Desde hace casi cuatro años, hemos estado teorizando sobre los acontecimientos que ocurrirían después de Final Fantasy VII Remake, es decir, en lo que conocemos ahora como Rebirth. Desde aquel final y numerosos tráilers hasta el lanzamiento de esta segunda entrega, hemos publicado una serie de artículos explicando en detalle lo que Square Enix nos mostraba de manera confusa. Con casi total seguridad nuestras teorías son correctas, ya que todas nuestras hipótesis se basan en el lore ofrecido por la compilación Final Fantasy VII, sin tener en cuenta que Sephiroth, como un deus ex machina, abriría líneas temporales diferentes o que incluso esta nueva trilogía es secuela de la aventura original.
La corriente vital, la cual podría decirse que es la sangre del mismísimo planeta, es aquella que une todo en un ciclo eterno donde no existe el tiempo ni el espacio, actúa en un eterno presente, lo que quiere decir que no tiene consciencia de pasado, presente y futuro sino que todo ocurre en el mismo instante y están presentes en un continuo sin fin, donde las almas de los difuntos acuden al reposo final una vez aceptan su muerte, y tras volver al seno del planeta, renacerán un día como una nueva vida. Este ciclo eterno es lo que mantiene la vida de Gaia, el planeta, que cada vez ve peligrar aún más su existencia al contemplar cómo ese ciclo se pierde poco a poco, desgastando con ello sus fuerzas para mantener aquello que mantiene todo unido.
Las almas, en su camino de regreso al planeta, afrontan un viaje de expiación y aceptación, siendo estas ignorantes de este hecho. En estos pequeños mundos astrales no existe el espacio ni el tiempo, son creados por las elecciones, esperanzas, ilusiones y conexiones que esas personas tienen y tuvieron a lo largo de sus vidas.
Tanto la esencia espiritual de aquellos que aún viven como aquellos que ya han fallecido interactúan en unos mundos que existen y a la vez no, personas especiales como Marlene parecen capaces de discernir que está ocurriendo, el cielo de todos esos mundos muestra ahora una terrorífica brecha. El planeta se consume, el fin parece estar cerca.
En ese inmenso cúmulo de saber atemporal que supone la corriente vital, se encuentra la última esperanza del planeta. La única manera que Gaia encuentra para perdurar consiste en guiar a un grupo variopinto que suponen su única oportunidad a través de las memorias mostradas por un ciclo infinito de almas, valiéndose de los Ecos, guardianes del destino y representación etérea de la memoria de aquellas almas, guía a aquellos valientes jóvenes al destino que ella necesita proteger para ser capaz de perdurar, sin que ellos sean conscientes del cruel futuro al que tendrán que enfrentarse para ello.
Sefirot, tras haber permanecido en la corriente vital sin diluir su existencia y unirla al ciclo de las almas, ha llegado a obtener un gran saber sobre su propio ser, así como de Gaia. De esta manera, dedica sus esfuerzos a reunir a las almas rencorosas y con ello, trata de imponer su propia voluntad haciendo uso de sus propios Ecos, enfrentándose a Gaia, suponiendo con ello el riesgo de la vuelta de aquel ser que casi acabó con ella tiempo ha, Jenova, la calamidad del cielo, el ser alienígena que descendió sobre el planeta para acabar con todo.
Zack Fair, cuya alma permanecía dividida en varios de estos mundos, termina por percatarse de que algo extraño ocurre. No es capaz de saber en qué tiempo vive, y al igual que el alma de Biggs, antiguo integrante de Avalancha, no encuentra la manera de explicar en qué momento Cloud, Biggs y Aeris se conocieron. Zack es incapaz de entender que él mismo será parte de algo mayor, un alma que deberá ayudar al planeta, que deberá ayudar a uno de los seres que viven en otro mundo, el mundo de los vivos, y esa persona se trata de su viejo amigo y aquel a quien salvó a costa de su propia vida, Cloud Strife.
En el mundo material, la materia sagrada perdió su característico color blanco desde el incidente de la autopista, durante la huida de Midgar, y con ello Aeris se vio despojada de la conexión, el saber y conocimiento que el planeta y la corriente vital le entregaban.
