Es más común de lo que parece que la mente humana oscile en una fina línea cuyos lados suelen ser bastante contradictorios. Lo estamos viendo actualmente: normalmente deseamos ese ansiado tiempo libre para tumbarnos en el sofá de casa y descansar con tal fuerza que lleguemos a mimetizarnos con el mismo mueble hasta convertirnos en una sola entidad y, por otro lado, ahora que contamos con toneladas de horas no vemos la oportunidad para salir disparados por la puerta y que nuestra piel vuelva a aliarse con los rayos del sol lo antes posible; aunque bien es cierto que la propagación de un virus que ha puesto en alerta a nuestras sociedades es una causa más que razonable para dicha contrariedad. Y, precisamente, ahí es donde servicios como Xbox Game Pass pueden salvarnos la tarde (o varias, si nos lo proponemos).
Es por eso que hemos querido volver a la palestra con un puñado de juegos que se encuentran dentro de Xbox Game Pass y que nos pueden ser de lo más útiles a la hora de atravesar de forma más óptima los tiempos que corren. En estas recomendaciones encontraréis contenido para todos los gustos, tal y como ya hicimos con nuestro artículo dedicado al mes de marzo; desde sagas producidas por la propia Microsoft hasta títulos third party de gran calibre; desde propuestas de larga duración hasta obras independientes que buscan la frescura en lo jugable, precisamente, en su engañosa brevedad.
En una era en la que los remakes y las remasterizaciones de títulos clásicos ocupan gran parte de la atención del sector, resulta de lo más esperanzador ver cómo una saga incipiente consigue consolidarse como una de esas franquicias de las que, posiblemente, se llegarán a hacer remakes y remasterizaciones en el futuro. Pero todo bucle debe tener un principio y Ori and the Blind Forest es el inicio de su propio legado.
Moon Studios logró crear un metroidvania que transmitía la sincera idea de que su jugabilidad se inspiraba claramente en otros juegos del género: erguir una aventura de exploración no lineal donde tenemos que ir consiguiendo habilidades que nos desbloqueen el paso a zonas que antes eran inaccesibles. No obstante, la honestidad de sus mecánicas eran solo los cimientos de aquello que realmente lo hizo destacar: un estilo artístico tanto en lo visual como en lo sonoro cuya belleza sería capaz de curar hasta el hipo más crónico. Y si no me créeis, solo tenéis que comprobarlo por vosotros mismos a través de Xbox Game Pass.
Una de las mayores virtudes que esconde Xbox Game Pass dentro del servicio que ofrece tiene que ver con permitir a los usuarios jugar a los títulos first-party de Microsoft desde el día de su lanzamiento. Y, precisamente, Ori and the Will of the Wisps se ha conformado como una de las más gratas sorpresas de la compañía de lo que llevamos de año que han aparecido de lanzamiento en el servicio. Siendo la secuela del título que os hemos recomendado en primer lugar, Ori and the Will of the Wisps supone un avance con respecto a este en todo, tal y como ya os comentamos en nuestro análisis del juego:
''La última sensación que se me queda en la cabeza tras haber completado Ori and the Will of the Wisps es que al conglomerado de Xbox Game Studios le aguarda un gran futuro por delante. Y lo mejor de todo es que este empieza a no ser dibujado únicamente por musculosos personajes que parten en dos a un alienígena con una motosierra, o en el maestro que se esconde dentro de una armadura espacial de un verde intenso, sino por la luz que desprende un diminuto espíritu que sabe conjugar la estimulante adrenalina con la calidez del corazón y de la vida''.
La llegad al ecuador de estas recomendaciones de Xbox Game Pass se torna en la oportunidad perfecta para realizar un descanso entre grandes producciones y dedicar nuestro tiempo a un título de corte puramente independiente. Y queremos resaltar la palabra ''tiempo'' porque es aquella en torno a la que todo gira en Minit.
La cosa es que la propuesta de esta obra se basa en ofrecer una serie de puzles que han de ser resueltos a través de la gestión que hagamos de los segundos que nos quedan de vida: el personaje de Minit dispondrá exactamente de un minuto para explorar las distintas partes del escenario para morir y volver a renacer de nuevo. No osbtante, los progresos que hagamos en cada una de estas vidas se guardarán para que podamos sacarle provecho en la siguiente y, sobre todo, permitirnos avanzar por un título que hace una mezcla sumamente inteligente de diferentes mecánicas: desbloquear atajos, encontrar objetos clave para avanzar y resolver puzles.
Minit camina entre el metroidvania, las aventuras gráficas y las propuestas clásicas de exploración pero, sobre todo, camina hacia delante gracias a una máxima verdad: que el tiempo pasa y todo tiene un final... ¿O, quizás no?
Pasamos de una obra que hace uso del tiempo mismo a otra que ha necesitado cantidades ingentes de este último para acabar viendo la luz. Kingdom Hearts III es una muestra más de que todo es posible en la industria del videojuego, incluso cuando parecía que todo estaba perdido. La terecera entrega de la saga de Square Enix y Disney generó una merecida división de opiniones en su lanzamiento; sobre todo por una jugabilidad que buscaba explorar nuevas ideas, pero que no supo reflejar con suficiente consistencia la esencia de las entregas anteriores.
Con respecto a la trama que se cuenta en este nuevo capítulo de la franquicia solo es necesario destacar que aquellos que hayan acompañado a Sora durante sus anteriores aventuras encontrarán en Kingdom Hearts III un remate que todo fan de la saga merece vivir. Por otro lado, aquellos que séais recién llegados a la franquicia os toparéis con una trama de la que entenderéis poco o nada... Pero es justo ahí donde todos empezamos a enamorarnos de los líos innecesarios y forzados que Tetsuya Nomura entretejió con la maestría de aquel que sabe lo que hace y no le importa que los demás no lo sepan; siempre y cuando estos últimos acaben atrapados en sus redes (y sus cremalleras).
Los videojuegos no solo sirven como una ruta de escape de las circunstancias que tienen lugar en la vida real, sino que conforman mundos virtuales que nos pueden ser útiles a la hora de aprender a afrontar estas últimas; sobre todo porque ofrecen un espacio ficticio donde la experimentación nunca va ligada con el peligro: donde este nunca llega a ser real. Es por ello que no existe un mejor momento para disfrutar de un buen videojuego de zombies ahora que existe una pandemia al otro lado de la ventana de nuestras casas. Y qué mejor título que haga honor a los tropos de un apocalípsis de no muertos que Dead Island Definitve Edition.
La obra de los creadores de Dying Light sirve como precursora a la estructura jugable a este último, solo que se decanta más por el agobio que supone ser perseguido por entidades con la cara desfigurada y que deben oler regular a las parafernalias acróbatas que vienen solapadas a la posibilidad de ir saltando por los tejados. Dead Island es un título de mundo semiabierto que cuenta con toques RPG y que encuentra un perfecto equilibrio entre la supervivencia y la acción. Si buscáis un título en el la presión en el pecho que se siente al vivir una de estas distopías se contraste con la seguridad que ofrece el hogar al apagar la consola, Dead Island sería una opción de Xbox Game Pass más que digna.
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