La nostalgia suele llevar aparejada un sufrimiento interno de corte sentimental. Quien anhela el pasado lo idealiza, moldeándolo en su mente de acuerdo a los deseos que nunca pudo satisfacer. Pero Jonah Hill se desmarca de la definición tan presente en el medio para arraigar en un viaje temporal cargado de melancolía. Tras pasar años navegando por las vicisitudes de la producción, y peleando con distintos guionistas, la estrella se pone al frente de su propia película. Y lo hace abriéndose en canal, emborrachándose de romanticismo. Dando a luz a una oda de amor a una década pasada.
Rodada en 16 milímetros, y sustentada en una abstracción formal absoluta, En los 90 sigue las vivencias de Setevie, un joven de 13 años que encuentra en el skate un caladero de identidad y valores fundamentales antes de sumergirse en la adolescencia. Las peleas con su hermano en una familia desestructurada, los primeros escarceos con el tabaco y el alcohol, y el primer contacto con el género contrario fundamentan una visión naíf del mundo en un país que se abría a corrientes estéticas y formales de gran calado cultural para las siguientes décadas. Pero el enfoque de Hill es mucho más intimista.
Aunque se podría haber buscado las construcción de un discurso patriótico, o la perversión de ciertos recuerdos para tejer un mensaje sociocultural intencionadamente sesgado, el director decide sumergirse en sus propios recuerdos para pintar con increíble detallismo las problemáticas universales inherentes a una etapa vital muy concreta. Sí, es cierto que la cinta se apoya con vehemencia en el contexto histórico -lo lleva hasta en el título-, pero el interés narrativo está en realidad en el desarrollo psicológico del protagonista. En la introspección sus miedos y sus sueños, y de cómo va configurando el mundo mediante la relación con los demás y consigo mismo.
La premisa invitaba a abandonar el lenguaje de florituras más comercial, para apegarse a una actitud gris y documental. "En los 90" es contemplativa y hace de la lentitud del ritmo su bandera, permitiendo a los extensos primeros planos grabarse a fuego en las retinas. Las miradas, los silencios y los gestos del elenco son el vehículo que Hill emplea para ir navegando por una trama que ni sigue un esquema narrativo clásico, ni lo pretende. En pocos minutos el cineasta consigue diluir las fronteras entre introducción, nudo, y desenlace, convirtiendo el viaje junto a Stevie en una ensoñación que no parece tener fin.
Y sí, el cóctel es efectivo, pero el precio a pagar para alguien ajeno al mensaje es demasiado elevado. "En los 90" confía en encontrar puntos de anclaje entre el espectador y el protagonista para canalizar los sentimientos que el director alberga en sus recuerdos. Todo está colocado con un pulso de cirujano; las referencias a skaters, las canciones, las jergas juveniles, o incluso las bebidas están plasmadas y diseminadas por el metraje de manera soberbia. Pero el alcance narrativo de Hill se termina quedando reducido a un pasaje artístico demasiado condicionado por el saudade que el cineasta trae de casa.
En "Lady Bird" Greta Gerwig narraba las emociones y los viajes vitales de una joven en plena adolescencia, y también lo hacía atándose al contexto cultural de una época muy determinada. Pero mientras en aquella cinta el guion conseguía abrirse paso entre el contexto componiendo una pieza de fácil lectura, "En los 90" aboga por una presentación mucho más compleja y amarga, volcando todo su interés en los cinéfilos más experimentados y la Academia. No resulta extraño que todas sus virtudes se encuentren precisamente en apartados diseccionados de la producción.
En el sinérgico trabajo de Trent Reznor y Atticur Ross para la escueta banda sonora, en la increíble interpretación de Lucas Hedges y Katherine Waterstone -más secundarios pero efectistas que nunca-, y en el asombroso trabajo de Sunny Suljic, quien a pesar de su corta edad y de su escasa experiencia en la industria, logra cargar con solvencia sobre sus hombros el peso de toda la película. Mérito a tener especialmente en cuenta atendiendo al pastiche de emociones y rabia acumulada que Hill va depositando en el celuloide.
Si nada lo impide, "En los 90" estará en alguna de las muchas carreras de premios. Su presentación y sus formas responden a la necesidad de una promesa en aras de explotar su talento latente. De llamar la atención de sus compañeros y de hacerse un hueco en las altas esferas de la industria. El fuerte apego por la comunidad de su barrio, y la renuncia a todo tipo de floritura comercial, le pondrán no solo problemas a nivel internacional, sino también en la taquilla de casa. Pero Hill habrá conseguido por fin reivindicar su nombre. Y lo habrá hecho con un sehnsucht imposible de olvidar.
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