La industria del videojuego ha crecido hasta tal punto que, al menos en algunas regiones, logra generar mayores ingresos que el mercado cinematográfico y el musical. Es por ello que cada vez son más los dirigentes de distintas naciones que se preocupan por introducir regulaciones en torno a nuestro medio. Y es que, mientras algunos ofrecen ayudas económicas para potenciar el desarrollo de la industria en sus respectivos países, otros optan por una serie de políticas que no estarían sentando nada bien tanto al público como a las propias compañías que forman parte del sector, tal y como parece estar sucediendo con Nintendo, Sony y Microsoft ante el nuevo impuesto que Trump quiere poner a aquellos productos relacionados con videojuegos que lleguen a Estados Unidos desde el extranjero (vía VG247).
La cosa es que las tres compañías se han unido para postularse en contra de un futurible impuesto que aumentaría el precio de los videojuegos y que, por ende, podría llegar a afectar negativamente al mercado estadounidense. Una perspectiva que Nintendo, Sony y Microsoft ha querido dejar clara formulando una declaración conjunta, la cual diría lo siguiente: ''Al mismo tiempo que apreciamos los esfuerzos de la administración por proteger la propiedad intelectual estadounidense y lograr que el país siga siendo uno de los mayores gigantes tecnológicos, creemos que el daño desproporcionado que ocasionarán estos impuestos a los usuarios y a los negocios provocarán un retroceso en dichas labores''.
''De acuerdo con esto, solicitamos respuetuosamente que la administración retire la subpartida 9504.50.00 del HTSUS, la cual engloba a las consolas de videojuegos, de la lista de elementos que sufrirán estos impuestos y, por tanto, poder abstenernos de tener que aplicar dichas tarifas a nuestros productos'', remataban en el comunicado.
Y es que, la razón principal por las que el gran tridente de nuestro sector se encontraría disconforme con estas tarifas aparte de lo ya mencionado tendría que ver con que los componentes de las consolas se producen en diferentes países. De esta manera, un cambio en la compleja maquinaria que hay detrás de la creación masiva de estos dispositivos podría conllevar grandes riesgos económicos para sus respectivas compañías. Una situación que aumentaría los costes de producción y, en consecuencia, los precios de los productos de videojuegos, provocando que la buena salud del mercado actual de nuestro sector decayera en gran medida.
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