El territorio independiente ha tenido un fuerte impacto en toda la industria del videojuego, no solo entre los millones de usuarios que disfrutan de estas creaciones de bajo presupuesto, sino también dentro de las más grandes compañías que, entre todo este amor, han visto un filón que explotar para beneficio económico. Hace ya años que Sony sorprendía apadrinando apuestas tan curiosas como las de thatgamecompany, las cuales alcanzaban su mayor éxito y esplendor con el magistral Journey, allá por 2012. Desde entonces, muchas compañías se han aventurado a apadrinar proyectos de este tipo, con apuestas curiosas, diferentes y que, de manera normal, no tendrían cabida dentro del terreno AAA. Una de ellas es Electronic Arts que, con su programa EA Originals, nos brinda videojuegos de estudios menores diferentes a lo que esta enorme editora nos tiene acostumbrados.
Hace un par de años el programa EA Originals ya se lucía trayéndonos Unravel, una obra de puzles y plataformas desarrollada por ColdWood Interactive y que suponía el estreno de este programa con tanto potencial. Ahora, dos años más tarde, nos llega el segundo de los proyectos que Electronic Arts ha apadrinado: lleva por título Fe y es obra del estudio sueco Zoink Games, responsable de obras como Stick it to the Man y Zombie Vikings. Sin embargo, Fe cambia totalmente de tono y busca alejarse del humor que caracterizaba estas obras para ofrecer una experiencia mucho más profunda. ¿Queréis saber cuál es el resultado de este cambio de registro con el apoyo de EA? Pues acompañadnos en nuestro análisis de Fe.
Zoink Games ha querido cambiar de registro y abandonar el humor que caracterizaba a sus anteriores obras para buscar revolver los sentimientos de los jugadores con Fe. Y para ello ha optado por llevarnos a lo más humano de todos nosotros, que no es otra cosa que nuestra condición de animales. Fe nos pone en la piel de una pequeña criatura que se ve forzada a embarcarse en una aventura para proteger su hogar, su fuente de alimento, todo lo que tiene: la naturaleza.
La vida no es tan diferente entre sí y, aunque muchas veces perdamos la perspectiva, lo cierto es que nuestro ADN es muy similar al de animales tan dispares como algunos gatos (sobre 95% de similitud), ratones (85% de similitud) o el de nuestros parientes más cercanos, los chimpancés (96% de similitud). Es por ello que Fe es capaz de conectar fácilmente con el jugador para ofrecer una experiencia que, más allá de la jugabilidad, los retos o la historia, resulte atractiva y consiga sumergirnos en el universo de color y naturaleza que nos propone.
A través de nuestra aventura como esta pequeña criatura llamada Fe tendremos que ir investigando el terreno para encontrar nuestro camino, el cual nos llevará a encontrarnos con el resto de seres que habitan el bosque en el que tiene lugar el título. Ayudando a estas criaturas a superar las dificultades provocadas por unas misteriosas criaturas que buscan explotar la naturaleza conseguiremos nuevas habilidades en forma de pequeños cantos animales. Con ellos accedemos a nuevas maneras de interactuar con el entorno y de "colaborar" con la naturaleza para, de esta forma, superar los obstáculos que se nos proponen.
La historia como tal no se ofrece de forma explícita en Fe, sino que se muestra a través de pequeñas secuencias en las que nosotros mismos nos ponemos en la piel de estas crueles figuras que parecen querer arrasar con todo cuanto encuentran a su alcance. Junto a esto, unos murales repartidos por el mapa muestran inscripciones y dibujos esquemáticos que representan parte de nuestra aventura, de nuestro legado. Sin embargo, lo que destaca de la obra es que más allá de esto, Fe es capaz de despertar un sentimiento en el jugador, de hacernos conectar con la naturaleza y preocuparnos. ¿Qué pasa si la ficción no es tal y realmente estas misteriosas y temibles figuras somos nosotros fuera de la pantalla?
Desde el punto de vista jugable, Fe es un videojuego de aventuras y plataformas, algo bastante "estándar" y que, desde luego, no supone un cambio radical en ningún aspecto. Sin embargo, la naturaleza es el elemento central de Fe, y esto no solo se manifiesta en la historia y ambientación, sino también en las diferentes mecánicas de la obra.
Como explicábamos más arriba, las diferentes habilidades que conseguimos nos dan acceso no a habilidades intrínsecas a nuestro personaje como tal, sino a maneras diferentes de interaccionar con el entorno. Esto es, básicamente, aprender a colaborar con la naturaleza para despejar caminos, crear corrientes de viento que nos eleven, utilizar plantas como trampolines, etcétera. La manera en la que las mecánicas han sido creadas es muy adecuada al juego y, aunque la jugabilidad no es el plato fuerte de Fe, hace de moverse por el escenario una delicia, consiguiendo esa sensación de flotar por el escenario que tanto nos ha gustado.
Junto a esto, el otro pilar a nivel jugable es la exploración. El mundo de Fe se divide en diferentes zonas abiertas que somos totalmente libres para investigar mientras nos perdemos entre los recovecos de este bosque. La sensación de perderse en Fe es simplemente genial. Lejos de llevar a la frustración, el hecho de perderse y de no saber hacia dónde ir resulta gratificante puesto que siempre hay algo que explorar, una criatura con la que encontrarse o un coleccionable que recoger.
