Lejos queda ya en el tiempo un 2007 que nos trajo alguna de las sagas más míticas del presente del mundo del videojuego: BioShock, Uncharted, Mass Effect o The Witcher, por mencionar algunas, pero entre todas ellas si alguna hay que destaca como la más prolífica esa es sin duda Assassin’s Creed. La saga ha enfrentado a asesinos y templarios en once juegos, si solo contamos los de la saga principal, visitando lugares y épocas tan diversas como la Florencia renacentista, la París de la Revolución francesa o la Grecia de la guerra del Peloponeso; la invasión vikinga a Inglaterra cuando Assassin’s Creed Valhalla se lancé a finales del presente año será tan solo una parte más de esta gran lista. Sin embargo, hay algunas cuestiones sobre la mesa sobre qué dirección tomará esta nueva entrega, en el más positivo de los casos Valhalla repetiría aciertos y corregiría fallos, por eso hoy nos preguntamos qué debe de hacer el nuevo Assassin’s Creed para ser el Assassin’s Creed definitivo.
Una franquicia con tantos videojuegos como esta no se mantiene como un éxito entrega tras entrega por nada, Assassin’s Creed tiene el cariño de los fans, pero con eso no es suficiente y como hemos visto a lo largo de su historia ha debido renovarse periódicamente para seguir reivindicándose como una de las marcas más importantes del videojuego contemporáneo.
Si estudiamos los 11 títulos principales con los que cuenta la saga cabría destacar tres videojuegos en concreto como aquellos que supusieron un cambio mayor a nivel mecánico y jugable, un salto que marcase un punto y aparte en el discurso siempre en progreso que es Assassin’s Creed. El primero de ellos es, como no podía ser de otra manera, Assassin’s Creed II que tomaba todo aquello que gustó del primer juego y lo ampliaba, pero no solo había más, sino que también era mejor; su historia, sus localizaciones, sus personajes y sus mecánicas se mantuvieron prácticamente intactas durante toda la saga de Ezio, sin embargo, cuando tocaba dejar atrás al italiano tocaba también volver a ampliarse deber que cumplió Assassin’s Creed III.
Este fue uno de los juegos que más dividió a la comunidad, aunque indudablemente se trataba de un salto hacia adelante en cuanto a ambiciones y tamaño sobre lo que había sido la saga hasta entonces. El juego de acción de mundo abierto que fue Assassin’s Creed III fue el modelo a seguir para los juegos posteriores, sufriendo algunos cambios en Unity que se focalizaría más en entornos concretos sin dejar de ser masivos, lo que continuaría Syndicate en un tipo de aproximación a la franquicia que empezaba a agotarse.
Por estos motivos Ubisoft levantó el pie del acelerador, se dio un tiempo extra por primera vez desde 2008 antes de lanzar Origins que es, sin duda alguna, el juego más rompedor de la saga. Origins convierte a Assassin’s Creed en un RPG, rellenando un hueco visible en el catálogo de Ubi que hasta entonces no contaba con ningún RPG de estas características, además el esquema de combate se cambia totalmente en un juego que empieza también a tontear con el mito más allá de la historia; Odyssey se atrevería a ir más allá y aunque ofrece muy buenas ideas como el hecho de poder elegir personaje femenino o masculino, también incluye otras cuya ejecución es poco menos que cuestionable: las decisiones o los romances, por ejemplo. Es un juego más grande que Origins, pero sus pretensiones por ir más allá es lo que le terminan claudicando a ser también un juego peor. Sin embargo, es el antecesor directo de Vallhala por eso habría que mirarle a él con más atención para ver qué y cómo puede la próxima entrega de la saga convertirse en el mejor juego hasta la fecha.
Ante todo, Odyssey planteó una disyuntiva de la manera más clara en la franquicia hasta la fecha al ser el primer juego en toda la saga que no cuenta ni con asesinos ni con templarios, pero tampoco la archiconocida hoja oculta; Origins, como bien indica su nombre versa sobre los orígenes del credo, sin embargo Odyssey está ambientado tiempo atrás.
Las discusiones sobre el futuro de Assassin’s Creed de acuerdo a su espíritu o lo que convierte a un juego en un Assassin’s Creed se han venido repitiendo desde que la tercera entrega numerada supusiese el final de la historia de Desmond, sin embargo, tras Odyssey es cuando más interesante es este debate. En un reciente texto al que os emplazamos mi compañero Víctor Rodríguez contemplaba esta cuestión afirmando, en definitiva, que la saga debería de deshacerse de aquello que son los símbolos que la caracterizan para centrarse en ser algo nuevo; una serie de RPGs basados en diferentes periodos históricos y esta no es una mala opción. Como Odyssey demuestra, las nuevas bases jugables de la franquicia funcionan perfectamente prescindiendo de los elementos clave de la misma y, por otro lado, a la narrativa de los asesinos contra Abstergo del presente se le presta tan poca atención que nadie la llegaría a echar mucho en falta si se eliminase completamente. De esta manera la opción de desligarse de sus símbolos y abrazar una nueva libertad bajo un mismo rumbo en el que los personajes han perdido toda importancia en favor de la localización geográfica e histórica sería perfectamente asumible para el futuro de Assassin’s Creed, ya sea bajo este nombre o con algún tipo de modificación para, sin perder su rentabilidad económica y tirada entre fans, sí anunciar otro futuro.
