Hay títulos que destacan por su apartado gráfico, por su arte, o incluso por sus mecánicas. La franquicia que crearon los chicos de Moon Studios hace ya tres años contaba con las tres cosas. Aunque Microsoft no ha predicado mucho desde el E3 de 2017, la presencia de Ori and the Will of the Wisps en el futuro catálogo de Xbox One se ha convertido en una apuesta prácticamente segura para la compañía. Con tan solo unos pocos gameplays, y un par de entrevistas con el equipo, la secuela del exitoso exclusivo ha conseguido colocarse entre lo más esperado para el próximo año. ¿Se merece esa posición? Todo apunta a que sí, pero ahora podemos corroborarlo de primera mano.
Entre grandes triples AAA, y sagas emblemáticas, Micosoft ha decidido este fin de semana dar una pequeña sorpresa a los visitantes de la Madrid Games Week llevando en primicia para nuestro país una demo de Ori and the Will of the Wisps. Esta versión de la secuela ya ha podido ser probada en otros países durante las últimas grandes ferias de videojuegos, pero era la primera vez que nosotros podíamos comprobar si la saga de Moon Studios sigue vibrando con tanta fuerza como en el pasado o no. Y lo que nos hemos encontrado no ha sido un ajuste de expectativas, sino una sorpresa todavía más agradable.
Las segundas partes normalmente suelen servir o bien para corregir todo lo que no se hizo correctamente en la anterior entrega, o bien para continuar haciendo lo que ya funcionaba. El estudio austriaco da un salto triple mortal y consigue hacer ambas cosas creando una versión mejorada y ampliada de todo lo que vimos en 2015. Vuelve el universo colorido y especial, nuestro querido Ori, y la exploración metroidviana por el universo. En todas sus facetas este título huele y sabe igual que se hermano pequeño, pero una vez comienzas a sumergirte en él, percibes todo el cariño y esfuerzo que han hecho los desarrolladores para incluir aquellas cosas que la comunidad exigió en el pasado.
La demo que pudimos probar nos soltaba directamente en medio de un paisaje desértico, y siguiendo el ya clásico desplazamiento lateral, íbamos avanzando por distintos nodos. No ha cambiado nada desde el último juego; el plataformeo sigue siendo la clave de la secuela, y los enemigos continúan aportando el toque de emoción y dificultad. Dónde si encontramos novedades es a la hora de combatir. Gennadiy Korol y Thomas Mahler ya aseguraron que en esta ocasión Ori contaría con un gran número de habilidades nuevas, y solo hay que desplegar la rueda de ataques para darse cuenta de ello.
Mientras siguen estando presentes algunas habilidades clásicas como el ataque con espada, o el arco, en Ori and the Will of the Wisps también podremos hacer otras cosas interesantes como sumergirnos bajo tierra –en determinadas áreas- para placar a los enemigos a continuación. Las bombas, la curación, y otros comandos también siguen estando disponibles. Todo ello mantiene su funcionamiento mediante el sistema de gestión compartido de vida y energía. Las dos barras vuelven a colocarse en la parte inferior de la pantalla, y su uso continúa funcionando de la misma forma que en la anterior entrega. Los jugadores que ya acompañaron a Ori inicialmente, reconocerán en la secuela los elementos suficientes como para sentir que han crecido junto al protagonista.
Ahora bien, aunque el apartado de habilidades se ha visto expandido y mejorado -también estéticamente-, el núcleo principal de la jugabilidad sigue siendo la exploración. De hecho parece que Moon Studios ha entendido lo que funcionó en el anterior juego, y se han volcado de lleno aportar una fluidez y complejidad incluso mayor a las fases de plataformeo. Tendremos que esquivar plantas con púas colgándonos en determinados puntos, hacer dobles saltos para alcanzar lugares alejados, y utilizar las paredes de forma estratégica para aprovecharnos del escenario. Todo esto funciona como una orquesta en la que el jugador debe combinar a gran velocidad varios comandos para ir avanzando.
La curva de dificultad sigue siendo igual de suave que antaño, en tanto que el juego te lleva de la mano sin hacerse notar con tutoriales molestos o textos flotantes. Ori and the Will of the Wisps mantiene ese aire místico y mágico que te hace mejorar como jugador dándote la libertad suficiente para hacer lo que quieras. La exploración metroidviana viene a fomentar esto, permitiéndonos explorar sin seguir un camino marcado. En esta ocasión además se ha hecho especial énfasis en los secretos, siendo recurrentes en casi cualquier esquina para acceder a orbes de vida u otro tipo de objetos. Para todos aquellos que hayan jugado al exitoso Hollow Knight encontrarán en esta faceta muchos elementos familiares.
¿Y para qué explorar tanto? Los alicientes para investigar todos los mapas al completo siguen siendo tan interesantes como en el anterior título. Aunque no tuvimos la oportunidad de indagar en este apartado en su totalidad, sí vimos algunas cosas heredadas de la saga como por ejemplo las Puertas Espirituales, o los propios orbes que nos mejoran las estadísticas. La adquisición de nuevas habilidades sigue estando condicionada por nuestra capacidad para encontrarlas repartidas por el mapa. Entendemos que a lo largo de la aventura su localización irá tornándose más y más complicada, al tiempo que los espectaculares escenarios cambian.
El apartado artístico de la secuela no solo mantiene la magia de la saga, sino que va un paso más allá y le saca todavía más partido a la iluminación y los elementos animados de los escenarios. El estudio ha optado por acercar ligeramente la cámara hacia Ori, perdiendo en el proceso algo de visión panorámica, pero ganando al mismo tiempo en espectacularidad. Y es que la evolución gráfica que ha vivido la franquicia es más que evidente. Desde los modelados de los personajes, hasta la fluidez general de todo el título, ya nos indica que estamos ante uno de los juegos más bonitos e inmersivos de todo el catálogo de Xbox One.
Ori and the Will of the Wisps es el ejemplo ideal de secuela, una continuación que recoge todo lo que ya funcionaba del pasado, y lo usa para impulsarse hacia nuevas metas. El combate se ha visto solventado con la introducción de numerosas habilidades nuevas, y la disposición de los niveles ha ganado en complejidad. Por delante todavía quedan meses de espera para poder sumergirnos de lleno en este capítulo de la historia, pero con lo poco visto ya podemos asegurar que la magia seguirá fluyendo un año más por las consolas de Microsoft.
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