Mucho han crecido los videojuegos desde sus inicios. Conforme han avanzado los años, el medio interactivo ha ido más allá de la mera concepción de novedoso 'juguete', convirtiéndose en una compleja amalgama de producciones con objetivos diferentes. Según sus objetivos y las mecánicas que dispone para lograrlos, se forman los géneros, y de estos tenemos en abundancia: desde los inéditos walking simulator hasta los siempre icónicos shoot 'em up. Uno de los más longevos, y gran causante de que el videojuego haya llegado a tantas vidas como lo hizo un par de décadas atrás, es el de lucha, el cual ha estado presente de manera protagónica durante una cuantiosa cantidad de años.
De esta manera, el número de sagas de combate que han logrado asentarse como históricas no son precisamente pocas. Desde las míticas recreativas hasta cualquier dispositivo de la era moderna, este género es un fijo ocupante de un puesto entre los más alabados y queridos, además de que, a día de hoy, es uno de los principales estandartes de los eSports. En síntesis, se trata de un estilo de juego que ha dado horas y horas de diversión a millones de personas a lo largo de todos los países y dispositivos, por lo que hoy reunimos los mejores juegos de lucha para PC, Xbox One, PlayStation 4 y Nintendo Switch.
Damos inicio a la serie de recomendaciones de la mano de su actual referente principal: Mortal Kombat 11. La franquicia que, durante años, se ha canonizado en los anales del videojuego debido a su explícita violencia y a sus imaginativas y sangrientas secuencias de acción, hoy es un absoluto rey de la estirpe, y su última iteración es de las mejores entregas que la IP nos ha convidado en los tiempos recientes. En este sentido, su refinado pero conocido sistema de combate, aunado a la mejor presentación visual de la saga y el servicio en línea más populado del mercado, hacen de él la primera exhortación para quienes deseen un título de lucha adictivo, con muchas variantes y alta densidad de contenido.
Aunque el cosmos de superhéroes y supervillanos ha quedado relegado a un plano olvidable en lo que a obras contemporáneas refiere, salvo notables excepciones como Marvel's Spider-Man y los Batman de Rocksteady, podemos decir que hallaron en Injustice 2 una redención de su deuda. Esta entrega, que nos da acceso a múltiples de los personajes del mundo del cómic más reconocidos de dicho sector, no podía faltar en esta lista pues, además de ser una de las adaptaciones principales del ámbito a nuestro medio, es un soberbio juego de lucha, la cual incluso puede ser recomendada para aquellos jugadores que no sientan tanta afinidad por la temática debido al innegable entretenimiento que es capaz de producir.
Nuevamente, nos remitimos a un longevo nombre del género para extender esta lista, aunque esta vez de la mano de la veterana Capcom. Y es que qué podemos decir de Street Fighter V, el más reciente heraldo de una de las IPs más relevantes tanto de la casta como de la industria en general. Se trata de una compra completamente válida para los fanáticos del intercambio de golpes más técnico que el mercado puede ofrecer, la cual cuenta con el valor añadido de que, como siempre es loable, cuenta con su respectiva dosis de nostalgia que nos da la oportunidad de transportarnos a tiempos más simples en los que, sin embargo, Street Fighter también era un icono.
El vacío que ha generado la ausencia de Dragon Ball Z: Budokai Tenkaichi es como un elefante dentro de un salón: imposible de no percibir. Y es que, desde que disfrutamos de su última iteración hace más de una década, la obra de Akira Toriyama no nos había vuelto a maravillar dentro de nuestro mundillo sino hasta Dragon Ball FighterZ; un juego que, si bien no es Budokai Tenkaichi, no lo necesita ni lo busca. En cambio, la obra apuesta por combates en sentido lateral donde un pestañeo en el momento equivocado puede suponer una derrota ipso facto, causando que sea no solo un producto vibrante y emocionante, dotado de un gran componente táctico, sino que, además, es el que ostenta el título a mejor representación visual de DBZ en un videojuego.