Sin embargo, no todo es positivo, y la jugabilidad de Fe también tiene sus sombras. Por un lado, nos encontramos con que las mecánicas no son demasiado variadas ni originales, por lo que los pequeños retos que encontramos a lo largo de la obra quedan casi como algo anecdótico; la dificultad es simplemente nula y la solución resulta obvia en la gran mayoría de casos. Además, algunas de las habilidades que encontramos se usan de forma muy puntual, relegándolas a una posición secundaria y desaprovechando su posible potencial.
Por otro lado, uno de los elementos que más nos ha disgustado es el complejo de videojuego que tiene Fe. Si bien las propuestas a nivel narrativo y jugable son, en su mayoría, personales y profundas, toda la experiencia se puede ir al traste cuando nos damos de bruces con los cientos de coleccionables que la obra tiene. Como si de lunas de Super Mario Odyssey se tratase, Fe incluye unas gemas que al principio de la aventura desbloquean habilidades pero que, eventualmente, se vuelven simples coleccionables repartidos por el mundo sin ton ni son. Este elemento no solo desentona con lo que la obra nos quiere decir, sino que tampoco aporta demasiado a la jugabilidad. Ofrece una recompensa fácil para la exploración y poco más. Es, en definitiva, un lazo que ata Fe a ser un videojuego al uso: añade horas, rejugabilidad y ofrece recompensas para que no nos cansemos; es decir, es un paso atrás en las propuestas de este videojuego.
Cuando un juego quiere incitar al sentimiento entra en un terreno en el que la palabra "videojuego" es de todo menos adecuada para describirlo. Largos artículos se han escrito ya en esta misma casa acerca de si el videojuego es arte o no, pero Fe llega para presentarse como un nuevo argumento de peso a favor del sí más rotundo. En la obra de Zoink Games, el apartado artístico es el que destaca por encima de todo lo demás.
En cuanto a lo visual, Fe es un ejemplo de cómo hacer las cosas. Con unos modelados de bajo poligonaje para el escenario, Zoink Games ha logrado jugar de forma magistral con la iluminación y, sobre todo, con la paleta de colores para ofrecer una auténtica delicia visual. El trabajo con los colores es simplemente alucinante y esto se hace palpable en la manera que las diferentes zonas que visitamos cambian sus tonalidades en función del momento de la historia, alertando de peligros con tonalidades naranjas y rojas e incitándonos a disfrutar del entorno cuando predominan azules y verdes. Por otra parte, el trabajo a nivel visual destaca también por la forma en la que el juego, sin decirnos nada, es capaz de guiarnos para no perder demasiado el rumbo cuando esa no es la idea. El movimiento de animales y leves correcciones en la dirección de la cámara son suficientes para indicarnos de forma sutil el camino siempre que esto es necesario.
Acompañando a esta espectacularidad visual nos encontramos con un increíble despliegue sonoro. Desde el propio menú de inicio, con un tema tranquilo y sutil pero emocionante, nos damos cuenta de que los cascos van a ser un requisito imprescindible para disfrutar de la experiencia; y así es. La banda sonora es simplemente magistral y, aunque se queda en segundo plano con melodías sutiles en muchas ocasiones, sabe cuándo salir a flote para remarcar una sensación, ya sea de peligro, de triunfo o de simple euforia. Pero lo mejor dentro del apartado sonoro viene por los sonidos de la naturaleza. Fe transcurre en un bosque en el que todo está vivo, y así se siente cuando nos ponemos los cascos. Nosotros somos una criatura que se comunica a través de pequeños sonidos, pero el resto de animales también lo hacen así que el agua y el viento llegan acompañados de numerosos sonidos naturales de diferentes especies, mostrando la vida que florece a cada paso de este bosque.
En cuanto a los aspectos más técnicos de Fe, nos encontramos con luces y algunas sombras. Del lado más positivo podemos destacar que la calidad de las animaciones es asombrosa, contando con muchos detalles que demuestran el mimo tras la creación de la obra. Por la parte más negativa, hemos de decir que los saltos en ciertas zonas no siempre funcionan a la perfección y no es difícil "bugearse" en alguna pared.
Respecto a la duración, una partida completa nos ha durado unas 6 horas teniendo en cuenta que nos hemos detenido a explorar en muchas zonas. Sin embargo, si queremos recoger todos los coleccionables y darle una segunda vuelta (que para comprender bien la historia parece indispensable) el juego puede llegar a alcanzar la decena de horas; pero no irá mucho más allá. Destaca que la obra se encuentra traducida al castellano y, a pesar de que no tiene muchos textos, esto siempre es un plus.
Fe es una sorpresa realmente grata que supone, no solo una obra de gran calidad, sino un importante salto adelante de su estudio responsable, Zoink Games, que gracias al apoyo de Electronic Arts ha logrado salirse de lo que nos tenía acostumbrados para ofrecer un videojuego maduro, inteligente, bonito y con mucho sentido. Es cierto que el título puede no ofrecer nada destacable a nivel jugable, y es que sus mecánicas son más de sensaciones que de diversión como tal, pero Fe es capaz de conectar con el jugador, y eso es algo que no es nada sencillo.
El programa de EA Originals ya daba un resultado emotivo con Unravel pero lo cierto es que Fe no se queda atrás y vuelve a poner sobra la mesa una obra que, independientemente de gustos, resulta muy interesante. La propia idea de buscar más la conexión con el jugador que el mero divertimento me parece algo digno de admiración y, pese a los fallos que tiene, Fe consigue su propósito y nos atrapa en su mundo durante las horas que dura esta aventura.