Yoshi's Crafted World
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Las aventuras que Yoshi ha tenido el gusto de patrocinar siempre nos han dejado con una sonrisa de oreja a oreja y, sin ir más lejos, podemos recordar todos como Yoshi's Woolly World se convirtió por derecho propio en uno de los mejores plataformas de la historia. Con una nueva aventura para Nintendo Switch, Yoshi no pretende inventar la rueda, sino hacer de ella una utilidad similar pero en un nuevo recorrido.
Es el momento de ver qué tal le ha sentado a Yoshi moverse por terrenos de cartón en Yoshi's Crafted World.
La historia de Yoshi’s Crafted World es una de esas que sirve como excusa para adentrarnos en un universo lleno de magia, color y diversión. Intentando recuperar las diversas gemas esparcidas por las zonas para que un mecanismo milenario vuelva a funcionar correctamente, Yoshi y sus amigos deberán ser más rápidos que Kamek y Baby Bowser para conseguir dichas gemas y que todo vuelva a su estado natural.
Yoshi’s Crafted World se presenta sin máscaras, sin caretas; desde el primer momento en que nos ponemos a buscar con alguno de los Yoshis disponibles las gemas, sabemos de qué va la cosa. La primera impresión que tenemos al entrar en este mundo de figuras de cartón y otros enseres, es el de que estamos ante un mundo de plataformas colorido y que, aunque guarda tras de sí un constante aroma moderno, no deja de ser también un canto a la nostalgia y aquellos juegos de plataformas que ya nos hacían vibrar en la compañía nipona desde los tiempos de NES.
La premisa del juego es sencilla; recogiendo el testigo de muchos juegos protagonizados por Yoshi, Yoshi’s Crafted World trae consigo el lanzamiento de huevos para derribar enemigos, nubes con sorpresas en su interior u objetos lejanos que podamos ver en el mapa y creamos que pueden contener algo interesante. A pesar de dicha premisa utilizada hasta la saciedad en la saga—ningún problema con ello, obviamente—y de otras acciones como la de tragarnos enemigos y que se conviertan en nuestra arma letal, Yoshi’s Crafted World trae consigo la posibilidad de movernos por el entorno de una manera más libre mientras buscamos piezas para hacer funcionar una vagoneta o vamos en busca de las flores que nos darán acceso a nuevas zonas del mapa donde encontrar las gemas de las que hablábamos anteriormente.
Llama la atención la forma que tiene el juego de dar la misma taza en dos ocasiones pero servida de forma distinta: podremos disfrutar de pasarnos algunas pantallas en reverso, es decir, empezando desde el final hasta llegar al principio original. Una técnica que, sin lugar a dudas, funciona de forma correcta y que hará que nos divirtamos de todas todas.
La jugabilidad, en lineas generales, se afronta de forma agradable. Los pequeños fallos de control que pudimos comprobar en el avance que hicimos del juego, han sido solventados de manera precisa; otro de esos factores que criticaba que era la poca variedad entre niveles que parecía tener el juego y que su premisa tal vez era demasiado repetitiva, también ha sido destruida después de avanzar por niveles de todo tipo: mundos de golosinas, un parque de atracciones o un jardín repleto de peligros.
Yoshi’s Crafted World es de esos videojuegos en los que uno se ve sumergido, emocionado y ampliamente satisfecho cuando se pone manos a la obra. La suma de los diferentes factores que hacen del juego una aventura preciosa y con grandísimos detalles dignos para que los jueguen tanto pequeños como adultos hacen que funcione, pero lo que es mejor, trae consigo ese aire añejo que muchos tenemos de ponernos a jugar a la NES o a la SNES; sin ir más lejos, hay uno de los niveles que a un fan como el que suscribe de Donkey Kong Country 2 le recordó una barbaridad y me pareció bastante entrañable.
En la nueva obra de Good-Feel nos encontramos ese viaje al pasado con cierta estética modernista a la que nadie puede decir que no. Yoshi’s Crafted World funciona como uno de esos títulos en los cuales no hace falta hablar de grandes novedades en la jugabilidad, donde todo puede sonar trillado, puede sonar repetitivo, pero que siempre tiene consigo esa chispa de vida que te mantiene estar atento a la pantalla y a decir aquello de “una más y lo dejo”. La capacidad de enganche que tiene el título ya sea atravesando sus niveles, rehaciéndolos para conseguir todos los complementos que se pueden adquirir para nuestro Yoshi a cambio de monedas o a través de jugar mano a mano con un segundo jugador o jugadora, es digna de admirar y eso no puede ser cosa de la casualidad, detrás de eso hay un trabajo activo en que la nueva aventura de Yoshi no solo entre por los ojos, sino también por los mandos de nuestra Nintendo Switch.
El mimo que se le ha dado al aspecto gráfico es otra de las cosas que más satisface ver en este Yoshi’s Crafted World. Si nos enamoramos de ese mundo de lana que nos ofrecieron en su día, en esta ocasión, con el cartón y un universo crafteado—nunca mejor dicho—también podemos hacerlo aunque suene más complicado. Ver en movimiento la figura de Yoshi y mezclarse con las distintas tonalidades que ofrece el videojuego, ver cómo vuela, cómo dispara un huevo o cómo lucha por sobrevivir contra algún jefe, hace que el jugador se vea recompensado también en este aspecto. Para más decir, cuando lo juntas con un sonido cumplidor y que va perfecto con el juego, las cosas salen de lujo.
Yoshi’s Crafted World es ese juego que cuando lo jugué por primera vez, jamás pensé que llegaría a la altura de lo que ha logrado. Es un título que funciona a las mil maravillas, que ofrece variedad, que sumerge y, lo más importante, hace que te lo pases de diez ya sea solo o con algún familiar, amigo u amiga. Una oda al pasado de las plataformas refinado con un tinte a presente que, como suele ser habitual en Nintendo, funciona a la perfección. Poco hay que achacarle a este título, un auténtico placer jugable.