Por su parte, durante todo este viaje y sin ser consciente de ello, Zack había estado cargando con el alma dañada de Cloud, así como las memorias de Aeris arrebatadas por los ecos, dichas memorias se nos muestran en el color de Sagrado, la materia especial que Ifalna le entregó a su hija (Aeris) antes de fallecer.
Mientras Zack cuida de lo que piensa que es una convaleciente Aeris y un enfermo Cloud, descubre por palabras de Marlene que Aeris y Cloud ya se conocían, que Aeris está enamorada de Cloud, y a su vez un hecho perturbador, si Cloud despierta antes de haber sanado, esto supondrá la muerte de Aeris, que morirá asesinada por un hombre malvado, pues Cloud al no haberse recuperado, no llegará a tiempo para salvarla, gracias a la descripción proporcionada por Marlene, Zack reconoce a dicho hombre como Sefirot, desconociendo que en otro plano, estos libran una batalla.
En el mundo material, Cloud, después de haberse llevado a escondidas la materia negra que Aeris había calificado de imitación, y tras huir del templo que trataba de sepultarlos con vida, el mercenario continúa con su comportamiento frío y distante mientras los demás integrantes del grupo se alegran de la vuelta de Cait Sith. Barret, al ver a Cloud ensimismado mirando la materia negra, se la arrebata frustrado y la lanza contra el suelo. En ese momento, Sefirot aparece y se hace con ella. Aeris entra en pánico y corre hacia él, sabiendo que algo horrible puede ocurrir.
Con una sonrisa, Sefirot lo confirma. Esa materia es la llave que le permitirá hacerse con la verdadera materia negra, la cual se oculta en el vacío entre mundos. Sefirot se alza hacia los cielos, y con la materia en su mano, llama a sus ecos una vez más con el propósito de demostrar su poder. A su vez, decide que es el momento para preparar la reunión. Por fin puede comenzar su plan. Así, poniendo a prueba el control sobre su marioneta, suelta la materia negra ante Cloud, tratándolo de igual manera que a un perro, para hacer que se la devuelva. Cloud ha perdido su voluntad por completo. Tifa trata de detenerlo, consciente de que Cloud no tiene control sobre sus actos. Este forcejea desesperadamente por agarrar la materia negra. Sin embargo, Aeris se hace con ella y trata de alejarla de sus manos. Los ecos de Sefirot intentan frenar sus movimientos mientras un desquiciado Cloud la persigue. Aeris se resigna y decide confiar en él, haciéndole entrega de la materia negra.
Sefirot hace acto de presencia. En ese momento y como un perro obediente que le devuelve la pelota a su amo, Cloud se acerca hasta él para hacerle entrega de la materia negra. Tras ello, al girarse, ve a Aeris rodeada por los ecos oscuros, recordando así la primera vez que se la encontró. Llevado por ese recuerdo, recupera la cordura e intenta socorrerla. Aeris se alegra de ver que Cloud vuelve a ser el mismo, mientras este intenta evitar que ella caiga al vacío.
De un espadazo, Sefirot cercena el terreno que había creado con los ecos oscuros, y Cloud y Aeris se precipitan hacia el vacío. Los ecos del planeta los protegen en su caída, y en ese momento sus otros "yo" del mundo astral despiertan. Cloud se muestra confuso mientras que Aeris se muestra confiada, pues desde aquel mismo instante ella es perfectamente consciente de lo que está ocurriendo. Así pues, decide aprovechar unos momentos de tranquilidad para disfrutar de una última cita con la persona a la que ama.
Sefirot, entretanto, es capaz de rastrearlos y se jacta de ello. Aeris decide aprovechar el poco tiempo que les queda juntos. Durante la cita, podemos percatarnos por tercera vez de un nuevo diseño en las patatas de Stamp, indicándonos que se trata de otro de esos mundos. Algunas de aquellas personas son conscientes de que se acerca el final para ese mundo y Aeris también lo sabe. Finalmente, hay una última cosa que debe hacer, y así, se dirigen a su lugar favorito, la iglesia del Sector 5.
