Durante el mes de junio del pasado 2018 la Organización Mundial de la Salud -OMS- comunicó que planeaba incorporar la adicción a los videojuegos dentro del catálogo de trastornos mentales. No obstante, la resolución final no se daría hasta bastante tiempo después, un tiempo que transcurrido nos dejará pronto con la decisión definitiva. Así pues, será durante esta misma semana que se decida mediante una votación si la adicción en cuestión acaba tomando parte de lo considerado como trastorno mental.
Según han informado desde el medio iNews, dicha decisión se llevará a cabo en Génova, con un grupo de expertos atendiendo a la que será la Asamblea Mundial de la Salud. La idea a la hora de introducir la adicción de los videojuegos como un trastorno es representar que supone la imposibilidad de controlar el deseo por jugar a videojuegos incluso si ello implica dejar de lado otras tareas del día a día, obviando al mismo tiempo las consecuencias negativas que ello pueda suponer. A su vez, se clarifica que el trastorno afectaría únicamente a una pequeña porción de los aficionados a los videojuegos, y que para verse realmente afectado deben sucederse dificultades a nivel personal, familiar, social, educacional u ocupacional durante un período de más de 12 meses de duración.
A pesar de que la OMS ha asegurado haber contado con una gran variedad de expertos durante el proceso de estudio, desde organismos como la Entertainment Software Association -ESA- temen que esta decisión pueda acabar teniendo un impacto negativo en una parte del público que en realidad no sufra ningún trastorno, derivando esto en un contexto de confusión. En un tono similar encontramos a la International Game Developers Association, que señala que la definición de trastorno por adicción a los videojuegos es "perjudicial para el gaming tanto como afición como mero interés". A su vez, estos añaden que difícilmente se presentaría un caso similar si el objeto de estudio fuera la televisión, insinuando incluso que el hecho de que los videojuegos se encuentren en el foco de la acción pueda haber sido resultado de cierta presión política.
Veremos, pues, cuál acaba siendo la resolución final del caso propuesto por la Organización Mundial de la Salud. Sea como sea, la realidad es que sin importar del lado que acabe cayendo la balanza no será la última vez que escuchemos conversaciones sobre las implicaciones de los videojuegos en la salud de los jugadores.
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