Durante esta pasada madrugada se han llevado a cabo lo conocido como Crunchyroll Awards, los premios por los cuales los mejores animes del año recibían diversos honores. Entre estos encontramos que remiten a secciones como mejor animación, mejor diseño de personajes, mejor antagonista y mucho más, todo lo cual podéis encontrar en este enlace. Lo que por otra parte discutiremos un tanto más en profundidad es la selección de anime del año, el mayor honor anual que en esta ocasión ha recaído sobre "Kimetsu no Yaiba".
Como ya hemos estado mostrando durante los últimos meses, la obra de Koyoharu Gotouge se encuentra constantemente al alza, y su popularidad hoy en día es incluso superior a la de "One Piece" - aunque lógicamente sin la longevidad del producto de Eiichiro Oda -. Así pues, seguidamente trataremos varios motivos por los que el anime merecía y, a su vez, no merecía ser considerado el mejor anime de lo que vimos en 2019.
Cuando "Kimetsu no Yaiba" fue estrenado durante el pasado 2019, realmente lo hizo con ciertas expectativas sobre lo que podía ser una producción muy interesante. Esto en especial se apoyaba en el hecho de contar con el respaldo de ufotable, estudio de anime que regularmente nos deja con trabajos de animación del más alto calibre. Es por ello que tampoco sorprende que "Kimetsu no Yaiba" ganara el galardón a mejor combate del año, pues muchos recordarán el enfrentamiento de Tanjiro y Nezuko ante Rui, el cual provocó que las redes sociales ardieran como en pocas veces hemos visto estos años.
Asimismo, "Kimetsu no Yaiba" presenta una química y madurez no siempre presente en las relaciones de los shounen. Si nos basamos en otros grandes éxitos de antaño como "Dragon Ball", "One Piece" o "Yu Yu Hakusho" - entre otros - nos encontramos con que las condiciones iniciales sobre las que parten Tanjiro y Nezuko tienen poco a ver. En los mencionados animes, sus principales rostros cuentan de por sí con una predisposición al enfrentamiento y, aunque la concatenación de sucesos facilita que la acción se desarrolle hacia lo fantástico, en ningún caso podríamos haber considerado el arranque de los expuestos como un posible 'slice of life' de pura normalidad.
Para Tanjiro, sin embargo, todo es muy diferente. Él no está preso de sus deseos, sino que es víctima de su destino y el de su familia. Tanjiro no tiene sed de poder, no posee el corazón ni el espíritu de un guerrero salvaje, sino que aquello que motiva toda acción recae sobre la minúscula posibilidad de salvar a su hermana Nezuko. El sentimiento de familia, de cohesión, provoca que la relación de ambos rompa barreras que van más allá de toda lógica - incluso dentro de su propio mundo -. "Kimetsu no Yaiba" pudo ser la historia de una familia humilde que trabaja duramente en las montañas, un 'slice of life' de esos que calientan el corazón, pero no fue así.
El último 'embellecedor' de "Kimetsu no Yaiba" lo encontramos en un apartado a veces tan destacado como pasado por alto: su composición musical y temas destacados. A pesar de que parte de esto no aporte de forma directa a la obra como tal, el 'Gurenge' de LiSA se convirtió rápidamente en uno de los temas de mayor popularidad en el sector - y de hecho colmando categorías musicales en Japón -. Esto, lógicamente, ayuda a que el anime se encuentre presente de más de una sola forma, lo que acabó por ejercer una presión adicional en cuanto a la consideración de su candidatura.
Lo cierto es que en este apartado hay bastantes razones de peso para denegar a "Kimetsu no Yaiba" el honor de anime del año, pero posiblemente la más destacable sea la competencia que había en 2019. El producto de Koyoharu Gotouge está siendo mimado a día de hoy para conseguir que exprima todas y cada una de las fibras de su potencial como shounen - que son muchas -. En tal sentido, es posible que el deseo por establecer un nuevo referente a largo plazo en el sector haya acabado teniendo un peso excesivamente diferencial.
La intención de esta argumentación, por otro lado, no consiste en desprestigiar a "Kimetsu no Yaiba", sino en destacar que el hecho de que ser una marca completamente nueva le ha proporcionado un impulso inexistente para otros. En tal sentido, hemos de hacer referencia a los animes que posiblemente debieron ser considerados por delante de la obra de Gotouge-san: "Mob Psycho 100 II", "Vinland Saga" y la segunda parte de la tercera temporada de "Ataque a los Titanes". Lo cierto, además, es que ello se debería a un motivo fundamental en el que coinciden: un desarrollo inesperado de su contexto o personajes.
Comenzando con "Mob Psycho 100 II", la pregunta a hacerse en este caso es la siguiente: ¿quién no cambia? Y es que, de forma innegable, los rostros principales de la obra acaban siendo prácticamente irreconocibles si comparamos la primera con la señalada segunda temporada. Reigen, por su parte, afronta finalmente la realidad de desconocer qué ha estado haciendo con su vida adulta, y de tener que cargar con la culpa de haber vivido de aquellos a los que podía engañar para hacer su vida más fácil. 'Mob', por otro lado, encuentra su lugar en la sociedad como un ser de valor, no como una herramienta. Un viaje breve pero cargado de emociones de peso.
En cuanto a "Vinland Saga", observamos aquí un anime cuya brillantez no para de ir a más, condición que explota desde el primero de los episodios hasta el último. A pesar de que la narrativa centrada en Thorfinn puede hacerse por momentos repetitiva y frustrante, la pregunta sobre qué define a un guerrero real de su padre Thors traza una sombra que no desaparece en ningún momento. Es así, pues, que eventualmente Askeladd toma el control absoluto del anime para dejarnos con una evolución como pocas se han visto en toda la historia del sector; el antihéroe, una fuerza contraria a los estamentos de su presente, una voz que prende con fuerza y acaba por difuminarse no sin antes dejar patente lo minúsculo de las razones de ser de todos aquellos que le rodean.
En última instancia, "Ataque a los Titanes" volvió a hacer a la perfección lo que ha mantenido a la franquicia como una referencia durante estos años: apuntar hacia al lado contrario al que debe mirarse. Hajime Isayama se vale desde el primer momento de un juego de despistes, aderezado con acciones imprevisibles, que provocan que "Ataque a los Titanes" sea el anime que más preguntas y a mayor ritmo deja en cada una de sus temporadas. La segunda parte de la tercera temporada, además, nos dejó con un sinfín de sacrificios y despedidas que más que nunca dieron a entender que, realmente, el final está cerca.
Como conclusión no hay mucho que tratar más allá de lo que se ha venido exponiendo poco a poco: "Kimetsu no Yaiba" es el justo vencedor para alimentar una nueva etapa en el seguimiento del anime, pero no lo es tanto si tenemos en cuenta las candidaturas que había en 2019. En cualquier caso, lo que sí podemos extraer como factor común es que el hecho de que hasta cuatro grandes nombres puedan tenerse en cuenta para el galardón de "Anime del Año", implica que el pasado año fue uno muy rico para la animación japonesa.
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