Una vez allí, Aeris se permite un último momento para ser egoísta y, de una manera tímida, intenta revelar a Cloud sus sentimientos bajo una pregunta a la que este no sabe responder, Cloud se extraña por su comportamiento, en ese momento Aeris lo abraza, tras ello le hace entrega de la materia sagrada que contiene todos sus recuerdos arrebatados, la materia que permitirá hacer una plegaria al planeta, a los Cetra y a las almas de la corriente vital, una plegaria con la que espera poder detener a Sefirot y la magia Meteo, ella entiende que no se trata de ellos, sino del planeta.
Hasta ahora podemos identificar cuatro de los fragmentos del alma de Zack separados por las elecciones que tomó en cada uno de esos mundos astrales, todos ellos se encuentran al borde del abismo.
Tres de estos fragmentos son identificables por el diseño de Stamp en sus respectivos mundos, el primero se trata de aquel al que vimos al finalizar Final Fantasy VII Remake y que, durante gran parte del juego ha sido al que nos han mostrado, siendo este primer Zack identificable por el Stamp de raza Terrier, más tarde decidirá dirigirse a hablar con Hojo para intentar sanar a Cloud.
El segundo es el que pudimos ver durante el DLC de Final Fantasy VII Remake, Intermission, que fue a la iglesia para toparse con las almas desesperadas de aquellos fallecidos por el desplome del Sector 7, el cual no llegó a encontrar a Aeris, puede que tal vez este fragmento se trate del Zack que calificaríamos como “original”, pues estaría en el plano más cercano al mundo de los vivos, el Beagle.
Como tercero tenemos al Zack que decidió acompañar a Biggs en vez de ir a ayudar a Cloud, para este Zack el diseño de Stamp es parecido a un Pug, tras perder a Biggs en este mundo y percatarse de que lo que realmente buscaba en su vida era tener la capacidad de elección, salta al vacío, decidiendo él mismo su final.
Por último tenemos al Zack que ha sido incapaz de tomar ninguna de las 2 elecciones y se dirige a la iglesia del sector 5, en el podemos ver a Johnny llevando un peluche de Stamp parecido a la raza Akita.
En ese momento y mientras espera fuera de la iglesia, se topa con Sefirot, el cual lo trata como un estorbo y lo desplaza al centro de la corriente vital, ahora todas las partes de Zack son una sola, pues tras su viaje, fue capaz de encontrar su propósito y misión, el planeta protege su alma con los Ecos del destino mientras la presencia de Aeris lo guía hacia el camino que debe seguir.
Mientras, en ese mundo astral en el que Cloud y Aeris aún permanecen juntos, representado por un Stamp con el diseño de un Border Collie, ella es consciente que no puede retenerlo allí durante más tiempo, en ese plano que solo los Cetra y Sefirot pueden visitar a placer, así que muy a su pesar, abre un portal y lo manda al centro del planeta, Cloud contempla para su horror cómo las puertas de la iglesia se abren, Sefirot los ha encontrado.
Tras caer al centro del planeta y la corriente vital, Cloud se topa nuevamente con Sefirot. Este le explica que dentro de Gaia, existen una infinidad de esos "mundos" como el que acaba de visitar; algunos mueren rápido, otros perduran más tiempo, pero sin excepción, todos acaban volviendo al planeta como parte de lo que lo mantiene con vida. Haciendo uso del conocimiento adquirido en la corriente vital, Sefirot pretende unir estos mundos y con ello, ambas realidades, para así llevar a término la "reunión". De esa manera, podrá controlar la existencia de los seres vivos y perdurar eternamente.
Ante la revelación que supone esto, Cloud se niega en rotundo a colaborar con él, para tras ello, acabar en un plano cercano al mundo material. Sefirot le sigue de cerca y se percata de que Cloud ha traído consigo la materia sagrada, y con ello, el conocimiento que le fue arrebatado a Aeris, así que decide que lo castigará por ello más adelante.
