En palabras de uno de los personajes de “La Maldición”, hay lugares en los que el tiempo parece transcurrir de forma diferente. Las salas de cine en las que se proyecta esta película son uno de esos sitios. Después de pasar por secuelas, adaptaciones y remakes de todo tipo, la línea temporal de la franquicia ha quedado tan trastocada que es difícil saber si esta entrega es un reboot o una secuela que ha decidido obviar todo lo sucedido en sus anteriores episodios. Por si esto fuese poco, el desbarajuste cronológico de la película también se hace patente en su ritmo atropellado. Nicolas Pesce lleva la dirección de forma apresurada, saltando de una trama a otra sin ser capaz de enfocarse en una escena más de dos minutos. El resultado es una cinta que resultará ligera a los espectadores que pongan su cerebro en piloto automático y disfruten de sus descabellados sustos, pero se antojará eterna para las personas que decidan tomársela en serio.
Fantasmas del pasado
Aunque despegarse del pasado es el objetivo de cualquier reboot, “La Maldición” lleva esta premisa demasiado lejos, ignorando los orígenes de la saga por completo. De hecho, ni siquiera se molesta en aclarar el origen del maleficio al que debe su nombre. Solamente explica que si alguien fallece presa de la ira regresa al lugar de su muerte para torturar a los que se atrevan a pasar por ahí. Con estos precedentes, el espíritu de esta cinta se convierte en el único fantasma de la historia del cine, incluido Casper, que no ve plasmado su tortuoso pasado en pantalla. Esto se traduce en la ausencia de una de las principales claves del género: investigar la causa del sortilegio para encontrar la manera de deshacerse de él. Sin dicho hilo conductor, la película se pierde en tramas secundarias bastante irrelevantes y se aleja más y más de la historia principal que recae en la detective Muldoon; personaje que se corona como el más interesante del reboot, gracias a la convincente interpretación de Andrea Riseborough.
A pesar de que “La Maldición” se despega del pasado ignorando los sucesos de sus predecesoras, en otros aspectos sí que se aferra a tiempos remotos. A esta cinta no le tiembla el pulso a la hora de recurrir a los estereotipos del cine paranormal: niños inquietantes, amigos imaginarios que no lo son tanto y moscas cuyo zumbido resuena más que el del motor de un Boeing 747; cualquier tópico tiene cabida en este buffet libre de terror que solo puede acabar en empacho.
Ruidos de ultratumba
Los que estén familiarizados con esta saga recordarán que la cinta en la que se basa este reboot recibió el nombre de “El Grito” en España. Aunque “La Maldición” es una traducción más fiel, hay que reconocer que el título anterior encaja mucho mejor con esta última entrega. Si sufres algún tipo de problema auditivo y quieres verla, lo más recomendable es que seas precavido y bajes el volumen de tu audífono. Por otra parte, si no usas ningún dispositivo para mejorar tu oído, después de ver esta producción vas a acabar necesitándolo. Ya no solo hablamos de insectos equipados con Dolby Surround, en “La Maldición”hasta el más mínimo shock está acompañado de un estruendo. Este artificio viene a ser la versión terrorífica de las risas enlatadas; un recurso para hacer que los espectadores se asusten a la fuerza y no tener que construir escenas dotadas de tensión.
A estas alturas, ha quedado claro que la sutileza no es una de las cualidades del reboot. Pesce ha firmado una cinta en la que cada susto es más extravagante que el anterior. Esta saturación puede deberse a un intento desesperado de asombrar al público o, quizás, a que los autores de la película estaban obligados por contrato a poner un sobresalto cada dos páginas de guión. De una manera o de otra, es innegable que este desfile de espantos acaba siendo bastante sorprendente, aunque no de la forma que pretendía.
Conclusión
Más que una historia de terror “La Maldición” es una sucesión de sustos ligeramente enlazados por un hilo conductor. Esta cinta podría haber sido elaborada por uno de sus desquiciados personajes: las escenas que la componen parecen tener prisa por terminarse y saltar hasta la próxima conmoción, dando lugar a una edición desordenada y frenética. La curiosidad por saber qué nuevo exceso vendrá a continuación puede llegar a hacerla disfrutable en cierta medida, pero solo los espectadores más curtidos serán capaces de seguirle el ritmo a esta maratón de sobresaltos.
La saga de “La Maldición” parece perdida entre el mundo de los muertos y los vivos, al igual que los espíritus que la habitan. Aunque algunos fans del género podrán disfrutarla como un placer culpable, la dirección de Nicolas Pesce no ha conseguido resucitar esta franquicia que, tras infinidad de numerosas secuelas y adaptaciones, parece estar condenada al olvido.
La interpretación de Andrea Riseborough
Si te la tomas con humor puede llegar a ser entretenida
Dicen que los que escriben sobre cine son guionistas frustrados, en mi caso es bastante cierto. Consumo películas y series por encima de mis posibilidades. Durante una temporada fui redactor de horóscopos, hoy en día sigo escribiendo sobre ficción.