La administración del presidente norteamericano Donald Trump está siendo especialmente agresiva en la 'guerra del comercio' contra China. Una de las noticias más sonadas en los últimos días ha sido el veto del servicio de Google al gigante de los dispositivos móviles Huawei en relación a las políticas del gobierno de Estados Unidos. Pues bien, la última de las decisiones planteadas por el gabinete Trump reside en imponer un arancel del 25% al producto extranjero que alude directamente al lobby del videojuego. Hace un mes os alertábamos de una situación similar pero que afectaba a la región europea, ya que el actual presidente de los Estados Unidos también señaló de una forma similar el producto europeo dentro de la misma lógica nacionalista.
En un documento publicado por la Oficina del Representante Comercial de Estados Unidos -el departamento responsable de desarrollar, coordinar y supervisar la política comercial internacional del país norteamericano-, la Casa Blanca enlista una serie de bienes y productos que están sujetos a una revisión o nueva aplicación de unas tarifas arancelarias de un 25% total del precio del producto. Estos bienes incluyen a las consolas, todos lo periféricos asociados con ellas como los mandos u otros componentes, a las máquinas recreativas que operan con dinero en efectivo y a los juegos de mesa entre otros miles de productos.
Estas tarifas son básicamente impuestos que harán que estos productos sean mucho más caros si se adquieren de importación. Es decir; todos los productos relacionados con los videojuegos que no se manufacturen en Estados Unidos verán incrementado su precio a raíz de esta subida de impuestos. Los gobiernos usan este tipo de tarifas para impulsar su producto nacional frente a la 'libre' competencia con otras marcas extranjeras y bajo el paraguas de crear nuevos puestos de trabajo, aunque indirectamente su propia industria se pueda resentir gravemente o los consumidores se vean afectados por estas decisiones nacionalistas.
Para estos consumidores, los precios que se originarían a raíz de estos aranceles económicos a los productos extranjeros reducirían su acceso al consumo de todo lo relacionado con el sector de los videojuegos. Y lo peor de todo; lo haría en un momento de cambio en dicho sector, ya que no tardaremos mucho en conocer más sobre las próximas consolas de la nueva generación en las que están trabajando Sony y Microsoft. De aplicarse estas tarifas, ambas consolas aumentarían considerablemente sus precios ya que incluso Xbox de Microsoft (un gran baluarte en su propio país de 'origen') se fabrica en China.
Además y por si no era poco; estas tarifas también tendrían un impacto negativo sobre la industria de los juegos de mesa. Los pequeños desarrolladores buscan abaratar los materiales de producción comprándolos a países ajenos a Estados Unidos. El margen surgido de ahorrar dinero abaratando dichos costes de producción es el que le permite a los creadores de esta forma de entretenimiento afrontar unos costes superiores que implican sacar su producto adelante. El hecho de incrementar este tipo de tarifas también haría aumentar el coste de producción, y por lo tanto sus creadores también tendrían que aumentar los precios de sus productos para que se compense el gasto de crear un juego de mesa.
Finalmente, no podemos sino esperar a que se apliquen o desechen estas propuestas por parte del gabinete republicano de Donald Trump. Según el medio especializado en los movimientos económicos de la industria del videojuego GameDaily.biz, este tipo de políticas podrían afectar directamente a la propia economía de Estados Unidos y por lo tanto a su industria nacional. Así que de darse el caso en el que esta propuesta saliese adelante, quizás sean los propios consumidores norteamericanos los que deban protestar por revertir dicha situación.
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