El mundo indie ha tenido muchos videojuegos llamativos que siempre han despertado la atención de los jugadores. Un género muy prolífico ha sido el de las plataformas, con muchos exponentes que han logrado un gran reconocimiento entre la crítica. Y precisamente, uno de esos proyectos bien recibidos por los jugadores fue Chariot, un título del género que se mezclaba cuidadosamente con los puzles (el control mismo en sí era un rompecabezas).
Ahora nos llega una versión mejorada a Nintendo Switch, recibiendo el nombre de Super Chariot. Un proyecto que mantiene la esencia del original pero llevada a un nuevo nivel: se incluye todo el contenido adicional que se fue publicando con el tiempo, incluyendo personajes y herramientas. El propio nombre de esta nueva edición es una declaración de intenciones: es más "súper" en todo, y por ello, se ha convertido en uno de los últimos lanzamientos más destacados en Nintendo Switch. Que no os nuble la vista el ser un videojuego independiente, porque es uno de los plataformas más divertidos que encontrarás en la actualidad.
No estamos ante un plataformas tradicional donde haya que ir saltando cogiendo monedas, salvando grandes caídas o evitando a enemigos monstruosos. Aquí, nos encontramos ante un videojuego en el que no estamos solos: tenemos un carruaje muy especial con nosotros que deberemos orientar por las diversas zonas que forman el extenso mundo del juego (aunque es cierto que una primera partida puede durar unas diez horas, sus creadores prometen muchas más - hasta 50 - para obtener todo). Un mundo al que accederemos desde una base inicial que iremos reconstruyendo conforme avancemos.
Es ese carro la mecánica principal de Super Chariot: nosotros somos una joven que debe ir saltando por cuevas extensas por las nuestro carruaje deberá pasar. Y no será fácil, puesto que solo tiene dos ruedas utilizables, por lo que no puede saltar ni realizar movimientos complicados. Para ello está la protagonista: empujaremos el carro, lo levantaremos si se trata de un pequeño escalón o lo sujetaremos con nuestra cuerda dorada para subirlo a una plataforma superior a la que solo ella puede acceder de manera tradicional.
En este punto es donde está el elemento diferenciador de otros videojuegos del género: gracias a esta mecánica tan peculiar y que funciona muy bien, tenemos una propuesta novedosa en su momento y que sigue atrayendo al jugador. Además, tenemos una curva de dificultad muy bien medida: si al principio tenemos niveles sencillos que no nos provocarán ningún desafío, conforme vayamos avanzando a través de los 25 que hay en total descubriremos que ese salto que queríamos realizar es imposible de hacer; o que nuestro carro acompañante es una gran losa para nuestro avance.
Por ello, no solo estamos ante un plataformas tradicional sino ante un rompecabezas enorme que nos incita a pensar la mejor manera de superar cada obstáculo que nos encontramos en nuestro camino. Porque nuestro acompañante es nuestro mayor enemigo: sin él, el juego sería un paseo; con él, tiene la dificultad justa para convertir a Super Chariot en un plataformas de calidad.
Otro elemento que se ve aumentado con el paso de las partidas es la duración de cada nivel: si el primero nos llevó 8 minutos completarlo, los últimos pueden superar la media hora de juego. No porque nos quedemos estancados, sino porque son auténticos laberintos con diferentes caminos, cada uno de ellos con "monedas" que deberíamos conseguir para aumentar nuestros coleccionables; calaveras que encontrar... En este sentido, el mapa se parece más a un juego estilo metroidvania que a un plataformas tradicional, y es por eso por lo que los desarrolladores añaden un mapeado en el menú para no perdernos en ningún momento.
Es esa posibilidad de recorrer cada recoveco la que nos incita a rejugar la aventura. Hay muchísimos contenidos por recoger en nuestro camino y es por ello que los desarrolladores apuntan a una aventura tan larga como la que tenemos entre nosotros. No se han quedado cortos en cuanto a ambición y han logrado un videojuego complejo y con mucho por hacer. Como complemento, además, tenemos un modo de juego estilo contrarreloj para mejorar los tiempos en cada nivel y poder compararlos con los de otros jugadores de cualquier parte del mundo.
Por último, apuntamos la posibilidad de poder jugar de forma cooperativa. Cuando jugamos con una segunda persona, la diversión aumenta aún más, y es más fácil completar todo lo que nos ofrece Super Chariot, pero en ningún momento hemos notado una merma de diversión al afrontar la aventura de forma individual. Eso sí, si tenéis la posibilidad de jugar con un amigo o familiar, se convierte en uno de los mejores cooperativos que existe en la plataforma hoy en día. Faltaría, eso sí, la posibilidad de jugar online con otro jugador, pero la falta de chat de voz tradicional hubiera perjudicado la experiencia.
Si por otra cosa destaca Super Chariot es por su apartado gráfico: aunque es un título con muchos años a sus espaldas, los modelos de los personajes y los escenarios siguen luciendo a un nivel muy alto. Teniendo en cuenta el limitado presupuesto del que gozaría el videojuego en un principio, se logró un bonito apartado artístico que, gracias a la pantalla de gran calidad de Nintendo Switch, luce mejor que nunca. Además, no creemos que haya envejecido con el paso de los años.
Tampoco hay problemas de rendimiento y todo el juego funciona fluido, sin problemas en la jugabilidad. La música, eso sí, nos parece algo monótona por lo que no es une elemento que destaque. Tampoco el doblaje en inglés (tiene subtítulos en castellano), que tiene unas voces chirriantes y muy poco naturales.
Sigue sin ser uno de esos videojuegos reconocidos por la crítica y sigue estando por debajo, para muchos compañeros, de los grandes exponentes del género. En cambio, a nosotros, Super Chariot nos ha encantado. Una aventura cooperativa (o para un jugador) larga, con secretos, una jugabilidad diferente que mezcla plataformas con puzles y un apartado gráfico encantador, que gustará a todo aquel jugador que quiera pasar las horas frente a la pantalla ejercitando la mente de una manera divertida.