Resulta curioso asumir que haya pasado ya una década desde que los videojuegos se introdujeran en el mundo del multijugador cooperativo. Si bien es verdad que cada generación de consolas ha tenido unos u otros géneros predilectos, el caso de éste, es un paradigma que resulta bastante interesante detallar. Muchos aún recuerdan cómo los first person shooter fueron los primeros en adentrarse en las complejidades del juego online, y de cómo revolucionaron el sector gracias a la nueva dimensión que imprimían a las posibilidades de los títulos. Y ahora, tras algunos años de ir y venir de distintos géneros por el juego en línea, parece que todo ha quedado algo estancado. Las entregas se suceden año tras año intentando renovar las bases que ellas mismas inventaron, pero parece que el público está cada vez más fatigado de reencontrarse siempre en los mismos escenarios pero con apariencias distintas. Es aquí donde entra en juego For Honor.
La historia de Ubisoft se cruza con el propio devenir del género para resultar en una armoniosa relación en la que todo parece nuevo y sorprendente. La compañía francesa ha logrado lo que otros muchos han intentado durante estos últimos años, creando un nuevo punto de inflexión que marcará el futuro de los títulos multijugador. For Honor supone el reencuentro de la esencia del estudio con la comunidad, que parecía haber olvidado ya la importancia de esta dentro del género. ¿Pero qué es lo que hace tan especial a este título?
Puede que desde que se anunciara en el pasado E3 de 2015, For Honor haya puesto las miras demasiado altas. Al fin y al cabo se trata únicamente de un videojuego más de entre todos los que lanza la compañía cada año. Pero la intensa campaña de publicidad que ha recibido bien responde a la importancia que tiene su éxito para el devenir de Ubisoft y del género en general. El devenir de la historia ha sido cambiado dentro del argumento del título para tener repercusiones fuera de él, y ha logrado haciendo algo que parece fácil pero que pocos logran: Innovar.
El pasado 8 de febrero fuimos invitados a la presentación del título en el centro de Madrid, y allí pudimos comprobar desde un primer momento lo que pretenden conseguir con el juego. No se trata tanto de competir contra otros títulos del mismo estilo, pues como se ha podido comprobar desde hace algunos meses, Ubisoft no ha pretendido encarar a ninguna empresa de la competencia para potenciar el hype por el nuevo juego, sino que lo que busca es hacerlo real, conseguir una verdadera inmersión en el universo creado con una base en la propia historia, destacando las propias virtudes, que por suerte no tienen homólogas en otros juegos del mercado actual.
Tanto la recreación, como la interpretación de los actores encargados de la simulación de combate que allí pudimos ver, estaban cuidadas al detalle. Y es eso lo que estaba intentando contarnos Ubisoft. El cariño y la paciencia que han tenido con cada aspecto, elemento y mota del universo que nos propone For Honor. Y esa misión la han propuesto desde el difícil planteamiento de tomar la historia real como base del lore que construye los pilares de este mundo devastado por un cataclismo, en el que se encuentran tres culturas bien diferentes. Y a pesar de todo ello no podíamos dejar de preguntarnos si de verdad es necesario tanto envoltorio para llegar al regalo, pero poco a poco fuimos entendiendo que sí.
Las virtudes jugables ya han quedado demostradas en la beta que han podido y están pudiendo disfrutar los jugadores. Ubisoft no pretende seguir justificando la calidad del título en ese aspecto, pues son los propios usuarios los que medirán su nivel de satisfacción según pasen los días hasta la próxima semana, cuando llegue finalmente a las tiendas. La campaña de promoción ha ido enfocada desde un principio a intentar explicar y potenciar la historia que hay escondida detrás de esas partidas entre Samuráis, Vikingos y Caballeros. La historia ha sido usurpada para recubrirla de una capa de fantasía que ahora debe ser narrada para adquirir credibilidad, y eso es justo lo que consiguen apartado por apartado.
Como ya hemos dicho, en For Honor se reencuentran tres culturas distintas, seleccionadas por su potencial en el imaginario colectivo, y por su importancia en la historia de la humanidad. Cada una de ellas representa una época dorada del hombre pero en distintos momentos históricos bien diferentes. Es ahí donde Ubisoft se propuso la difícil tarea de crear una compleja distopía en la que ponen a prueba las virtudes y defectos de cada facción para que sea el propio jugador el que responda a la pregunta de quién ganaría. Y para conseguir eso se han detallado fielmente, siguiendo los patrones que marcaron los hechos del pasado tanto Samuráis, como Vikingos, y Caballeros.
