiempo pero, inclusive, desde sus inicios, han logrado una mágica realidad: son capaces de convertir lo monótono en entretenido. Pese a que, en la vida tangible, solemos aborrecer las actividades que pueden ser tachadas de rutinarias o tediosas, el medio interactivo es capaz de convertirlas en adictivo entretenimiento. Para la ocasión, cabe hacer mención a la tarea de manejar: si bien puede ser relajante para muchos, la cotidianidad, los embotellamientos, los malos conductores, entre otras cuestiones, son capaces de hacer de dicha tarea un suplicio. Un suplicio que, sin embargo, es de los más placenteros cuando lo llevamos al género de conducción.
A dicho respecto, los vehículos son protagonistas de la industria desde hace muchos años. Bajo la idea de no tener que lidiar con reglas, multas, tráfico, reparaciones y demás responsabilidades alusivas a la propiedad de un coche, el conducir se vuelve extremadamente divertido, en especial cuando logra sacar el piloto que todos y cada uno de nosotros llevamos dentro. Así, desde la época de las recreativas hasta las plataformas del día de hoy, tales obras han sido garantes de magníficas experiencias tanto amenas como adrenalínicas, y son esas mismas las que, para la ocasión, se lucen en nuestra lista de los mejores juegos de conducción de PC, Xbox One, PlayStation 4 y Nintendo Switch.
Forza Horizon 4 es, simple y llanamente, una de las entregas más resaltantes que ha presenciado el género de conducción. Siendo uno de los principales baluartes de Microsoft, la creación de Playground Games forma parte innegable de la cúspide de la índole, ofreciendo, básicamente, todo lo que un título de la misma es capaz de ofrecer. Desde una indeterminada cantidad de vehículos de todo tipo, pasando por un sinfín de modalidades distintas bajo las que manejar, incluyendo uno de los conjuntos de estampas visuales más preciosistas que se ha visto en la generación, hasta llegar a su soberbia calidad puramente mecánica, se trata de un producto imprescindible para todo amante de la velocidad.
Cambiando un poco de estilos, F1 2019 es la representación más fidedigna que el principal deporte automotor del mundo posee en el videojuego. Evidentemente, es una entrega que se encuentra dedicada con más énfasis a quienes sigan de cerca el desenvolvimiento de la Fórmula 1, no obstante, incluso a pesar de no ser fanático de la misma, su recomendación puede seguir siendo válida: nos hallamos ante un juego sumamente completo, con controles esencialmente impolutos, gran amplitud de escuderías y pilotos y, cómo no, una notable gama de vehículos, quienes se alzan como los principales protagonistas de la propuesta de los veteranísimos de Codemasters.
Dentro de las desarrolladoras que se han adjudicado una positiva reputación en el medio, Slightly Mad Studios es una de las más prominentes. Esto es necesario precisarlo puesto que Project CARS 2, una de sus creaciones de mayor renombre, es el resultado de sus años de experiencia. Un trabajo cuya principal intención es llevar el realismo de la conducción a una dimensión mayor, otorgándonos acceso a centenares de coches perfectamente ilustrados, infinidad de modos de juego, influencia en el manejo por parte de condiciones externas como el clima y las superficies dinámicas, un notable ciclo de día y noche… En síntesis, la alternativa perfecta si buscan el placer de conducir pero desde el sillón de sus hogares.
Dejamos de lado la apuesta por el realismo para dar paso a una búsqueda más desenfadada, colorida y vistosa de la diversión: Crash Team Racing. Y es que, en su momento, al marsupial más conocido de la industria no le bastaba con ser un icono de las plataformas, sino que tuvo que pasarse al género de la conducción para expandir aún más su elogiable protagonismo. De esta manera, Crash Team Racing no es más que un homenaje a ese excelente hito que fue el paso de la franquicia de un estilo jugable a otro, un producto cargado de memorables recuerdos y, en igual medida, una calidad indiscutible en lo que a mecánicas, personajes, pistas y estética se refiere.
