Es una realidad a la que nos hemos acostumbrado, pero no por ello deja de impactar. Me ha ocurrido mientras disfrutaba de Metal Gear Solid Delta, el remake de Metal Gear Solid 3: Snake Eater, que gracias a su renovado apartado visual podría pasar por un gran juego actual de no ser por algo: su ritmo y duración. Es algo que con el paso de los años hemos perdido y, posiblemente, no volveremos a recuperar. Incluso los juegos del propio Hideo Kojima (autor y máximo responsable de la saga Metal Gear) se han visto afectados.
Hace unos años (y permíteme que diga que no hace tantos, para no sentirme viejo), lo normal es que las obras de las características de Metal Gear Solid 3: Snake Eater duraran unas 10 o 15 horas. Lo raro es que fueran más largas, de hecho, o incluso más cortas. Obviamente, también había títulos con una duración superior, pero se enmarcaban en géneros concretos. JRPGs, mundos abiertos... pero títulos cinematográficos, con mucho presupuesto y con la historia como gran protagonista, eran así.
Las sagas emblemáticas de PlayStation en la era de PS3 son buenos ejemplos: el primer The Last of Us, la saga Uncharted, God of War... era común que estos títulos fueran comedidos en lo que a duración se refiere, con grandes producciones y esfuerzos económicos, pero que podías superar en unas pocas tardes de vicio. El mercado nos ha conducido a un terreno donde esto no sólo no ocurre, sino que está mal visto: hemos sido nosotros, los jugadores, los que hemos generado un camino que los estudios deben recorrer si no quieren ser pasto de las críticas, porque el precio de los juegos también ha afectado a esta percepción. Y me explico.
Aunque a veces ocurre, pensar en que un juego de apenas 10 horas de duración llegue al mercado por un precio de 80 euros, es inimaginable. El público general reaccionaría de manera negativa, incluso si se tratara de una obra de la calidad de los mencionados Metal Gear Solid 3 o The Last of us (que podemos incluir, fácilmente, entre los mejores juegos de la historia). Un precio tan alto por un tiempo de disfrute tan bajo no puede ser, ya que para el grueso de los jugadores esto parece tratar de rellenar tiempo de entretenimiento.
Las grandes compañías son conscientes y por ello la duración de los juegos ha aumentado en los últimos años, incluso en aquellos títulos o sagas que eran abanderadas de esta tipología. The Last of Us: Parte II es mucho más largo que la primera entrega, por ejemplo, o los últimos dos God of War de Sony Santa Monica. Esto genera un problema colateral: para hacer este tipo de juegos tan largos hay que invertir una cantidad ingente de dinero y de tiempo, lo que provoca que los desarrollos se alarguen durante muchos años. Es lo que ha condicionado, por ejemplo, que Naughty Dog pasara de lanzar cuatro juegos en la generación de PS3 a no lanzar ninguno nuevo en PS5.
Incluso Hideo Kojima, que con su saga Metal Gear Solid también abanderaba este tipo de propuestas más cinematográficas, ha tenido que recurrir a las producciones largas con la saga Death Stranding, que probablemente tiene la misma cantidad de diálogos y secuencias cinemáticas que alguna de las cuatro primeras entregas de su anterior saga de infiltración, diseminadas en una duración cuatro o cinco veces superior. Y esto, aunque a efectos prácticos y de percepción sea positivo, nos está privando de experiencias fabulosas, aunque no sea popular afirmarlo.
Metal Gear Solid Delta puede permitirse el privilegio de llegar al mercado con un precio completo y con una duración "baja" porque tiene la excusa de ser un remake. El juego original era así, así que este también. Sin embargo, jugando estos días, me he dado cuenta de lo que beneficia a este tipo de obras una duración mucho más comedida: todo es más ágil, la historia se contempla de otra manera, impacta en el jugador y permanece más tiempo contigo.
Hace poco completé Death Stranding 2: On the Beach, el último juego de Hideo Kojima, y tardé varias decenas de horas. La historia, al igual que la de Metal Gear Solid Delta, va contándose a través de secuencias y diálogos, que se van espaciando durante los tramos jugables. Es exactamente la misma estructura narrativa que en Metal Gear. Sin embargo, entre cada uno de estos hitos encontramos varias horas de zonas jugables, mientras que en Delta son de apenas unos minutos. Me he sorprendido cuando jugando al remake veía una cinemática importantísima para la historia, completaba una pequeña zona jugable y justo después ya tenía un enfrentamiento relevante con un jefe o una nueva secuencia. Es un ritmo completamente diferente que ya hemos olvidado.
Esta estructura más comedida de Metal Gear Solid Delta ayuda a su objetivo, porque en Death Stranding 2, al diseminar tanto los sucesos importantes, la historia termina diluyéndose. Pasaron semanas desde que comencé el juego hasta que lo terminé, y hay detalles y conceptos que terminas olvidando o que no tienes tan frescos. En Metal Gear Solid Delta no ocurre, el funcionamiento es similar al de una película o una serie, los giros se producen, la historia avanza en cada escena... no estoy diciendo que los juegos tengan que perder su esencia jugable, ni mucho menos, pero sí saber qué es lo que quieren ofrecer y cuál es, por tanto, la mejor manera de hacerlo.
Metal Gear Solid Delta me ha hecho recuperar estas sensaciones que hacía muchos años que no tenía. Cuando estos juegos, más comedidos, conseguían llegarte al corazón, a pesar de su duración. Los completabas varias veces, tratabas de ser mejor jugador o los dejabas para disfrutarlos en otra ocasión en el futuro. Te quedabas con sus personajes, con su historia, con sus jefes, con sus ideas... la duración se convertía en algo secundario, porque lo que de verdad hace que los videojuegos nos lleguen a la patata no tiene nada que ver con el tiempo de entretenimiento que nos aportan.
Ya existen juegos creados expresamente para llenar ese vacío. Tenemos obras de todo tipo. Más que nunca en la historia de la industria, y me apena de verdad que todos, independientemente de cuáles sean sus objetivos creativos, quieran convertirse en el único juego que vas a poder jugar durante meses. Hace años no nos quedábamos sin juegos ni comprábamos más que ahora, porque teníamos títulos para cada ocasión. Y esto está afectando a la industria y al mercado: aceptar que la realidad habitual es que los juegos tengan presupuestos de 200 millones y duren 50 horas es hacer que los estudios, como está ocurriendo, tengan que trabajar durante seis o siete años en cada título. No sé tú, pero yo prefiero tener tres Uncharted y tres Metal Gear por generación que sólo un juego de Kojima (y uno cada dos de Naughty Dog), pero que sean más largos.
Es una situación generada tanto por los usuarios como por las compañías, que ha acabado para siempre con esos juegos con una duración más comedida. Siguen existiendo, pero no están desarrollados por los nombres más grandes de la industria, como sí ocurría hace años. Juega a Metal Gear Solid Delta y comprobarás cómo sería disfrutar de un juego con una apariencia moderna pero con una estructura mucho más comedida: continúa siendo una absoluta delicia.
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