Estamos por tanto en un enfrentamiento, no de bandos o equipos, sino cultural. Un auténtico choque entre universos de símbolos que ven respuesta en cada partida y en cada campo de batalla, y en el que no hay buenos ni malos, vencedores o vencidos, sino simplemente distintas realidades que confluyen en la fantasía creada por el juego.
Quizás por proximidad sean por los que más simpatía sientan los jugadores en un primer momento. Las raíces de esta sociedad son las que se han mantenido más inalteradas a lo largo de los años, y quizás por ello suponen las más familiares. Su pasión, honor y sentimiento de justicia les hace caer ciertamente en un sentimiento de superioridad cultural que les confiere cierto aire de prepotencia. Pero más allá de eso, sus valores y sistema moral les ha permitido avanzar hasta lo que son hoy día. Y es hasta ahí donde alcanza la historia real para dar contexto a lo que suponen como sociedad.
Dentro de For Honor, Los Caballeros son mucho más que un estrato social, como podía ocurrir en la Edad Media o Antigua. Aquí suponen todo un pueblo autónomo que viene a estar caracterizado, como ya podemos intuir por Las Guerras Santas, por la imposición de la justicia mediante la fuerza. Paralelamente, estos aguerridos combatientes fueron enviados para asegurar "la paz" en nombre de Las Legiones de Hierro. De esa forma determinaron establecerse en lo que se conoce actualmente como Ashfeld, para proteger la zona de los ataque de las otras facciones. Después de años de desconcierto y desorden social, consiguieron reorganizarse en torno a la enigmática Apollyon, y La Legión Piedranegra.
Para conseguir sus objetivos, este bando cuenta con el arsenal de amas más variado de las tres clases. Tenemos por un lado la Espada Larga, arma típica de los Guardianes de la Legión de Hierro, que pese a tener que ser blandida a dos manos permite movimientos ágiles y letales. También disponemos de una opción más agresiva con el Mayal de Infantería, el cual se compone de un mango y una bola de acero atada mediante una cadena que permite destrozar cualquier defensa. Si preferimos una alternativa más estratégica, podemos optar por la Daga y Espada para lanzar rápidos contraataques, y, si somos más clásicos podemos escoger la mítica Hacha de Batalla, arma predilecta del Justiciero.
Tanto el Conquistador, Guardián, Justiciero, como la Pacificadora, representan la lealtad que define a su pueblo. El juramento y el orden social se anteponen sobre cualquier otra cosa, y pese a parecer ciertamente agresivos, aquellos jugadores que se identifiquen más con esta facción compartirán su sentimiento de justicia. El concepto de protector paternal de los débiles aquí cobra más fuerza que nunca, y pese a hacer la paz con la guerra, sus fatídicos medios solo responden a las necesidades circunstanciales que les cortan el paso hacia la sociedad idílica que persiguen.
Suponen el eslabón perdido de nuestra propia cultura occidental. Si bien fue una sociedad muy próxima a la nuestra, los Vikingos siempre han quedado ciertamente de lado en el análisis y estudio de la historia, y es justamente eso lo que les otorga cierto aire de misterio y exotismo, potenciado, por otra parte, por su profunda y compleja división social y creencias religiosas. Partiendo de eso, y tomando como referencia el carácter del individuo dentro del pensamiento de este pueblo guerrero, se ha conducido toda su historia y símbolos a la propia trama que recrea For Honor.
Dentro de este universo, los Vikingos fue una sociedad que desapareció hace cientos de años, y que tuvo que vagar por tierras ajenas durante mucho tiempo. Aquellos que prefirieron quedarse en Valkenheim, su lugar de nacimiento, fueron conquistados por los Caballeros, pero los que marcharon en busca de una mejor vida, lograron lo que se proponían creando un nuevo hogar más allá del mar. Sin embargo, tras mucho tiempo coexistiendo en una tierra que no les era propia, decidieron volver para recuperar aquello que les pertenecía. Lo que lleva a que actualmente se encuentren organizados en clanes dispersos por toda la zona, dando una impresión de desolación y marginación social. Pero más allá de eso, tanto los Invasores, Adalides, Bersékers, como Valquirias, comparten un mismo origen y un mismo afecto por sus raíces e intereses.