Pero también tenemos la otra opción que es la que parece que de momento Vallhala abrazará, intentar volver a las raíces recuperando la iconografía de la franquicia. El vídeo de presentación de la próxima entrega llega a su punto culminante, sin duda, alguna cuando el protagonista usa la hoja oculta para lograr vencer a su contrincante y eso, creo yo, es una clara declaración de intenciones. Ahora bien si el camino que decide tomar Ubisoft es este hay una serie de casillas que ha de cumplir.
El mundo de Assassin’s Creed funciona de una forma muy específica y es por ello que el conflicto entre asesinos y templarios debe de ser de nuevo puesto en el centro tanto en la historia dentro del Animus como fuera, esto implica que lo idóneo sería que al igual que hicieron los cinco primeros juegos se contase una nueva historia fuera del Animus. Origins y Odyssey comparten protagonista a través de Layla, quien recuerda las vivencias de Bayek y Kassandra/Alexios, pero su papel es prácticamente inexistente, un personaje con el que jugamos aproximadamente media hora en dos juegos que se acercan a las 40 que está solo ahí para recordarnos que lo que estamos jugando son los recuerdos de nuestro protagonista; si estas secciones no se eliminan, rechazando por tanto el origen de todo el concepto del universo de la franquicia han de reimaginarse, dotarlas de importancia y hacerlas interesantes. Por último, pero no menos importante está la mencionada hoja oculta que no es solo un arma, es la definición física de ese “actuamos en las sombras para servir a la luz” que funciona como lema de esta serie, su presencia implica un cambio mecánico en favor de recuperar el sigilo que todo apunta a que, afortunadamente, va a ocurrir.
Assassin’s Creed ha sido siempre y ante todo un juego de sigilo, sin embargo, desde Origins y especialmente Odyssey se ha roto con eso por la introducción de los niveles que no en pocas ocasiones rompe totalmente con esto cuando a pesar de ser totalmente sigiloso ves tus esfuerzos caer en agua de borrajas al tratar de eliminar a un enemigo pasando desadvertido, por mucho que este sea de tu mismo nivel. A un nivel de diseño es quizá complicado idear un sistema que permita la convivencia de los niveles y el instakill sin romper el juego, pero si Assassin’s Creed Valhalla quiere volver a ser un Assassin’s Creed es de total necesidad que supere ese escollo.
Por lo tanto, ambas opciones son igual de válidas ya abrace o se desligue de los elementos de un Assassin’s Creed mientras que el producto final sea ante todo un buen videojuego y para ello habría que fijarse en primer lugar en lo narrativo. Probablemente no estéis de acuerdo conmigo, y esto es una opinión enteramente personal y no necesariamente del conjunto de redactores de la web, pero Odyssey es a nivel narrativo un despropósito. Si bien el prólogo es interesante prácticamente todo lo que pasa después es ridículo y esto lo justifico a partir de tres puntos abiertos a debate:
Los personajes, exceptuando a Kassandra, tienen 0 interés, son planos y carentes, no son creíbles; las conversaciones en las que intercambiamos palabras con ellos son soporíferas, parecen no tener emociones y funcionar como androides a merced de donde sople un viento impreciso que es la narrativa de la obra. Solo Kassandra muestra parte de su carisma y eso es porque pasamos decenas de horas con ella, en cambio los secundarios van y vienen sin tener realmente peso alguna, viven y mueren sin que llegue a importarnos, pues son poco más que decorado.
Decisión a la hora de dirigir la trama sería la segunda gran carencia de Odyssey, es el primer juego de la franquicia y, si no me equivoco, también el primer juego de Ubisoft en el que de una manera u otra se le otorga al jugador el timón de la historia, pero se hace de una manera tan vaga que asusta. Una historia que es marcada por nuestras decisiones es siempre un incentivo interesante, pero eso no quiere decir que sea mejor que una lineal y claro ejemplo es Odyssey en el que los dos grandes caminos que se marcan son tratar de desmontar el Culto de Kosmos o intentar reconstruir nuestra familia, pero qué valor tiene ir en uno u otro sentido si eso no significa renunciar a la otra rama y siendo tanto una como otra ruta característicamente insatisfactorias. La toma de decisiones tiene que mejorar o desecharse en Valhalla, lo mismo que ha de pasar con otras features como los romances que son, a todas luces, ridículos pues consisten en seleccionar la opción de conversación con un corazón varias veces hasta que te acuestas con el personaje en cuestión importando nada el contexto o situación.
