En "Berserk" la Bestia de las Tinieblas es una manifestación interna de los conflictos más profundos de Guts, el protagonista. Esta entidad, que toma la forma de un lobo infernal, es la encarnación de las emociones reprimidas de Guts: su odio, ira y deseo de venganza contra Griffith tras los eventos del Eclipse. Estos sentimientos devastadores dieron lugar a la Bestia, que se alimenta de su rencor hacia los Apóstoles y la Mano de Dios, y que amenaza con consumir lo que le queda de humanidad.
La Bestia de las Tinieblas representa una faceta de Guts que intenta dominarlo: la sed de sangre que lo impulsa a matar sin piedad. Tras el Eclipse, Guts pasa dos años dedicados exclusivamente a cazar Apóstoles, un periodo en el que su odio crece descontroladamente. Este es el momento en que la Bestia se manifiesta por primera vez, tras su enfrentamiento con Rosine en el arco de los Niños Perdidos. Esta entidad lo incita a seguir asesinando, incluso a costa de su cordura, sugiriendo que podría convertirse en un monstruo como Griffith si eso significa consumar su venganza.
Además de su sed de sangre, la Bestia también simboliza la atracción física y emocional de Guts hacia Casca, su amante. En un momento particularmente oscuro, Guts, bajo la influencia de la Bestia, casi la agrede, dejándose llevar por la lujuria y la violencia que la Bestia canaliza. Aunque logra detenerse a tiempo, este incidente rompe la frágil confianza que Casca había comenzado a depositar en él. Este acto demuestra la fragilidad de Guts, que siempre está al borde de ser consumido por su oscuridad interna.
La Bestia reaparece de forma más intensa cuando Guts usa la Armadura Berserker. Esta poderosa armadura, al activar el od violento de Guts, toma la forma de las fauces de la Bestia, representando su descontrol emocional y físico. Bajo su influencia, Guts se convierte en una máquina de guerra imparable, incapaz de sentir dolor y dispuesto a destruir todo a su paso. La Armadura Berserker incrementa su fuerza, agilidad y agresividad a niveles sobrehumanos, pero también cede cada vez más control a la Bestia de las Tinieblas.
Durante sus combates, como el que tuvo lugar contra el Apóstol Grunbeld, Guts demuestra hasta qué punto puede dominarlo la Bestia. Su estilo de lucha se vuelve brutal y salvaje, llegando incluso a morder a sus enemigos. A medida que la influencia de la Bestia crece, la conciencia de Guts se hunde más en el abismo, requiriendo la intervención de sus compañeros, especialmente Schierke, para devolverlo a la cordura.
Sin embargo, el conflicto de Guts con la Bestia no es solo físico, sino profundamente emocional. A medida que se rodea de nuevos compañeros y recupera su sentido de humanidad, la Bestia sigue al acecho, esperando un momento de debilidad para tomar el control. A pesar de que sus deseos de venganza parecen disminuir mientras protege a los suyos, la Bestia nunca desaparece por completo. Esta entidad oscura sigue siendo una advertencia constante en la vida de Guts, recordándole que, ante la pérdida de sus seres queridos, podría perderse completamente en su furia y su odio.
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