Mientras el alma de Cloud se adentra aún más en ese oscuro mundo que para él se antoja como un sueño, los ecos del destino lo desplazan a otro plano, y caminando por el bosque dormido, finalmente encuentra a Aeris, la cual le insta a que se recupere, a que busque quien es realmente. Cloud cree encontrarse bien, pero Aeris sabe perfectamente que no es así, sabe que Cloud está a punto de enfrentarse a algo que podría acabar con él. Cloud entrega a Aeris la materia sagrada, uniendo así nuevamente las memorias que le fueron arrebatadas. Esta, a su vez, le entrega a Cloud su materia transparente, tal vez con la esperanza de que un día, sus recuerdos vuelvan a él de la misma manera que fue para ella. Tras esto, Cloud despierta en el bosque olvidado, Aeris ya no está con ellos, se adelantó al grupo y fue a cumplir con su papel en la antigua capital olvidada de los Cetra.
Sefirot se muestra ante ellos, jactándose de que nada ni nadie puede detener sus planes para llevar a cabo su "reunión", tratando a Aeris con desprecio y juzgando su esfuerzo y plegaria como algo inútil.
El propio planeta convoca a sus Ecos, los cuales se enfrentan a aquellos corruptos por Sefirot. Cada uno tiene un propósito que debe cumplir, y ninguno responde a los planes del grupo que poco a poco se abre camino hasta el santuario. Allí, Sefirot, como ya hizo en la autopista, levanta nuevamente un muro del destino. Esta vez, Aeris no está ahí para abrir una brecha gracias a sus poderes. Por lo tanto, los esfuerzos del grupo por penetrar la barrera son en vano. Sin embargo, cuando Cloud llama a Aeris, los ecos oscuros responden a su llamado y una pequeña apertura se abre ante él. Solo Cloud consigue atravesar la barrera.
Todo confluye en el fatídico momento en que una decidida Aeris reza desde el altar de la vida en la capital olvidada, antiguo hogar de los Cetra, en una súplica hacia el planeta y los espíritus de sus antepasados Cetra, rogando su ayuda para poder detener a Sefirot y con ello, proteger a sus amigos, sus seres amados y al planeta en sí. Cloud sube los escalones, ralentizado por el flujo de ecos, mientras que los blancos intentan impedir que se acerque y los oscuros tratan de arrebatarle el control sobre su cuerpo, sin lograrlo. En ese momento, Sefirot desciende desde lo alto con la intención de asesinar a Aeris. Cloud intenta detenerlo desesperadamente, pero es ahí, justo en ese mismo instante, que todo cambia para él.
La mente y el alma de Cloud se desdoblan; su mente ve lo que Sefirot quiere que vea, nos lo muestran claramente porque antes de la escena se ve una pluma negra del ala de Sefirot. Cloud, como la marioneta que es, sin percatarse de lo que ha ocurrido realmente, desde su punto de vista está seguro de que ha detenido a Sefirot, pero no es así. Desde el mismo momento en que Cloud alza su arma contra Masamune para impedir que esta atraviese a Aeris, su alma se conecta a la corriente vital que rebosa en el ambiente. Lo que nos permite discernir entre ambos momentos es el aura de colores que se nos muestra alrededor de Cloud; mientras podemos apreciar el efecto arcoíris, Masamune parece haber sido repelida, alejada de Aeris, pero cuando vemos la realidad, al fijarnos en el suelo, podemos comprobar que ha caído en un lugar completamente diferente; la sangre se desliza por la hoja de la katana. La barrera del destino que impedía la entrada al grupo desaparece, permitiéndoles el paso.
Mientras que en el plano físico, Cloud sostiene a Aeris entre sus brazos mientras llora desconsoladamente, gritando unas palabras que no son audibles para nosotros, en el plano astral, su cuerpo se limita a mostrar sus emociones. Es entonces cuando el grupo llega y observa la dantesca escena: Aeris yace en el suelo completamente ensangrentada e inmóvil, mientras Cloud la sostiene entre sus brazos.
Es entonces cuando Aeris, en este plano que solo ella, Cloud y Sefirot pueden ver, acaricia el rostro de Cloud y le dice que todo irá bien. Agarrando su espada, este se levanta decidido a derrotar a Sefirot, el cual se jacta de que Cloud es incapaz de darse cuenta de lo que ha ocurrido en realidad, diciéndole que no entiende nada porque no es más que una simple marioneta.