En cuanto a armas, esta facción dispone de herramientas variadas que comparten su uso de la fuerza y agresividad en armonía con el propio temperamento del guerrero. Encontramos desde el Hacha de Guerra que sirve tanto para barrer al Invasor como para imponer una zona segura dentro del campo de batalla. También contamos con el Hacha Vikinga, que pese a compartir características con la anterior, es más versátil, y en manos del Berséker puede ser letal a medias distancias. Por otro lado tenemos la Espada de Doble Filo, que permite ser utilizada junto con un escudo, para acercamientos más defensivos y estratégicos, y, por último, disponemos de la Lanza, mortal por su rapidez y precisión.
Los jugadores que decidan unirse a esta facción en combate, están asumiendo de inmediato todo un relato histórico de penurias y orgullo que les llevará a sumergirse más en ese sentimiento de venganza que prima en la sociedad norteña. Las relaciones entre compañeros y la familia deben ser los elementos que les empujen a trabajar en equipo en aquellos modos de juego que lo requieran. Por otro lado, esa furia guerrera será la que prime en los enfrentamientos uno contra uno. La búsqueda de libertad es al final su bien más preciado dentro de For Honor.
Siempre han sido considerados como un pueblo orgulloso y justo, sin embargo la distancia que separa las sociedades occidentales de Asia ha llevado a que durante siglos surjan todo tipo de mitos y leyendas acerca de estas naciones. Los pueblos orientales, mucho más antiguos que las dos sociedades anteriores, son los supervivientes del tumultuoso origen del la vida en sociedad del ser humano. Después de miles de años de formación de grupos y tribus, el hombre se vio inmiscuido en distintas trifulcas y complejos enfrentamientos donde se cruzaban tanto intereses económicos como sociales. Muchos de los pueblos que por entonces convivieron, desaparecieron a causa de guerras y enfrentamientos, sin embargo, la pureza y determinación de las sociedades asiáticas permitieron que perviviesen hasta el día de hoy, manteniendo visibles todas las raíces que las vieron nacer.
Dentro de estos pueblos, todo el imaginario cultural se veía representado en los Samuráis. Pero en For Honor, suponen una facción con sus propios símbolos y determinaciones. Inmersos en su pasado, estos honorables luchadores aún recuerdan su tierra milenaria, y los relatos de un Emperador ya perdido en las trazas del fuego y el mar. Pero después de todo ese tiempo, decidieron dejar de vagar por el mundo para fundar un nuevo imperio próximo a las tierras sagradas de los Vikingos y fronterizo a las conflictivas zonas de los Caballeros. Fue de esa forma como consiguieron, tras muchos años, adaptarse a las condiciones climáticas de Myre, y crecer, tanto en número de habitantes, como en espíritu. Sin embargo, el sentimiento de desesperación sigue presente en un pueblo que tiene miedo a desaparecer.
Para prevalecer dentro del campo de batalla, además de su honor, cuentan con una variedad de armas milenarias que han probado su eficacia con el paso de los años. Entre ellas encontramos la Nodachi, una versión mejorada de la clásica katana, pensada para los Kensei que montan a caballo. También tenemos, por supuesto, la famosa Katana original que está irremediablemente unida al origen de los Samuráis como cultura, y que ha sido yendo legada de generación en generación. Por otro lado, si lo que preferimos es el combate a corta distancia, podemos optar por la Kanabo, una maza que requiere mucha fuerza y ralentiza los movimientos del usuario, y, si lo que buscamos es un combate a larga distancia podemos hacer uso de la Naginata, la lanza usada por los Nobushi para acabar con los enemigos.
Los jugadores que decidan sumergirse en esta peculiar y profunda cultura dentro de For Honor, deben saber que tanto el Kensei, como el Shugoki, Nobushi y Orochi simbolizan el cariño por unas raíces culturales que representan aquello que no puede ser arrebatado. Los Samuráis, tras años de padecimientos, al final solo han conseguido cultivar unos símbolos que con el paso del tiempo han llegado a ser milenarios, y que suponen la principal fuente de motivación y honor de su pueblo.