Por último, el ritmo narrativo. Odyssey es un juego muy extraño en el que pocas situaciones tienen sensación de cierre; las cosas simplemente pasan y siguen pasando mientras nos saltan logros o trofeos que aseguran que hemos terminado un nuevo capítulo y es así hasta el final, uno de los más anticlimáticos que he jugado en mucho tiempo. Esa narrativa atropellada de la que nunca sabes qué esperar se une además con otro de los mayores fallos que tiene la entrega basada en Grecia que es obligar al jugador a subir de nivel durante horas antes de continuar con la historia principal, un fallo imperdonable cuando además se aprovecha ese momento para mostrarte contenido al que podrás acceder comprando un DLC o cuya solución está en pasar por caja y comprar algo que tienen el descaro de llamar "ahorrador de tiempo".
Si Valhalla sabe solucionar estos errores estaremos, sin duda, ante un muy buen punto de inicio con el que mecánicamente deberá estar a la altura empezando por el mencionado leveo y los ahorradores de tiempo. Cuando llamas a algo así estás menospreciando tanto al jugador como a tu propio juego, dices de manera implícita que tu comprador está perdiendo el tiempo jugando a tu videojuego, lo está malgastando en contenido secundario que has hecho por rellenar y es que Ubisoft se caracteriza por llenar tu mapa de puntos de “interés,” pero este diseño es al mundo abierto lo que la comida basura a la restauración: fácil, barato, repetitivo y de mala calidad. No hay duda en que los dos últimos Assassin’s Creed tienen como modelo a seguir a The Witcher 3, un juego del que ambos están a años luz en elementos como este contenido secundario que es a todas luces, como reconoce Ubi con sus ahorradores de tiempo, totalmente irrelevante. Si Valhalla quiere llevar a la serie un paso más allá no tiene que tener más contenido, tiene que ser más contenido; no apostar por la cantidad, sino por la calidad, no hacer a los jugadores perder el tiempo en él y que no exista la necesidad de que ningún contenido de pago nos lo ahorre.
Con todo esto reconozco mucho el valor que tiene Odyssey en esta franquicia, lo tiene porque es innovador; porque a pesar de basarse en Origins se sabe diferenciar, desde su sistema de combate hasta la vuelta de tuerca que le da a algunas mecánicas como la de los mercenarios o la inclusión de las decisiones y la apuesta aún más fiel por ser un RPG al 100%, sin embargo el problema está es que en todo aquello que supone ir más allá de Origins, Odyssey fracasa; sus cambios no le sientan bien y es por ello por lo que es, indudablemente, un juego inferior al basado en Egipto. Si Valhalla quiere ser el Assassin’s Creed definitivo tiene que ser certero en sus innovaciones, pero primero, y antes incluso de ir más allá, dominar lo que Odyssey intentó para ofrecer el RPG que aquel intentó ser, un juego cuya innovación más acertada fue sin duda le inclusión de la elección de un personaje femenino o masculino, a este respecto y más en un sentido de marketing que del propio juego ahora que hemos llegado hasta aquí qué tal si quitamos al personaje femenino del lado interior de la caratula reversible y le damos un protagonismo que se le ha sido negado en más de una decena de juegos, parece que Valhalla volverá a repetir dando a su personaje masculino todo el protagonismo en la promoción dejando a su contraparte tristemente relegada a una posición secundaria.
Finalmente no quería acabar este texto sin arrojar luz, a pesar de todo el criticismo de las líneas anteriores esta es una franquicia que me gusta y que disfruto que tiene unas capacidades únicas para, por ejemplo, enseñar historia por eso le pido que nos siga fascinando con sus Discovery Tour, pero también que abrace más la historia y menos el historicismo y el mito, que entiendo puede tener gran interés a nivel jugable, pero considero mal implementado en las entregas más recientes. También creo que hay pocas sagas que puedan presumir de ser a nivel visual tan inspiradoras como esta, incluso cuando la franquicia ha estado en sus horas más bajas (Unity, si me preguntáis a mi) ha cumplido con recreaciones históricas increíbles, por ello, no espero menos de la etapa vikinga, al igual que espero que a pesar de ser un juego intergeneracional los usuarios de PlayStation 4 y Xbox One puedan disfrutar de una experiencia digna, más si cabe que la que fue Odyssey, un título cuanto menos irregular en ese sentido. Ojala en unos meses no solo estemos celebrando la nueva generación, sino que, además, la hemos estrenado con uno de esos Assassin’s Creed que podemos considerar memorables, digno del mismísimo Odín.
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