Cuando hablamos de JRPG's, por muchas franquicias de gran calidad que existan desde el origen del género, inevitablemente las palabras Final Fantasy acuden a nuestra mente. Y es que la saga nacida de Squaresoft marcó a muchas generaciones de jugadores alrededor de todo el mundo, principalmente gracias a su trilogía estrenada en la época de la primera PlayStation. Final Fantasy VII puso a la saga en el mapa de los jugadores de todos los rincones, Cloud y compañía son sin lugar a dudas los personajes más fáciles de asociar a la franquicia, pero el conjunto formado también por la octava y la novena entrega, tienen su pedacito de cielo ganado a base de calidad. Hoy, la absoluta protagonista es Final Fantasy VIII, la entrega que nos maravilló con un diseño espectacular, una trama que nada tenía que ver con la fantasía vista en la anterior entrega, y que nos regalaba un diseño de personajes más realista y proporcionado, un portento de aquella época que cumple 20 años, a la que en Areajugones guardamos un gran cariño y que rendimos homenaje con estas palabras.
Final Fantasy VIII tiene en su haber varios hitos dentro de la franquicia difíciles de pasar por alto. Por un lado, y empezando por el principio, cuenta con una de las secuencias de introducción más impresionantes del género, que a día de hoy sigue siendo un ejemplo magistral de composición, ritmo, y presentación de personajes. Este opening nos mostraba la sucia pelea entre nuestro protagonista Squall Leonhart y su archienemigo Seifer. La composición musical para esta primera toma de contacto con el juego aún es capaz de poner los pelos de punta, con una base instrumental perfecta y contando con un coro pro primera vez en la saga. Fue además, siguiendo con el hilo musical, y sin contar Liberi Fatali (que usa oraciones en latín para describir una importante parte de la trama relacionada con brujas), el primer juego de la saga que contó con un tema completamente vocal: "Eyes on Me".
El apartado gráfico supuso también un gran salto respecto a la anterior entrega, no solo ya en las grandes secuencias CGI que eran capaces de dejarnos embobados deseando que no acabaran nunca, también trajo por primera vez un modelado de personajes de intenciones realistas y proporcionadas, dejando de lado el aspecto cartoon, tanto dentro de las batallas como en la exploración. El gran trabajo del diseño se vio acompañado por un esfuerzo en ser originales en la concepción de su atmósfera, los entornos y el universo en general, que se alejaba de la fantasía y la magia vista en entregas anteriores. Aquí se apostaba por un entorno más cercano a nuestro mundo, con tecnología, escuelas y vehículos más clásicos, que salpicaban la trama con conflictos bélicos y armamento con una gran personalidad visual.
Centrándonos en su historia, la difícil tarea de hacernos olvidar las aventuras de Cloud, Aeris y al temible Sefiroth, recaía en una historia de guerra, oscuridad y brujas atemporales, con Squall Leonhart, Rinoa y Edea al frente de un elenco muy carismático, como siempre ha sido seña de la franquicia, que diseñó Tetsuya Nomura, el gran artífice de Kingdom Hearts (de ahí que podamos vera varios personajes de esta entrega en la trama de la saga de Sora Donald y Goofy). Nuestra aventura arrancaba tras la pelea de la secuencia de introducción, despertando en la enfermería, conociendo la situación en la academia, donde nuestra instructora nos prepara para superar un examen de campo, un conflicto real en el que nos soltaban en plena revuelta, en una ciudad portuaria que se quedaría grabada en la memoria. Su sistema de batalla toma protagonismo absoluto en estos primeros compases, sentando las bases de los grandes cambios que veremos en la entrega. Algunos de ellos fueron muy bien recibidos, pero difíciles de dominar. En esta entrega, la magia no gasta maná, sino que se cuenta por unidades, y la forma de conseguirlas y acumularlas requería extraerlas de los enemigos a los que nos enfrentábamos, pudiendo conseguir así incluso invocaciones (llamadas aquí "Guardianes de Fuerza"), otro de los grandes aciertos de esta entrega, que cuenta con secuencias de presentación para estas invocaciones que crearían escuela.