La representación del universo de For Honor encuentra sus orígenes en la propia historia del ser humano. Por eso, a lo largo de estas líneas es probable que encuentres más de un parecido con los acontecimientos que tuvieron lugar en la realidad. Es ese precisamente el tóken que guarda Ubisoft con recelo para alcanzar el éxito esta próxima semana. Lograr o no, la inmersión que buscan, más allá de simples partidas simuladas con un principio y final, es el elemento diferenciador de esta obra. Su universo debe ser algo continuo que no disponga de unas meras herramientas al jugador para que pase un momento divertido, sino que tal como hemos explicado, los distintos imaginarios colectivos persiguen dejar un poso en la experiencia a través del enfrentamiento cultural y simbólico.
La historia de For Honor mezcla, de esa forma, elementos reales con algunos imaginarios, para conseguir un conjunto sobresaliente que deberá demostrar su eficacia con el paso del tiempo. De manera que nos situamos en un pasado cercano, momentos antes del tiempo cronológico de los enfrentamientos del modo multijugador. Vivimos un mundo que fue devastado por un cataclismo hace mil años, donde distintas facciones siguen luchando por hacer prevalecer su cultura en el mundo. En For Honor no existen la moralidad tal como la conocemos, ya que tanto Caballeros, como Vikingos y Samuráis comparten el mismo objetivo, que es el de sobrevivir en un mundo postapocalíptico donde las tradiciones son las únicas que aseguran el porvenir de la civilización.
En ese entramado de intereses no encontramos elementos diferenciadores en los que identificarnos, de manera que podamos determinar quiénes son los malos o quiénes los buenos. El maniqueísmo queda apartado en favor de un conjunto de complejos conflictos manipulados de una forma u otra por la figura clave de la historia del juego, la cual ya pudimos atisbar de cierta manera en la secuencia cinematográfica de presentación: Apollyon.
Esta misteriosa figura de la que apenas se tiene conocimiento, y que espera ser la pieza clave para resolver los problemas que existen entre las tres culturas, pertenece a la facción de los Caballeros. Pese a tomar parte del conflicto al formar parte de uno de los frentes, los intereses de Apollyon solo responden a su beneficio personal, y no busca el bienestar de su grupo. Denominada como señora de la guerra, imprime el odio que siente hacia los denominados líderes que intentan gobernar sobre el nuevo mundo, gracias a la fuerza que le otorga la Legión de Piedranegra, cuyos soldados están totalmente volcados hacia su causa.
En cuanto a su trama es todo lo que conocemos de For Honor por el momento. La problemática ética está más que asegurada en un universo donde cada facción solo busca su supervivencia pero se ve amenazada por la supremacía del resto. En ese contexto las manipulaciones y tramas "palaciegas" determinarán las acciones dentro del campo de batalla, y Apollyon será un elemento clave para resolver la difícil cuestión de quién ganaría en un enfrentamiento entre las tres culturas.
Con este repaso histórico no hemos querido entrar en detalle en las cuestiones jugables o aspectos gráficos, cosa que podéis encontrar en las impresiones sobre la beta que publicamos hace unos días. For Honor supone todo una experiencia no solo dentro del género, sino de forma expansiva fuera de las barreras físicas del propio videojuego. Los desarrolladores han querido tomar el poder de transgresión de la historia real para recrear un universo que pese a estar atado a las limitaciones físicas del mundo, expone problemas morales y culturales a través de un profundo universo fantástico.
No sabemos si la historia de Ubisoft alcanzará el punto de inflexión que muchos esperan, pero lo que es seguro es que tanto la evolución del género multijugador, como la propia historia de la humanidad, han encontrado un medio donde cruzarse y proyectar su posible devenir durante los próximos años. Que los jugadores quieran o no, implicarse en este proceso dependerá del tiempo, y de si el título consigue mantener la atención y el contenido que merece, teniendo en cuenta la importancia que tiene para el futuro de la compañía y de los juegos del mismo género que lleguen durante los próximos años. El próximo 14 de febrero podremos comprobar si todas las promesas se cumplen.
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