Uno de los pedazos de Jenova hace nuevamente aparición gracias al sacrificio de los encapuchados. Entretanto, Sefirot continúa con sus planes, intentando purgar el alma de la Cetra y destruir la voluntad de Cloud, que nuevamente vuelve a alzarse en rebeldía contra él. Pese a ser su marioneta, aún así, el grupo se las apaña para derrotar a la manifestación de Jenova, pero entonces Cloud es llevado nuevamente a otro plano.
Zack, cuya alma vagaba en esos momentos por el inmenso vacío infinito que supone la verdadera corriente vital, es guiado por los Ecos del planeta hasta Cloud, y en el momento en que toca el hombro de su compañero, sus almas resuenan. Zack y Cloud están juntos codo a codo, y ante ellos se encuentra Sefirot, quien está dispuesto a hacer lo que sea para convertir a Cloud en la marioneta perfecta con la que poder invocar a Meteo y reencarnarse nuevamente en el plano físico.
Ambos luchan con todas sus fuerzas contra Sefirot, pero los poderes de este sobrepasan por mucho los del dúo, y así, tal cual entraron en contacto, los dos mundos se separan nuevamente, no sin antes encargarle la seguridad de Aeris a Cloud. Zack es desterrado a otro de aquellos miles de "mundos" que alberga la corriente vital, uno a punto de desaparecer, donde Aeris trata de protegerlo sin mostrarse ante él, pues su viaje no ha terminado y aún no está preparado para encontrarse con ella.
Sefirot utiliza el conocimiento que ha ido obteniendo de la corriente vital, su poder y la fuerza obtenida por los Ecos oscuros, aquellas almas llenas de rencor, para materializar la forma bizarra que tomará en un futuro. Cloud alza su arma nuevamente contra este nuevo ente, y según avanza el combate, Sefirot desgarra nuevamente la barrera entre mundos, haciendo temporalmente acto de presencia en el mundo material, donde el resto del grupo se enfrentará a él. A su vez, aparece también ante Zack.
Por su parte, Zack y Cloud combaten a Sefirot desde sus respectivos planos astrales, venciendo entre todos a la aberrante manifestación de Sefirot. Tras ello, este muestra una vez más su forma real, y cuando Cloud se prepara para combatirlo por última vez, una luz cálida y familiar invade ese espacio, todo se torna blanco, y son transportados al centro del planeta.
Aeris se presenta ante Cloud con la idea de poner fin a todo esto, no sin antes agradecerle el haber ido a buscarla al santuario. Ambos combaten contra Sefirot hasta que este decide retirarse, pues había subestimado de lo que la última de los Cetra sería capaz. Cloud y Aeris estrechan sus manos, y mientras se encuentran rodeados por los ecos del planeta, ella se desvanece. Sefirot ha demostrado cuán peligroso puede ser manipular la corriente vital.
Llegado este momento, todo parece acabar para Zack. Sin embargo, Aeris lo rescata, mandándolo nuevamente al mundo de la corriente vital del que había sido expulsado por Sefirot. Zack se pregunta si lo que ha vivido ha sido un sueño o si era real, con la esperanza de que él y Cloud puedan volver a reunirse una vez más.
Todo ha vuelto a la normalidad. Sefirot y Jenova ya no están allí, y mientras tanto, el grupo se encuentra llorando a Aeris. Cloud se acerca lentamente hacia ella, y nuevamente inundado por ese aura de color arcoíris, abraza a Aeris y le pide que abra los ojos. Esta le mira y le sonríe.
La siguiente escena nos muestra las orillas del lago que rodea al santuario. El grupo permanece unido, cabizbajo y triste. Algunos, como Barret, lloran en silencio la pérdida de alguien tan puro e inocente, alguien que se ha sacrificado por el planeta, por sus amigos, por sus seres queridos. Cid, que ha llegado tarde a la escena, no entiende lo que ocurre.
Mientras todos se encuentran devastados, Cloud actúa de manera indiferente, como si nada ocurriese. Al fin y al cabo, Aeris está a su lado, ya pueden marcharse tranquilamente de aquel lugar. Tifa lo mira completamente desconcertada, sin entender cómo puede estar actuando así. En ese momento, el subconsciente de Cloud parece mostrarle lo que ocurrió realmente, pero su mente decide ignorarlo.
