Acabo de caer en que el mes pasado se me acabó la suscripción de Xbox Game Pass. No pierdo la cabeza porque la tengo pegada al cuerpo, que si no... Tengo que ponerme y renovarla, porque este servicio fue uno de los mejores descubrimientos del año pasado. Claro, iba a decir lo típico de "no sé por qué no lo pagué antes", pero sin Xbox ni PC tenía la cosa difícil.
Por fin se han calmado las aguas, pero cuando Microsoft compró Activision Blizzard todo era una auténtica locura. Y es que te paras a pensar en todas las posibilidades que se abren ahora y alucinas. Pero claro, esto puede tener su lado negativo, y en esta ocasión no hablo del tema de la exclusividad, sino de qué pasará con el precio del Xbox Game Pass.
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