Tras recorrer un camino lleno de engaños, falsas apariencias, y mucha simbolismo, "FLCL: Progressive" se despide tal y como empezó. Los comienzos no fueron sencillos, muchos sintieron que Production I.G. se estaba apegando en exceso al material original para aprovechar la base de fans con los que ya contaba el anime, sin embargo, con el paso del tiempo fue encontrando su propia narrativa, y ese proceso de maduración ha culminado como se esperaba; con un episodio que cierra todas las puertas abiertas, y que deja el suficiente misterio entre líneas como para que los espectadores vuelvan a enriquecer la serie con segundas lecturas.
Cuando comenzó la serie, muchos esperaban sentir lo mismo que sintieron con la historia de Naota, tener la sensación de estar ante algo único y especial. Esta secuela pese a no haber sido finalmente capaz de generar esa sinestesia, sí ha podido mantener el estilo a la hora de tratar algunos temas. Y es que si bien es cierto que "FLC: Progressive" se había convertido en una flecha directa a la diana con predisposición hacia los elementos sci-fy, el último episodio ha servido para recuperar el rumbo. No había salidas de emergencia en este viaje programado para demostrar lo duro que es hacerse un adulto, para evidenciar que Naota y Hidomi han logrado algo que nunca conseguirá alcanzar Haruko.
Esta crítica contiene spoilers del episodio 6, por lo que recomendamos verlo antes de continuar leyendo.
Con la llegada de Atomsk a la Tierra solo se podía esperar una catarsis de emociones. El amor de su vida, todo por lo que había luchado, y la razón por la que se convirtió en una miembro de la Hermandad Galáctica, aparecía ante sus ojos. “Out of running” deja de lado el desarrollo de Hidomi y se lanza directamente a explorar los sentimientos de la pelirroja. No obstante, la meta de Haruhara no dista tanto de la que en un principio debía haber sido la protagonista de la serie. Ambas compartían el deseo de encontrar su lugar en el mundo; una dejando de lado el vacío generado por el abandono de su padre, y la otra dejando de lado la losa que ocultaba todos sus sentimientos. De ese punto en común había nacido un enfrentamiento continuo a lo largo de la secuela, y ahora culminaba con un choque entre la determinación de Hidomi, y la obstinación a crecer de Haruko.
“Es momento de dejar de actuar como una niña”. Hibajiri ha conseguido madurar, ha superado los miedos de la adolescencia, y ahora mira cara a cara a quien se aprovechaba precisamente de esa situación. Aunque el episodio inicia con un confrontamiento directo entre ambas, Hideto Iwai opta por dar una resolución paralela a cada una de ellas. El despertar de Canti en el interior de Atomsk sirve de pretexto para que Hidomi pueda contactar con su madre utilizando a Aiko como soporte. Hidomi ha crecido, Hidomi ya no es la niña perdida entre sus pensamientos, y ya no pretende cambiar su vida para ser feliz. “Lo único que no cambia es que puedo cambiar”. Las respuestas las encuentra en la potencia de las cosas y no en el acto, en tanto que aprecia los auriculares que le dejó su padre, y aprecia la cafetería que en un principio veía como una cárcel, pero que en realidad solo era la materialización del esfuerzo de su madre por intentar hacerla feliz.
Hidomi da un paso al frente quizás motivada por rescatar a Ide, pero en el fondo se siente una evolución bien trabajada de su personalidad. Mientras que Naota maduraba percatándose de que estaba siendo utilizado por Haruko en la primera temporada, y enfrentándose a Medical Mechanical por su propio deseo, Hidomi hace lo propio abandonando la idea de cambiar un mundo que creía erróneo. La única que debía cambiar era ella, y eso se ejemplifica en el momento que Canti le rompe los auriculares y la libera de sus cadenas. El robot que aparece como consecuencia no es más que la verdadera forma de su corazón plasmado en perseverancia. En general toda esta resolución se siente bien llevada y satisfactoria, aunque Production I.G. no se esconde a la hora de darle importancia a la verdadera protagonista de "FLCL: Progressive".
Haruko comenzó la serie en un segundo plano, repitiendo el esquema de manipuladora que ya habíamos visto en el pasado. Este perfil se mantiene hasta el episodio 4, cuando comienza a enfrentarse a sus propios sentimientos al volverse una con Jinyu. Desde el principio su personaje parecía el único maduro, el que tenía las cosas claras; luchaba por reunirse con el amor de su vida. Pero poco a poco esa ilusión se va desvaneciendo, y se termina por romper cuando Hidomi la sobrepasa. Tanto en la serie original como en "FLCL: Progressive", la única que no madura era precisamente ella.
Su vida estaba construida sobre un castillo de naipes que se viene abajo cuando se da cuenta de que nunca verá correspondido el amor de Atomsk. De hecho, este mismo es capaz de materializarse en forma humana para hacerla ver que la respuesta no la tiene enfrente, sino dentro de sí misma. Desde el “te quiero” de Naota, Haruko se había obstinado en rehusar hablar de sus sentimientos, pero el abrazo primero de Atomsk, y posteriormente de Jinyu, terminan por abrir su corazón, dando lugar a una de las escenas más emotivas de toda la serie.
El esfuerzo de la serie por darle un final al recorrido de Haruko es meritorio, y en general hay una resolución que no deja cabos sin atar. Sin embargo, el hecho de construir la serie en torno a ella (Hidomi solo era utilizada como trampolín para su propia evolución) ha terminado generando ciertos desequilibrios. ¿Qué hay de Ide? ¿Qué hay de Aiko? ¿Qué hay si quiera de la propia Jinyu? "FLCL: Progressive" cuenta con un reparto de personajes secundarios sin ningún tipo de construcción. Esta serie, a diferencia de la primera, sí necesita tener más episodios precisamente para poder construir más. No se siente apresurada, porque lo que quiere contar lo cuenta, pero sí desaprovecha muchos elementos que podrían haber dado más empaque al resultado final.
Esta no será la serie que marque un punto de inflexión en la industria, ni probablemente genere tanto fenómeno entre los seguidores, pero si algo no se le puede negar es que entretiene. "FLCL: Progressive" es más interesante en sus segundas lecturas, que en lo que pretende mostrar de manera explícita. La música de The Pillows, aunque ya no es tan impactante, sigue haciendo de pegamento para mantener el olor del universo de FLCL, y en general Production I.G. cumple con su prometido. Logra darle a Haruko el final que le arrebató Naota en la primera serie. Con todo ello el final no deja de sentirse algo anticlimático; es satisfactorio en tanto que ata casi todos los cabos, pero no termina de explotar. Por suerte para los fans la esperanza todavía sigue viva en el firmamento. El regreso de Naota y de Mamimi podrían darse dentro de unos meses, cuando "FLCL: Alternative" intente devolver la magia que tan irregularmente nos ha dado esta primera secuela.
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