Análisis Baobabs Mausoleum Ep. 1 Ovnifagos Don´t Eat Flamingos
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Análisis Baobabs Mausoleum Ep. 1 Ovnifagos Don´t Eat Flamingos

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Al hablar de Baobabs Mausoleum, muchas cosas se pueden decir. Es posible adjudicarle múltiples adjetivos, entre buenos y malos, en un intento de describir cuál es el quid de la obra de Jacob Jazz y Celery Emblem. Por lo tanto, si decidimos obviar su composición como producto dentro de esta sindéresis, pues en tal visión es en donde radica la dicotomía sobre la calidad del título, encontraremos en Ovnifagos Don't Eat Flamingos, el primero de los tres capítulos que serán publicados, una breve aventura especial, no sólo por lo entretenido y ameno de su planteamiento sino, también, y quizá con mayor énfasis, por la singularidad que en ella yace.

Queda más que claro que, con tan sólo vivenciar los primeros compases, nos enfrentamos a una producción realmente experimental, pues abarca diversos géneros y aproximaciones de la industria interactiva desde un prisma propio para dar a luz a algo más personal y cercano al jugador. Logra, a través de pequeños guiños a la cultura contemporánea, al igual que mediante la influencia que recibe de Twin Peaks y de las creaciones de R. L. Stine, ganar cariño rápidamente, presentando un carácter consciente de su propia índole narrativa, mas tal apreciación se ve mermada por su incapacidad de cumplir el rol de elemento independiente, cuestión que dificulta en gran medida su recomendación incluso a expensas de calidad que, notoriamente, posee.

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Asentando las bases de lo llamativo

En esta curiosa desventura encarnamos a Watracio Walpurguis, una berenjena vampírica que trabaja para el FBI con un estilo sin par. Nuestra historia comienza tras colisionar con una extraña entidad, la cual avería el coche y nos obliga a caminar para buscar ayuda con la intención de repararlo. Poco después, descubrimos que nos encontramos en Flamingo's Creek, un pueblo que aparece cada 25 años en el 11 de marzo y que contiene en sí muchísimas más incógnitas de las respuestas que ofrece, de entre las cuales destaca una que se nos comparte al llegar: ¿quién es el habitante número 64?

Bajo una premisa tan difuminada, en la que la errancia predomina durante cada paso, nuestra misión es simple: escapar de la demencial dimensión en la que nos encontramos. En aras de lograrlo, conoceremos a los habitantes de la ciudad, los cuales nos solicitarán ayuda para hacer avanzar la trama por medio de la apertura de nuevas zonas, mecánicas y situaciones. Pese a lo rígido de su estructura, en donde realizar una cadena de favores es el único motor que mueve el argumento, los individuos se tornan memorables y capaces de robarnos una sonrisa sin mostrar excesivos esfuerzos, detalle que alcanzan gracias al uso de un humor muy bien ejecutado sin mayores pretensiones que las de demostrar su esencia.

El principal problema de este capítulo, situación que no es primeriza pues ya ha pasado en, por mencionar un ejemplo, Metal Gear Solid V: Ground Zeroes, es que no es lo suficientemente fuerte para sostenerse por sí mismo. Aunque los aciertos, en general, superan a sus fallos, éstos parten desde la primicia de tener escaso contenido y el ser una introducción que, vista como componente particular, no alberga solidez argumental. Al igual que sucediese con la mencionada producción de Kojima Productions, cumple con su papel de asentar las bases sobre las que se situará el mundo, sin embargo, cuando surge la disyuntiva sobre si es óptimo, o no, adquirirla en su estado actual, es en el momento donde la respuesta se muestra como una negativa.

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Definiendo lo indefinible

Atribuirle a Baobabs Mausoleum la pertenencia a un género u otro es una decisión complicada. Si bien es cierto que 'aventura gráfica' es la primera impresión que se percibe, especialmente porque delega gran atención a los diálogos y a los rompecabezas, principales propulsores de su apuesta, también es una realidad que encasillarlo a una única variante se torna difícil porque, a medida que avanzan los capítulos, vamos observando cómo cambian las mecánicas.

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Así, pues, trasciende de su perspectiva mayormente cenital para realizar quiebres en el paradigma y hacernos jugar a las escondidas en una visión de FPS, obligarnos a enfrentar a un chef en un sistema JRPG, meternos en una mazmorra contra un jefe como un arcade o ingresarnos a diversos minijuegos muy diferenciados entre sí. Básicamente, todo es posible en Flamingo's Creek.

Y lo es a un punto en donde situaciones como las presencias de John Carpenter, los Hombres de Negro, las cintas VHS, flamencos dorados, cangrejos gigantes, la familia Myers, y más, se sienten como parte de un universo lógico dentro de su propia irreverencia. Distando considerablemente de ser un popurrí de individualidades encerradas en un mismo marco sin más, la exégesis que luce la obra dota de un sentido completo a todo lo que la compone, haciendo que cada detalle, desde lo más notorio hasta lo más sutil, cuente con su propia coherencia y participación en la sinfonía. Una lástima, entonces, que su formato episódico relegue a Ovnifagos Don't Eat Flamingos no a una creación menor, porque no lo es, sino a un producto menor, carente de los pilares fundamentales para erigir nuestros deseos de sugerir su adquisición.

Potencialmente colosal

Baobabs Mausoleum tiene la aptitud y el enfoque necesarios para convertirse en algo asombroso. Cuenta con una estética demarcada, un estilo único, un humor satisfactorio y eficaz, un planteamiento jugable atractivo -si se tolera lo experimental del mismo- y una atrapante y acorde banda sonora -aunque su constante repetición llega a extenuar-, pero, cuando hablamos de este específico capítulo, el veredicto queda declinado hacia la consideración de incompleto falto de independencia.

En tal sentido, optamos por asegurar que el trabajo de Jazz y Celery Emblem merece respetable atención de cara al futuro. El prólogo que aquí nos reúne depone las bases para algo mayor, pero se olvida de sí mismo, convergiendo así en que lo más óptimo, quizá, sea aguardar por la llegada de las particiones restantes y así emitir un juicio global; hasta entonces, no nos queda más que reconocer el buen quehacer de ambas partes, y desear, teniendo en cuenta el diamante que se vislumbra en el carbón, que los venideros complementos hagan de este universo una travesía plenamente recomendable.

Redactado por:

Politólogo a tiempo completo, economista a tiempo parcial. Asiduo al medio interactivo por su capacidad de hacernos vivir las historias, no contarlas. Joven venezolano amante de Bad Bunny, Itachi y los RPGs que busca cooperar en la evolución de una industria huérfana de horizontes.