Durante 4 discos, la aventura se iba tornando cada vez más oscura, presentando a varios villanos hasta descubrir quién mueve los hilos de la trama apocalíptica, y descubriendo poco a poco porqué son como son cada uno de nuestros protagonistas. Un grupo que como decimos, volvía a apostar por la variedad, equilibrando la personalidad adusta y serie de Squall con el dinamismo de Zell o la espontaneidad e inocencia de Selphie. El amor también formaba parte esencial en la trama, y aquí entraba Rinoa, uno de los personajes femeninos recordados con más cariño de toda la saga, por su personalidad y valentía.
Pero si hay un detalle que se debe comentar en cualquier artículo sobre los grandes aciertos de esta entrega, es el de su minijuego de cartas, un auténtico "consumehoras" que podía alargar la duración del juego más allá de las 200 horas por pura diversión y coleccionismo. El juego en cuestión fue titulado "Triple Triada", y con el paso de los años fue ganando popularidad, siendo uno de los aspectos más recordados de la entrega, que nos llevaba a enfrentarnos a todo tipo de personajes con el fin de lograr hacernos con las mejores cartas. La carta de la bruja Edea es la más poderosa de este minijuego, por las reglas de Cetra y su inteligencia artificial.
Sigamos avanzando, toca hacer una parada en otra de sus curiosidades menos conocidas, y es que Final Fantasy VIII se convirtió pronto en la entrega más vendida de la saga, superando a su antecesor a pesar de que a nivel general puede parecer menos popular. Además de ello, su desarrollo comenzó cuando aún se estaba trabajando en la versión occidental de Final Fantasy VII, lo que les permitió desarrollar con tiempo de sobra los aspectos que debían ser diferenciales para la entrega. El título perdió el puesto de Final Fantasy más vendido a manos de la decimotercera entrega, que con su salto al estreno multiplataforma ganó más facilidades para ello, sumado a la gran expectación que levantó la entrega al ser la primera de la saga principal que llegaba desde Final Fantasy XII en PS2.
En occidente, como era habitual en la época (y actualmente por desgracia), no nos llegó un 11 de febrero de 1999, sino que tuvimos que esperar al 27 de octubre, entrando ya en el último trimestre del año para poder disfrutarlo. Y como última curiosidad, nuestra versión llegó con muy pocos cambios respecto la original, en una época en la que la censura ya empezaba a trastocar muchos juegos. En esta ocasión, solo fue modificado un uniforme de la escuela, porque presentaba ciertas similitudes con los usados por la ideología nazi. siempre es mejor prevenir que curar.
Aún sabiendo que el aniversario occidental no ha llegado, queremos sumarnos a esta celebración, pues Final Fantasy VIII nació en Japón hace exactamente 20 años. Son muchas las voces que han pedido poder disfrutar de la entrega en más plataformas, (no hablemos ya de pedir un remake, pues el tortuoso camino que está sufriendo la séptima entrega ya nos empieza a hacer dudar), y es que esta entrega parece estar maldita, ya que como la compañía confesó hace unos años, resulta muy complicado remasterizar la entrega o mejorarla, pues por desgracia, se han perdido gran parte de sus códigos de desarrollo originales. Las tecnologías avanzan y estamos seguros de que tarde o temprano esta entrega llegará mejorada a las nuevas consolas, pero mientras, podemos deleitarnos con el original, ya que reproducirlo en una PlayStation o en un PC sigue siendo una experiencia impagable. Final Fantasy VIII cuenta con uno de los desenlaces más dignos y profundos de la saga, y (evitando spoilers) marcó a toda una generación por su valentía. Su leyenda forma parte de la historia de la industria y en esta época en la que la marca Final Fantasy navega sin rumbo fijo, es un gran momento para reivindicar qué entregas la hicieron estar en el trono que ha ocupado tantos años.
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