Por su parte, Cloud permanece encerrado en un mundo ilusorio creado por su mente. Ha cumplido con su misión y Aeris queda en la tierra de los Cetra, desde donde partirá de camino de vuelta a su hogar. Todo está bien, nada malo ha ocurrido.
Rufus, desde la torre Shin-Ra, vuelve a recibir la visita no deseada de Glenn. Mientras conversan, no puede evitar preguntarse si todo el asunto de la guerra contra Wutai no es más que una simple distracción para mantenerlo alejado de Sefirot. Es en este momento que Glenn sonríe y su imagen se distorsiona. Todo este tiempo no se había tratado más que de otro simple clon fallido de Sefirot, el cual había sido manipulado por él, usando las células de Jenova para que, al igual que su madre hizo antaño, pudiera manipular a los demás y llevarlos a guerras, adoptando la imagen de los conocidos y seres queridos. Rufus, furioso, descarga su cargador al completo contra el clon.
Sefirot se había valido del aspecto y los recuerdos del alma atormentada de Glenn, un alma llena de rencor por la traición, un alma que no se unió al planeta, y antes de desaparecer, este se burla de Rufus una última vez.
Las Armas del planeta continúan combatiendo la corrupción de Sefirot en la corriente vital.
El grupo se prepara para abandonar esas tierras, mientras tanto, continúan llorando en silencio la muerte de Aeris. Cloud, alejado de los demás mientras juega con aquella materia transparente que Aeris le entregó y que tal vez intencionalmente parece mostrar en su reflejo dos cielos completamente distintos, no se percata del pesar de sus compañeros y la razón de este; al fin y al cabo, Aeris está ahí, juguetona y alegre como siempre. Al ir a guardar la materia transparente en su bolsillo, encuentra la materia negra. ¿En qué momento llegó a sus manos? ¿Realmente se la entregó a Sefirot? Al agarrarla, siente nuevamente esa llamada, la "reunión" se acerca, así que guarda la materia negra en la espada de Zack.
En ese momento, mientras se dirige a la avioneta de Cid, recuerda las palabras de Aeris, "No mires al cielo". Cloud repite estas palabras ante el desconcierto de sus compañeros, que no entienden nada; el cielo no tiene nada de extraño. Cloud, sin embargo, puede atisbar la brecha entre planos, la brecha que Sefirot ha provocado. Tras ello, anuncia que irán al norte, cree que Sefirot estará allí. Barret, resignado, pone la mano en su hombro, encargándole el peso de los sueños y esperanzas de los demás. Ante sus palabras, Cloud responde que no se preocupe, si alguien se cae, él lo recogerá. Tifa y Barret cruzan miradas, acto seguido montan en la avioneta.
Ambos saben que la realidad es muy distinta. Por desgracia para Cloud y el grupo, Aeris no podrá acompañarles nunca más. Todos son conscientes del estado mental de Cloud, pero ninguno es capaz de decirle la verdad. Saben que su mente se niega a aceptar lo que acaba de ocurrir y, para evitar que su psique ya destrozada caiga aún más en el vacío, deciden seguirle el juego una última vez, esta vez conscientes más que nunca del problema que Cloud arrastra y el peligro que supone para sí mismo y para los demás.
Cloud se despide de Aeris, preocupado por si será capaz de volver a salvo a casa. Ella lo tranquiliza y le pide que se esfuerce, no sin antes mencionar que rezará día y noche para detener a Meteo. Cloud le dice que se dará prisa por derrotar a Sefirot, ella le dice que está segura de que lo logrará. Tras eso, Cloud monta en la avioneta y despega junto al grupo, rumbo a lo desconocido.
"Adiós..."
Con esas últimas palabras se despide Aeris de sus amigos y de Cloud, la persona a la que ama, mientras tanto, ella continuará velando por ellos y del mundo desde la corriente vital.
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Todas las imágenes utilizadas en este artículo han sido obtenidas del canal de YouTube "Kratosworld".
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