Ocurre en ocasiones que el ansia nos consume para saber detalles de ciertos títulos. Quien más y quien menos se ha quedado sin uñas de los nervios que genera saber de la existencia de dicho título y no poder conocer nada sobre él hasta que los medios especializados, las filtraciones o las propias empresas comienzan a dar detalles del mismo. Todo lo anterior define mi hype generado por The Banner Saga 2, un hype que se ha visto algo perjudicado cuando he tenido la oportunidad de probarlo.
Si hay algo que me encandiló de lo ofrecido por The Banner Saga, fue su alma y su trasfondo. Se podía palpar con estar un par de horas con él lo humano que se sentía, en él se vislumbraba el cuento que va directo al corazón, la historia que conmueve y te arropa en un cálido manto de fantasía. Nadie le pidió a Stoic Studio un juego con dicha mecánica narrativa, nadie clamó una historia que juntara la cultura vikinga con los sentimientos: aún así, y con el riesgo que se alzaba en el oscuro horizonte, se atrevieron a eliminar el miedo y a iniciar una era de luz. El resultado fue la consagración de un título que habla por sí sólo en cuanto lo juegas. Ahora bien, esta segunda parte, al menos en un primer momento, planea contar algo parecido y centrarse en mecánicas muy similares.
Con nuestra partida anterior ―o con una ficticia creada por la IA― como maestra de ceremonias para empezar el título, se nos situará poco tiempo después de lo acontecido en la primera entrega. Será pronto cuando nos daremos cuenta de que los problemas empiezan a florecer en nuestro particular paraíso vikingo y tendremos que plantar cara al enemigo para recuperar la paz y poner a nuestro pueblo a salvo.
Poco después que las líneas de diálogo hagan aparición, se nos pondrá manos a la obra con el combate. De vuelta otra vez a la premisa del combate por turnos, The Banner Saga 2 presenta pocas novedades si obviamos en un principio el añadido de nuevos enemigos: todo vuelve a escenificarse como un tablero de ajedrez donde deberemos mover a nuestras unidades a distintos puntos y fulminar al ejército rival para alzarnos con la victoria. Por supuesto la estrategia será una de las medidas que deberemos tomar, porque como era de esperar, no vale ir a lo loco y destruir porque sí; debemos focalizar la estrategia en ciertas unidades para poder trazar una escaramuza donde tengamos más posibilidades de victoria.
Otra de las novedades ―y esta sí es remarcable― pasa por las tomas de decisiones, que ahora también influyen en la batalla y podrán cambiar nuestra suerte para bien o para mal: sacrificios aliados en pos de la victoria, locuras cometidas por nuestros aliados que ayudan a la derrota o más variaciones que aún no hemos tenido el gusto de probar. Lo cierto es que estas medidas tienen esa capacidad sorpresiva de iluminar para bien o para mal el trasfondo del juego; aunque no deja de ser común, The Banner Saga 2 no clama en ningún momento cómo afectarán tus decisiones hasta que con un chasquido te las muestran. Así pues, las malas contestaciones, el desprecio, la lealtad, el apoyo moral o un sinfín de provocaciones, pueden hacer que tu personaje favorito sea derrotado en el campo de batalla con el único recuerdo de una valiosa acción que le invite a entrar en el Valhalla.
Dejando a un lado la estrategia de combate y las posibles consecuencias a lo largo de la historia, nos topamos con la distribución de recursos. Como todo título con tintes de rol, The Banner Saga 2 posee diferentes objetos para mejorar la calidad de vida de tu pueblo, objetos para tus luchadores y por supuesto distribución de la experiencia para estos últimos. De hecho, en esta segunda parte se incluye algo que muchos usuarios echaron de menos en la primera entrega: la utilización de dos roles con un mismo personaje. Claro está que aunque podamos enseñar a un bárbaro dotes mágicas, tendremos la penalización de no ser lo suficientemente potentes en una clase en sí como si nos hubiéramos otorgado un sólo rol. Además de la responsabilidad de usar los recursos sabiamente, tendremos una libertad más grande para reclutar nuevos aliados que nos ayuden en combate, generándose aleatoriamente en muchos casos, o siendo personajes que formen parte de la historia principal. Deberá ser vital cuidarlos, dado que la utilización de comida u otras necesidades serán claves para su supervivencia y rendimiento contra las tropas que planean quitarnos la vida.
Este primer acercamiento a The Banner Saga 2, deja frío y también da ciertas esperanzas de toparnos con un gran juego; deja frío por su poca capacidad de sorpresa en lo narrativo y da sensaciones esperanzadoras por mecánicas nuevas que ayudarán a los jugadores a gestionar un ejército vikingo de forma más realista. Gráficamente sigue siendo fresco y derrocha poesía allá por donde se mire; su sonido es el de las hachas batiéndose en duelo contra otras feroces armas; su alma parece ser la de un juego que quiere continuar con un aspecto similar al que brindó en la primera entrega. Esperaremos a los resultados finales para juzgarlo como se merece.
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