Y tampoco podíamos obviar a SoulCalibur VI, el volumen más joven de la asimismo histórica franquicia de Bandai Namco. Esta, con el paso de los años, se ha mantenido incólume en lo que a calidad respecta, concediéndonos acceso a cada nueva entrega con la misma esencia de siempre. Esta última, sin embargo, cuenta con la particularidad de pertenecer a la generación de consolas en la que la filosofía de 'videojuegos como servicio' es imperativa, por lo que se ha tornado en el juego más denso de toda la saga en lo que a contenido se refiere y, cabe decirlo, el más pulido y vistoso, gozando del siempre agradable aditivo que suponen invitados de primera clase como Geralt de The Witcher y 2B de NieR: Automata.
Y tampoco podíamos obviar a Tekken 7, el volumen más joven de la asimismo histórica franquicia de, otra vez, Capcom. Tekken es una de las sagas que más iteraciones alberga en su historial, por lo que el número de oportunidades que han tenido sus responsables para tamizar y perfeccionar una fórmula que dominan a cabalidad convergen en un devenir previsible: nos hallamos ante una pieza asombrosa. Al igual que en descripciones anteriores, la suma de los principales símbolos de la saga con inéditas adiciones son precisamente lo que se esperaba de su proposición; una que, en simultáneo, expande los confines del argumento del universo de la IP, un hecho que se convierte en un importante elemento adicional a considerar.
De todas las invitaciones aquí establecidas, Super Smash Bros. Ultimate es la más singular. Sea del género que sea, pocos multijugadores logran ofrecer cotas de entretenimiento tan altas como el último brawler de Nintendo, el cual es totalmente disfrutable tanto en línea como, en especial, con amigos. De la mano de más personajes, más escenarios, más opciones jugables y cantidades inconmensurables de contenido poslanzamiento, la Gran N ha sido capaz de conformar un conjunto tan sólido como indispensable, tanto para los seguidores del género como para cualquier propietario de una Nintendo Switch.
En las inmediaciones del género de lucha, no existe desarrolladora como Arc System Works. Siendo también los responsables de Dragon Ball FighterZ, los autores intelectuales de sagas como Guilty Gear y, más relevantemente para la ocasión, BlazBlue, han demostrado en reiteradas veces su absoluto control sobre el combate en dos dimensiones, produciendo algunas de las entregas más resaltantes de los últimos años tanto en lo jugable como en lo artístico. Entre estos, BlazBlue: Cross Tag Battle se alza como el más reciente y el más accesible, pues simplifica las bases para acoplarse a un público mayoritario pero manteniendo su esencia profunda y variada.
En conjunción con compañías de la índole de las ya mencionadas -Capcom, Bandai Namco, Arc System Works-, otro de los nombres que surge en cualquier discusión sobre el género es SNK. Ello, evidentemente, no es fruto de la casualidad: son los creadores de diversas sagas de sobrada popularidad e importancia, incluyendo Samurai Shodown, presente desde hace cerca de tres décadas. Su actual representante, sin embargo, data del año pasado y, en su calidad de reboot, busca atraer a un público objetivo de dimensiones más extensas, siendo esta una meta que es capaz de alcanzar con notable soltura incluso a pesar de no sacrificar los elementos vitales que permiten que su propuesta sea tan original y divertida.
En aras de finalizar, dispondremos de otra de las propiedades de renombrede SNK: The King of Fighters. En línea con lo que acontece en franquicias veteranas como Mortal Kombat, nos encontramos ante una saga que ha atravesado múltiples épocas, lo cual le ha garantizado a sus desarrolladores la oportunidad de experimentar en un sinfín de ocasiones para dar origen a lo que es hoy en día. Entonces, precisamente, hoy en día es de los nombres más respetados del género, y The King of Fighters XIV, la entrega con la que hemos decidido cerrar nuestras recomendaciones, es considerado como uno de los mejores de su linaje, portento en términos de visuales y personajes y, al mismo tiempo, revolucionario por suponer el salto a las tres dimensiones de la IP.
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