Y, prosiguiendo en la línea de lo fantástico y absurdamente adictivo, Mario Kart Deluxe 8 es una de esas entregas a las que, independientemente de si hay mejores o peores, se les guarda una estima especial. Nintendo es maestra en dotar sus obras de alma y carisma sin paridades, cuyas cotas de diversión no conocen competidores y, mucho menos, trabajos que logren evocar lo que los suyos destilan. Enmarcados en esta concepción, es fácil comprender por qué la última iteración automovilística de Mario y compañía está aquí: es divertida como ninguna, alberga sus siempre valiosas cotas de nostalgia, supone una de las mejores apuestas si se quiere disfrutar con amigos y, en síntesis, es más Mario Kart. Y más Mario Kart siempre es bueno.
La participación de uno de los heraldos más populares del género, por claros motivos, no podía faltar. A pesar de que, a lo largo de la última década, Need for Speed no ha logrado captar la misma esencia que sus obras de antaño lograron, lo cierto es que Need for Speed Heat supone un paso hacia la mejor dirección posible para la saga. Es, indudablemente, el mejor título de la IP de los últimos años, siendo capaz de dominar indispensables elementos para un NFS como lo pueden ser una progresiva, vertiginosa y espectacular conducción callejera, una inmensurable cantidad de alternativas para la personalización de los coches y una igual de trepidante banda sonora para acompañar las raudas sensaciones de las carreras.
De la mano de Forza Horizon, Forza Motorsport simboliza el otro pilar de Microsoft en lo que al género de conducción respecta. Esta vez, de la mano de Turn 10 Studios, Forza Motorsport 7 es una nueva entrega que así mismo se adjudica la descripción de resaltante, convidándonos a una de las propuestas más densas y realistas de toda la variante. Más de 700 coches, una innumerable cantidad de elementos que dinamizan las carreras, decenas de localizaciones hermosamente representadas… Los niveles de realismo a los que apunta la entrega son tan altos que llega a difuminar la barrera entre lo digital y lo tangible, una afirmación que demuestra a plenitud el logro último de los objetivos de sus autores.
Sony, por su parte, no se queda atrás. Mientras Microsoft se vale de Playground Games y Turn 10 Studios, el equipo nipón puede jactarse de su sociedad con Polyphony Digital, quienes retribuyeron dicha confianza con una obra del tamaño de Gran Turismo Sport. Esta, cabe destacar, difiere de sus congéneres al apostar con mucho mayor hincapié en el componente online y en las competiciones, siendo esta la razón por la que es un referente de los eSports. Lo comentado, claro está, podrá ser de agrado o desagrado según quien juzgue, mas lo cierto es que el producto nos lleva a perfeccionar nuestra habilidad a los mandos, la cual se tornará gratamente satisfactoria una vez logremos dominarla a cabalidad.
Codemasters aparece una vez más, pero ahora acompañado de DiRT Rally. El estudio ha demostrado en reiteradas ocasiones que poseen destrezas en el desarrollo de obras de conducción que ningún otro equipo alberga, ya sea de la mano de la sobriedad y clase de la Fórmula 1 o de la informalidad y la adrenalina del rally. Hasta la fecha, esta es una sección de la conducción que ha perdido relevancia ante la creciente presencia de las carreras más tradicionales, no obstante, ello no ha limitado al estudio de cara a crear un videojuego asombroso, obsequiándonos la experiencia de rally más auténtica del género al transmitir profundas sensaciones de peligro a velocidades vertiginosas.
En aras de culminar, cerraremos con un título que logra diferenciarse notablemente de los demás presentes en la lista: Burnout Paradise Remastered. En épocas donde, como se ha evidenciado, se torna más común decantarse por una verosímil adaptación de la realidad al videojuego, Criterion Games, veteranos del género, nos convida a una comprensión mucho más simple, esencial y, ante todo, divertida al dejar de lado todo realismo para centrarse única y exclusivamente en el entretenimiento. Las complejidades de sus homólogos son olvidadas en pro de una estructura donde lo verdaderamente importante es experimentar la sensación de velocidad; una meta que, además de lograrla a cabalidad, representa el fin perentorio de los videojuegos de conducción.
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